Capítulo 120:

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En cuanto subieron, Isabella recorrió con curiosidad su interior, pues jamás en toda su vida había estado en una.

No cabía de asombro al ver la pantalla, el bar, además de algunos aperitivos listos para degustarlos. Definitivamente esa sería una nueva experiencia a su lado.

Guillermo le entregó una copa de champagne que ya les esperaba en uno de los muebles de madera.

Ajustó la iluminación logrando una mayor sensación de intimidad, en el ambiente y cerró las persianas de la ventana y de la partición entre ellos y el conductor.

“Por nuestra felicidad”

Acercó su copa y dio un pequeño golpecito con la de ella.

Isabella sonrió.

“Que sean muchos años felices”

Respondió.

Después de brindar se sorprendió al sentir sus labios recorriendo su cuello, además que sus manos llegaron a su busto, haciendo suave fricción.

Esto provoco que su v!entre punzara.

“Compórtate”

Solicitó.

Guillermo negó con la cabeza.

“No te preocupes, el chofer no puede escuchar nada, ni tampoco vernos”

Anunció con confianza.

Entonces tomó el control y buscó algo de música para ayudarla a relajarse.

Se comenzó a escuchar música, un poco más alto que de costumbre.

El cuerpo de Isabella fue dejándose caer de manera lenta sobre el amplio y mullido asiento de cuero.

“¿Estás seguro?”

Indagó no muy convencida.

“No me gustaría aparecer en una página para caballeros o algo peor”

Confesó sin ocultar su preocupación.

No pudo evitar carcajearse.

“Completamente”

Respondió separando sus piernas.

Entonces introdujo sus manos entre sus muslos, para retirar su sensual prenda íntima.

“Relájate”

Solicitó subiendo su vestido y hundió su rostro en su v$gina.

Dio una última mirada hacia la oscura partición, entonces la humedad lengua de su esposa comenzó a regalarle placenteras caricias que hicieron que se olvidara de todo a su alrededor, su cuerpo comenzó a relajarse, entregándose perdidamente a ese momento.

Nueva York.

La mirada de Mason se ensombreció al tiempo que sus manos temblaron.

No podía creer lo que leía.

No era posible.

¿Por qué no se enteró antes?

Hubiese hecho lo que fuera, con tal de impedir la boda.

Su pecho subía y bajaba continuamente.

Estaba agitado.

Se sentía dolido.

Ella no podía ser de nadie más que, de él.

Se llevó la mano al corazón, pensando que este se le iba a paralizar por el dolor que sentía.

“¿Te sientes mal?”

Preguntó Victoria al verlo palidecer y parecía que su mirada se veía extraña, arrugó el ceño y acercó su rostro con discreción para intentar averiguar, pero su Mason, era como una caja fuerte, nadie podía ingresar a él.

Su vida era un hermetismo completo.

Nadie podía entrar a su vida, ni siquiera ella.

Eso la molestaba.

“No”

Respondió sacudiendo su rostro.

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