Capítulo 111:

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“No voy a permitir que me arrebaten a María, antes los refundo en la cárcel a todos”

Expresó con la mirada sombría Isabella.

Acto que hizo que Guillermo sintiera escalofríos.

Colocó sus manos sobre la de ella y con su dedo pulgar, recorrió su dorso.

No le había escuchado la manera en la que se expresó por lo que buscó que la mirara a los ojos, al ver que estaba pensativa.

“Estamos juntos en esto”

Expresó.

“Tampoco voy a permitir que se acerquen a María, no son personas buenas, lo único que harán será destruirle la vida y eso está por verse”.

La barbilla de la chica tembló.

Ella mejor que nadie conocía la clase de personas que eran, no les importaba nada, para poder lograr sus propósitos.

Eso le preocupaba.

Ellos no jugarían limpio, con tal de salirse con la suya, y si le quitaban a su hija, no lo resistiría, preferirá acabar con ellos.

“¿Qué estás pensando?”

Guillermo preguntó preocupado.

No le agradaba verla tan ausente.

Acunó sus mejillas con sus grandes manos, y clavó sus ojos en su mirada.

“¡Habla!”

Exclamó con voz suave, pero firme.

“No me importaría irme a la cárcel, si se tratase de defender a mi hija, Solo tienes que prometerme que siempre cuidarás de María, que la tratarás de la misma manera que a nuestro hijo”.

“María te necesita, hablas así porque todo está muy reciente, nos tomaron por sorpresa, pero te aseguro que ese mismo asombro se llevaron ellos, tú no tienes nada que perder a diferencia del cobarde de Oliver y la rata de su hermano”.

Varias lágrimas deslizaron sobre las mejillas de ella.

Conforme agitaba sus espesas pestañas, derramaba más, no lo podía evitar.

Estaba asustada.

Se sentía preocupada.

Muy aterrada.

Todo esto debido a lo que pudieran planear en su contra.

Eran capaces de todo.

Lo sabía bien.

“Lo siento”

Murmuró.

“No puedo dejar de pensar en que van a tramar algo para quitarnos a María. Mi cabeza no deja de dar vueltas”.

“Te comprendo, me sucede lo mismo”

La abrazó con fuerza.

“Tenemos que tener la cabeza fría, para poder pensar con claridad. Lo mejor será descansar e intentar dormir”

Refirió y se puso de pie para retirarse el saco.

“¿Te vas a quedar?”

Indagó ella viendo que se descalzaba y se desabotonaba la camisa.

“Por supuesto, no me sentiría tranquilo dejándote así”

Mencionó.

“Estaré pendiente de cualquier cosa que se te ofrezca”

Aseguró besando su frente.

“Te amo”

Expresó besando sus labios.

“También yo”

Respondió y le regaló una dulce sonrisa.

Al recostarse apagó la luz y la estrechó entre la calidez de su abrazo, deslizó la yema de sus dedos sobre las sedosas hebras de su cabellera.

Sabía que le encantaba que le hiciera esos mimos.

En cuestión de minutos sintió como dejó caer su cabeza sobre su pecho, perdiéndose dormida.

“Descansa, yo cuidaré de los tres”

Acarició su v!entre con delicadeza, preocupado.

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