Capítulo 126:

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Se sentía tan estresada y sus sentidos estaban activados con su presencia, que todo a su alrededor dejó de importar.

Era como si una mancha negra los estuviera cubriendo, su instinto le hizo retroceder un par de pasos.

“No te atrevas a tocarme”

Gruñó.

Mason sonrió y retiró un par de mechones de su cabellera, con la mano que había alzado.

“Sería incapaz”

Expresó, sabiendo que estaban llamando mucho la atención.

Entonces un pequeño bulto en su v!entre llamó su atención, su barbilla se tensó por completo.

Ahora creía entender el motivo por el cual, la prisa de esa boda.

“¿Todo en orden?”

Se acercó a ellos el gerente del lugar.

Él giró su rostro para hablar con aquel hombre.

“Todo bien, estamos teniendo una amena charla”

Anunció con calma.

Al voltear para mirar a Isabella, ya no se encontraba ahí.

La buscó a través de los cristales de la ventana, y la vio por una de ellas, estaba por salir y se detuvo en seco al ver que se detenía, pues se topó con Melisa. Por lo que con rapidez se giró y caminó con rapidez hacia el sanitario.

“¡Maldita sea!”

Gruñó.

Isabella se alejó con rapidez de Mason, temiendo que pudiera hacerle algo si seguía con él, caminaba sintiendo los latidos de su corazón en sus oídos.

Sus manos temblaban, con nerviosismo, entonces chocó con Melisa.

“¿Ya te vas?”

Preguntó con extrañeza.

“Te envié un mensaje avisándote que había un poco de tráfico”

Explicó.

“¿No lo leíste?”

Ladeó su rostro y la miró al rostro, dándose cuenta que se encontraba pálida, por lo que la tomó de la mano, están heladas y temblorosas.

“¿Qué te ocurre?”

La joven giró su rostro para saber si aún se encontraba ahí, pero no fue así.

“No me siento bien”

Expresó.

“Estaba por hablarle a Guillermo, o tomar un taxi para regresar a casa”

“Tranquila yo te llevo”.

Melisa la sujetó de uno de sus brazos y la ayudó a llegar a su automóvil.

“¿Quieres que te lleve al médico?”

Indagó al verla tan agitada.

“No, solo llévame a mi casa, por favor”

Manifestó con voz temblorosa, acomodó el asiento del auto y cerró sus ojos, tocando su v!entre.

“Estoy segura que sabe que estás en camino”

Murmuró bajito.

Melisa encendió la radio, buscando música tranquila para escuchar, esperando que eso ayudará a tranquilizar a su cuñada.

Guillermo estaba recostado en la cama de su amplia habitación, viendo una película, esperando a que Isa volviera.

Deseaba saber si su hermana tenía la confianza de hablar sobre lo que le preocupaba.

Bostezó un par de veces.

Como pudo se retiró los zapatos con sus mismos pies y comenzó a sentir más pesados sus párpados.

“Papi, ¿Me puedo acostar a tu lado?”

María llegó con pesadez, de su habitación y dio un largo bostezó, además de frotarse sus pequeños ojitos.

Se giró al percibir su presencia y la alzó, acomodándola junto a él.

“Aún no es hora de traer puesto el pijama”

Esbozó una tierna sonrisa.

“La usamos para dormir, ¿O no?”

Se justificó María.

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