Capítulo 122:

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“No hice nada”.

Mordió su labio inferior para reprimir una sonrisa victoriosa, pues había logrado su objetivo, acaparar su atención y hacer que sangre hirviera de deseo por ella y solo ella.

Guillermo observó la forma en la que aleteaba sus espesas pestañas, y sonrió.

Se veía tan hermosa.

Tenía una carga de dulzura angelical, pero a la vez tan provocativa y seductora, como el demonio mismo.

En verdad estaba convertido en un completo imbécil cuando la tenía entre sus brazos.

“Eres tan astuta”

Señaló, ladeando los labios.

“Es verdad, lo soy”

Arqueó una ceja divertida.

“Soy tu perdición”

Carcajeó.

“Lo eres”

Confesó, girando para que ella quedara debajo de él.

“Si sigues provocándome, voy a fundirme de nuevo en ti, y no tendré piedad alguna”

Murmuró mordisqueando el lóbulo de su oreja.

Isabella deslizó su lengua por el cuello de él y de pronto comenzó a reírse divertida, ante las cosquillas que comenzó a hacerle.

“Me rindo, me rindo”

Pronunció.

“Por favor, ¡Para!”

Suplicó sintiendo como su pecho subía y bajaba agitado, al no poder dejar de reír.

Guillermo dejó de torturarla y esperó a que ella se calmara y recuperara el aliento, en cuanto sus miradas se cruzaron y se reflejaron en el otro, no pudo resistirse y la hizo suya una vez más.

Estaba disfrutando de la calidez de su cuerpo.

La música seguía escuchándose en el interior del restaurante, en donde se había hecho la recepción.

Todo el mundo se divertía, todos a excepción de Melisa, quien no dejaba de mirar su móvil, sin comprender porque no había respondido sus últimos mensajes de texto.

Resopló con decepción.

A pesar de que todo el mundo se divertía, ella no lo lograba.

“¿Qué hice mal?”

Cuestionó sin darse cuenta que no estaba sola.

“¿Te habrás enojado…?”

Presionó sus manos con nerviosismo.

“¿Quién se enojó contigo?”

María preguntó.

“¿Te equivocaste en algo?”

Arrugó el ceño y se acercó a ella.

“¿Quieres bailar conmigo?”

La miró sonriente.

Melisa no pudo evitar sonreír sintiéndose reconfortada por la pequeña, se puso de pie y se fue a la pista, logrando mejorar su estado de ánimo.

Al llegar a su habitación, Mason se recostó sobre la cama y cerró sus párpados.

El mensaje de Melisa aún rondaba en su cabeza.

Las cosas se le complicaban.

¿Qué tendría que hacer para poder estar cerca de ella?

Se había casado y con un hombre muy poderoso, mucho más que él.

Tenía que ser cauteloso con su relación con la hermana de Guillermo y trabajarla muy bien, para hacer que no quisiera separarse de él.

Tenía generarle una adicción, al grado de que no pueda vivir sin tenerlo.

“Si logro hacer que coma de mi mano, la caída será peor para su hermana”

Expresó, con su cinismo y luego sonrió.

“Eso es, tengo que pedirle que se case conmigo, como su esposo, podré tener acceso a todo, además de que estaré cerca de Isa. ¡Eso es!”

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