Capítulo 134:

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Oliver acomodó su espalda sobre uno de los muros, recargó su peso sobre una de sus piernas y cruzó sus brazos, disfrutando del momento.

Justicia.

Por fin alguien ponía en su lugar al fanfarrón de su hermano.

En verdad, le habían hecho el día.

Sin lugar a dudas esto era un buen día.

“Hijo, ¿no piensas hacer nada?”

Victoria gruñó, llena de molestia al ver la cara de satisfacción que tenía Oliver.

La miró y negó con la cabeza.

En verdad, no deseaba hacer nada.

Absolutamente nada por él.

“Tengo un par de reuniones importantes”

Expresó presionando los labios en una línea.

Victoria se acercó a él, al ver que se llevaban a su hijo hacia una de las patrullas.

“No, no pueden llevárselo”

Gritó corriendo hacia donde se llevaban a Mason con las manos esposadas, como si fuera un delincuente.

“¡Oliver, haz algo!”

Exclamó.

Mientras tanto en otro lugar…

Por su parte Isabella y Guillermo observaban atentos a Melisa, esperando una respuesta, ante la pregunta que Isa, le había hecho.

“¿Estás enamorada?”

Melisa contuvo el aire, su mirada se cristalizó y su respiración se agitó.

“¿Qué te impide hablar?”

Guillermo colocó sus manos sobre su hermana y deslizó su dedo pulgar.

Esto parecía un interrogatorio.

¡Un interrogatorio sorpresa!

“El amor no se debe ocultar a menos que… ¿Es un hombre casado?”

Melisa dibujó una escueta sonrisa y negó con la cabeza.

“No, no es casado”

Contestó.

“¿Eres lesbiana?”

Guillermo preguntó.

Su hermana volvió a reír.

“No, no lo soy”

Mencionó con las mejillas sonrojadas.

“Entonces ¿Qué ocurre?”

Guillermo cuestionó sin poder ocultar su frustración.

“Ni yo misma lo sé”

Contestó con voz temblorosa.

“Lo conocí en un gimnasio, nos caímos bien desde el primer día”.

Emitió un largo suspiro.

“Y entonces, ¿Qué sucede?”

Isabella cuestionó, notando la tristeza en su mirada.

“Me pidió que esperemos un poco, para presentarse en la casa. A mí no me agrada ocultar lo que siento”

Su mirada se entristeció.

“¿Por qué lo hizo?”

Cuestionó.

“Dice que es un hombre con inseguridades por malas experiencias, que no desea correr, cuando apenas estamos iniciando algo”.

“¿Tú qué deseas?”

Guillermo acarició sus mejillas, y luego se puso de pie y fue por unas botellas de agua.

“No quiero ocultar nada. Estoy enamorada”

Bebió un par de sorbos y miró hacia el techo.

“Nunca había sentido esto que siento por alguien, es por eso que me siento preocupada. Temo presionarlo tanto y que se fastidie y me mande a volar”.

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