Capítulo 125:

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Después de pensar durante varios segundos su respuesta, Melisa respondió:

[Me alegra, desapareciste varios días]

[Lo sé, no fue mi intención, ¿Me extrañaste?]

Envió Mason.

[Como no tienes idea]

Respondió ella.

[Te invito a tomar un café mañana, ¿Qué te parece?]

[Lo lamento, pero tengo un compromiso con mi cuñada, me voy a ver con ella en una cafetería].

Silencio.

[¿Estás ahí?]

Indagó Melisa.

[Sí, fui por un vaso de agua]

Mintió.

[¿Te parece si paso por ti a la cafetería en la que te reunirás con ella?]

Quiso averiguar para saber en donde la vería.

[Está bien, tú ganas, también tengo deseos de verte]

[Yo más, anhelo volver a tenerte entre mis brazos]

Mintió y sonrió victorioso, ya sabía en donde se reunirían.

Había logrado su objetivo.

Pronto podría ver a Isabella con sus propios ojos otra vez.

Isabella salió temprano de la oficina para cambiarse de ropa, ya que no se sentía cómoda con la que usaba, puesto el embarazo, ya se le notaba, poco, pero ya anunciaba que en varios meses serían padres.

Descendió del auto e ingresó a la cafetería en donde se sentó a esperar a su cuñada, solicitó un té y sacó su móvil para revisar su correo.

“¿Me puedo sentar?”

Dijo una gruesa voz.

Elevó su rostro y abrió los ojos de par en par, deseando gritar horrorizada, pero no pudo hacerlo, se paralizó por completo, sintiendo como su respiración se aceleraba.

“Supe que te casaste”

Expresó tomando asiento a un lado de ella.

“vaya que me tienes asombrado, escalaste más alto de lo que imaginé”

Ladeó los labios sonriente.

“Dime, ¿Qué te hiciste que te ves más hermosa?”

Fijó su atención a sus perfectos pechos y pasó los labios por su lengua.

“¿Recuerdas lo bien que la pasamos?”

Preguntó de forma pretenciosa.

La quería a sus pies.

La quería ahora.

“La manera en la que te hice mía, no parabas de jadear”.

“¿Cómo te atreves a decirme eso?”

Gruñó.

“Eres una escoria, no deberías existir en este mundo, ni tú, ni nadie de tu calaña”

Se puso de pie, y Mason hizo lo mismo.

“Te juro que vas a volver a ser mía”

Expresó acercándose a su rostro, mientras sus dedos rozaban su cintura.

“Pero esta vez no voy a permitir que te vayas de mi vida. Vivirás atada a mí, aunque con María debes recordarme muy seguido”.

“Nadie podría acordarse de un bicho rastrero, de un vi%lador que no hace nada bueno para el mudo”

Hizo una pausa.

“Eres una sabandija, un aprovechado, no voy a descansar hasta verte tras las rejas”.

Mason se paralizó al escuchar la forma en la que le hablaba.

Definitivamente esa no era su Isa, pero aun así le seguía fascinado.

Le gustaba aun más.

La sujetó de su brazo y alzó su mano.

La mirada de Isabella reflejó temor al imaginar que la golpearía.

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