Amarte es mi capricho
Capítulo 8

Capítulo 8:

Me acerqué al aparador para ver los anillos, apenas los vi, la cajita de en medio tenía el par de anillos más hermosos, eran unos colores plata con piedritas de diamantes para el anillo del hombre y una enorme piedra preciosa con pequeñas piedritas incrustadas alrededor para el anillo de la mujer.

Elian supo mí respuesta con solo ver mi rostro.

“Nos llevamos los de en medio”.

“El precio es de 2.4 millones de pesos”, casi se me cae la baba cuando lo escucho.

“¿Tanto?”, pregunte anonadada.

“No lo llevaremos”, digo mientras doy media vuelta para salir de aquella tienda.

“Espera Catrina”, Elian me detiene, luego se dirige a la encargada.

“Nos los llevamos puestos”, saca una tarjeta dorada y la pasa por la terminal, estoy boquiabierta, cuando regresa conmigo lleva los anillos en su mano.

Toma mi mano con delicadeza y desliza el anillo por mi dedo.

“Ahora tú”, me da el anillo, esto es algo muy incómodo ya que las personas en el interior de la tienda nos comienzan a observar curiosas; pero al parecer a él no le importa.

“Ahora sí, oficialmente somos marido y mujer, en el futuro Cat, no quiero que te prives de lo que yo te pueda dar, por favor, puedo darme este lujo contigo y más, eres mi esposa”.

Nunca antes alguien había tenido tantas atenciones conmigo de esta manera, sus palabras entran en lo más profundo de mi pecho y no puedo evitar que lagrimas corran por mis mejillas al recordar todo lo que paso para que mi vida cambiará de esta manera, estuve a punto de llevar una vida de vagabundo si no hubiera sido por Elian.

“Tampoco quiero que vuelvas a llorar Catrina”,  dice limpiando mis lagrimas con un pañuelo  que saca de su saco.

“Nadie, absolutamente nadie hará llorar a un Brin, jamás”.

“Gracias por salvarme”, le digo rodeando su cintura con mís brazos. El me abraza también. Es un momento único que me hubiera gustado disfrutar más de no haber sido por las personas que comenzaron a aplaudir a nuestro alrededor.

Una vez que salimos de la joyería le pregunto a Elian.

“¿Crees que podría terminar la universidad?”.

Estoy a un mes de graduarme:

“Claro que sí, le pediré a mi asistente que te compre los útiles necesarios, mi chofer te llevará todos los días a la escuela”.

Frunzo los labios.

“¿Qué sucede?”.

“Es raro estar casada cón un senador”.

“Y un doctor”, complementa.

Cuando llegamos a casa de regreso, apenas cruzamos la puerta de entrada, Elian dijo.

“No deberíamos dejar pasar la noche de bodas… ¿no crees?”.

“Ni lo sueñes”, respondí apartándome de sus brazos que ya me estaban envolviendo como tentáculos de pulpo.

Frente a nosotros apareció una señora que estaba vestida con uniforme diferente a las empleadas que había visto antes en la casa.

“Cat, te presento a Idelina, mi nana, Idelina ella es Cat”.

Elian carraspeo antes de continuar.

“Es mi esposa”.

“¿Esposa? ¿Cuándo te casaste?”, me sorprendió ver lo confianzuda que la Señora Idelina le hablaba a Elian.

Pude ver con satisfacción como apareció un ligero color carmesí en sus mejillas.

“Hoy nos casamos nana”.

La nana vitoreo de gritos.

“¡Mi niño al fin se casó!”, grito ella de la emocion y Elian comenzó a hacer ademanes con las manos para que su nana se tranquilizaba, pero parecía que mas y mas se emocionaba.

“Mi niño, mi niño”, llena de alegría, luego después de unos minutos, me tomo de la mano y me llevo hasta la cocina, mire a Elian a lo lejos, quien se encogió de hombros.

Mire a la señora con temor:

“Quiero que me platiques todos los detalles, ¿Cómo es que mi niño Elian y tu se han casado?”, dijo ella mirándome fijamente, pestañee varias veces.

“Bueno, creo que fue amor a primera vista”,  respondí con una sonrisa nerviosa, no sabía si lo del trato era confidencial, así que era mejor prevenir.

“¿Lleva mucho tiempo trabajando aquí?”,  pregunto curiosa, tal vez esta señora me pueda dar más información sobre Elian.

La señora sonrie feliz, lo que me provoca una especie de paz.

“Más de diez años, desde que los niños fueron enviados con el abuelo a estudiar a la ciudad”.

“¿Niños?”, pregunto confundida.

“Elian y su Hermana Sally, son gemelos, los dos son doctores, Sally lleva el control de uno de los hospitales de Elian”.

“¿Gemelos idénticos?”, pregunto anonadada.

La Señora Idelina sonríe divertida.

“Se parece muchísimo”.

Suelto una carcajada.

“No me imagino a la  versión femenina  de mi esposo”, la nana también río.

En es Elian hace aparición dentro de la cocina, hace como que toma ún vaso y se sirve agua. Luego nos mira entrecerrando los ojos.

“¿Ya terminaron de cotillear?”, pregunta frivolo.

“¿Cuándo se van de de luna de miel?”, pregunta la nana.

Mi vista va a dar directo a Elian

Ladea un poco la cabeza antes de contestar.

“No habrá luna de miel, tengo mucho trabajo por ahora y Catrina debe terminar la universidad”.

La nana asiente para después hacer una mueca como si se le hubiera ocurrido una gran idea.

La miro atenta.

“¿Podría darle el resto de la tarde a todos los empleados para que ustedes tengan privacidad de pareja?”.

“Haz lo qué te parezca nana”, dice él.

Lo miro nerviosa.

La nana sale de la cocina dejándome a solas con él. Pronto escuchamos como todos los empleados de la casa comienzan a retirarse.

“Estaré en el despacho trabajando”, dice.

Me quedo sola en la cocina. Tomo un poco de  agua para después subir  a mi habitación. Me siento en el borde de la cama reflexionando sobre esta  nueva vida que sentía tan vacía.

POV Catrina Vidal

El silencio de la casa pronto me hizo recordar lo desdichada que era mi vida. Si, tenía todos estos lujos que de la nada Elian me había dado.

Pero, no era lo mismo. Extrañaba a papá, extrañaba mi casa y a las personas que trabajaban ahí. Desde que mamá murió, papá  y yo siempre estuvimos solos pero esa soledad era  diferente por que sabía que al final día siempre nos veíamos para cenar juntos y platicarle como había ido mi día.

Ahora sólo tenia a Elian. Pero al parecer no era mucho de platicar, era muy serio y no creía que fuera del tipo de hombres que se sentará a escuchar los problemas de los demás. Estaba sola. Suspire. Me acomode en posición fetal sobre la cama. Abracé una de las almohadas y me dispuse a llorar. Necesitaba hacerlo para desahogar mi tristeza.

“¿Seguirás llorando todo el día?”, escuche la voz inesperada de Elian a mi espalda.

Me acurruque más a la almohada.

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