Capítulo 104:

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Rodó los ojos, y prefirió no decir nada, al ver a su hermano llegar.

“Tengo que salir”

Expresó.

“¿A dónde vas?”

Victoria preguntó con curiosidad.

“La semana pasada me encontré con un amigo que conoce a Guillermo”

Respondió.

“Voy a verme con él en la firma de la Vega. Quizás si él nos puede ayudar”

Manifestó dándose la media vuelta y se retiró.

Mason se puso de pie enseguida.

“Yo tengo que estar en esa reunión”

Expresó, tomó las llaves de su vehículo, dio un beso en la frente de su madre y se fue.

Guillermo se encontraba en el cubículo de Isa, revisando un par de documentos que requerían para acudir a la corte, en un par de horas.

Observo su reloj, esperando a Roger, un viejo amigo con el que iba a reunirse.

Tomó de la mano a lsa, se dirigieron a su oficina.

De inmediato abrió la caja de donas y cada uno tomó una.

“¡Están deliciosas!”

Isabela pasó la lengua sobre sus labios al sentir como escurría un poco de jalea.

“Opino lo mismo”

Expresó sin poder dejar de mirar sus carnosos labios.

“Mi único problema es que ya no cierran bien los pantalones…”

Tuvo que desabotonar su pantalón.

“Te dije que fuéramos de compras desde que nos enteramos, Isabella sonrió”.

“No era necesario”

Respondió.

“En este momento estoy en el que no me queda mi ropa, ní tampoco la de maternidad”.

Guillermo se dirigió a su escritorio y respondió el teléfono.

Era una de las secretarías de la oficina contigua, anunciando la llegada de su amigo Roger.

“Dile que pase”

Respondió.

Isabella con rapidez se abrochó el pantalón y guardó en el último cajón del escritorio la caja de donas.

“Los dejo para que charlen”

Anunció con una dulce sonrisa.

En ese momento la puerta se abrió, ingresó Roger, con amplia sonrisa.

“Hasta que por fin logramos empatar nuestras agendas”

Dijo su amigo, acercándose a abrazar a Guillermo.

“Me alegra que estés en la ciudad, años sin vernos”.

“Sí, tienes toda la razón, espero que no dejemos tanto tiempo para poder reunimos”.

“Verás que no será así”.

Estaba por presentar a Isabella, cuando la sonrisa que tenía, se le desborró en instantes, al ver ingresar a su oficina a Oliver Weber.

Sus ojos se abrieron con gran amplitud.

No daba crédito de que estuviera ahí.

De inmediato pensó en Isabella, y tomó distancia de Roger.

Isabella sonreía al ver aquella interacción entre Guillermo y su amigo, esperaba con paciencia a que se lo presentara, para poder retirarse y dejarlos hablar en privado.

De pronto su pulso se aceleró al ver entrar a uno de los hombres que más daño en la vida le había hecho.

No lo podía creer, lo tenía a escasos pasos de ella.

Sintió que sus piernas temblaron al saber que su pasado, estaba golpeándola sin previo aviso.

Las manos de Oliver temblaban, decidió esperar un par de minutos antes de asomarse a la oficina de Guillermo, se había dado cuenta el gran gusto que le dio al recibir a Roger, un amigo en común de ambos.

Al escuchar el tono de voz amable del abogado, decidió ingresar, en verdad aquel cuadro que presenció entre ese par de hombres, le hizo pensar que quizás con la ayuda de su viejo amigo, Guillermo, quizás reconsiderara su postura.

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