Capítulo 135:

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“¿Has hablado con él?”

Averiguó Isabella.

“No, no me he atrevido”

“Es mejor saber de una vez, eso te podrá ayudar a tomar una decisión. Una relación en la que lleva poco tiempo, no es para que te llene de aflicción”

Aconsejó Guillermo.

“Aunque no me puedo meter, porque eres un adulto, sabes que cuentas con nosotros. Vale más sufrir un rato que postergar una agonía”.

“Suena muy duro, pero Guillermo tiene la razón”

Expresó Isabella.

“No estás sola”.

“Lo voy a pensar”

La joven los abrazó y se puso de pie.

“Tengo que irme, gracias por todo”.

Después de que se despidieron ambos se miraron a los ojos.

Su hermana de verdad estaba enamorada.

Muy enamorada.

“Por lo que mi hermana nos comentó, no me da buena espina la relación que tiene”

Resopló.

“Nunca la había visto tan afectada, no sé qué pensar de ese hombre”.

Pasó una de sus manos sobre su rostro.

No podía dejar de sentir un mal presentimiento.

Un muy mal presentimiento.

“Esperemos que ella pueda tomar la mejor decisión para su vida”

Isabella se acercó a él y lo abrazó por la espalda.

“Me alegra mucho que te tenga como su hermano”

Besó su sien.

Para lograrse distraer, la pareja salió al centro comercial con María, lo primero que hicieron fue dirigirse a una tienda departamental, y se dirigieron hacia el área de golosinas, ante un antojo que tenía Guillermo de chocolates.

“¿Vamos a comprar ropa para mí?”

Cuestionó la pequeña.

Guillermo y María ladearon los labios sonrientes.

“¿Te has portado bien?”

Preguntó Isabella.

“Claro, siempre lo hago”

Respondió esbozando una amplia sonrisa, cargada de orgullo.

“¿Quién habrá sido la persona que embadurnó el espejo de tu habitación con crema?”

Isabella volvió a intervenir mirándola a los ojos, presionó la mano de su esposo, al escuchar que dio una pequeña risita.

“Tuvo que ser una de mis muñecas”

María manifestó.

“Porque no recuerdo haberlo hecho”.

“¿Estás segura?, creo que será mejor que vayamos a comprar la ropa que necesito”

Se dio la vuelta para moverse del lugar.

“Solo deseaba practicar mi escritura”

Respondió.

“Lo lamento, quise borrar las letras y todo se regó por todas partes”

Inclinó su rostro.

“Vamos a comprar la ropa que necesito”.

Isabella tomó la mano de la pequeña y salieron de ahí.

“¿No me van a comprar nada?”

Ambos se miraron a los ojos e inhalaron profundo, les dolía no poder consentirla, pero era su deber corregirla y guiarla para que aprendiera.

“Esta vez no”

Pronunció Guillermo.

“Todo tiene consecuencias”

Se inclinó para mirarla.

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