Capítulo 103:

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“No me dio tiempo de almorzar, si lo hacía no alcanzaba a llegar a entrenar… en lo único que podía pensar es en que deseaba verte”.

“¿En… serio?”

Cuestionó incrédula.

“Por supuesto, ¿Acaso lo dudas?”

Centró su verdosa mirada en sus ojos, sus manos no perdieron el tiempo, recorriendo su pequeño talle.

De forma escurridiza, un par de sus dedos se colaron debajo de su blusa, sintiendo su piel cremosa.

Aquella sensación, le fascinó.

No lo podía negar.

“¿Acaso no percibes una fuerte atracción entre ambos?”

Interrogó, haciendo más presión en su cintura para que notara el deseo que había provocado en ella.

Inhaló profundamente, en verdad le gustaba, y lo deseaba, pero no era tan tonta como para caer en la primera noche. Y que le sucediera lo que a la mayoría de las personas le ocurría, al siguiente día-

Ella no era de esas.

“No vayas tan rápido”.

Se puso de pie, sus mejillas estaban sonrojadas y su cabello alborotado.

“¿Acaso no te gusto? ¿No lo deseas?”

Preguntó, sin comprender su cambio de actitud.

“No soy de esas que se acuestan a la primera, con cualquiera. Espero que no lo tomes a mal, pero apenas y nos conocemos”.

Separó los labios en una gran ‘O’.

Nunca en su vida, alguien se le había resistido.

No lo podía creer, Isabella peleaba con el pantalón que había elegido usar aquel día, inhaló profundamente para intentar sumir el estómago y poder abrocharlo, pero no lo logró.

Dos meses habían pasado y la ropa comenzaba a hacerse pequeña para ella.

Tuvo que acostarse sobre la cama para conseguir que cerrara.

Miró hacia su closet, supo que era el momento de comenzar a comprar ropa apropiada para el embarazo.

Solo estaban esperando a que cumpliera los tres meses, para que pasara la etapa de mayor riesgo, y poder anunciarlo formalmente a todo el mundo, especialmente a la familia de él.

Por la forma en la que trataban a María, sabía que adoraban a los niños, se morirían de la emoción al igual que ellos.

Vio su reloj y se dio cuenta que ya tenía que salir de la casa, ya que necesitaba ir a comprar las donas que tanto le gustaban, esta vez llevaría más, para dejarle a Guillermo.

Sonrió al leer un mensaje de su prometido que ya la estaban esperando.

“No olvides que tenemos que pasar a Krispy Kreme”

Indicó.

“No, no lo olvido”

Sonrió entregándole una caja con donas.

“¡Ya pasaste!”

Expresó con emoción, acercándose para darle un beso.

“Amanecí con antojo”

Confesó sonriente.

“¿Desean ir a algún otro lugar?”

Preguntó Bruno.

“A la oficina”

Respondieron al mismo tiempo ambos.

Acomodaba frente al espejo su corbata, tomó su costoso saco, y salió de su oscura habitación.

Al llegar al comedor, tomó un vaso con zumo de naranja y lo bebió de hilo.

“¿No piensas desayunar?”

Preguntó Victoria.

“No, no tengo apetito”.

Victoria lo recorrió con su mirada, no pudo evitar sentirse preocupada por él, lucía más delgado, ojeroso, parecía un hombre mayora lo que era.

Como si de golpe los años le hubieran caído de golpe.

“¿Cuánto tiempo piensas seguir así?”

Preguntó.

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