Amarte es mi capricho -
Capítulo 66
Capítulo 66:
“¿Esas son las cosas que Angelica te mete en la cabeza?”, le pregunto furiosa.
Por un momento pienso que entraré en shock, yo para nada pensaba convertirme en su amante jamás lo haría, pero si había algo que deseaba de él, y esta era mi oportunidad perfecta para deshacer el compromiso de él con Angelica.
“Esta bien, hay algo que quiero, pero primero quítate de encima”, lo empujo y él se sienta a un lado. Me incorporo en el asiento, me mira esperando que hable.
“Quiero mi casa”, suelto
Arqueo una ceja.
“Aún esta a tu nombre”, frunzo el ceño.
Pensé que con la carta poder que le di a Javier, él ya habría cambiado las escrituras de su casa, pero no era esa casa la que me interesaba.
“Esa no, la de mis padres”.
“Si te portas bien hoy, te la daré”.
Sus palabras me encendieron de inmediato, odiaba a Elian pero también lo amaba y lo deseaba, me abalancé sobre él para besarlo sentándome sobre su regazo frente a él. Nos besamos apasionadamente hasta que llegamos al edificio de mi apartamento. Por poco y llegábamos desnudos cuando entramos. Elian siempre sacaba la parte más salvaje de mi en la cama.
Esa noche hicimos el amor, más bien tuvimos sexo intenso, follamos duro, por que después de decirnos tantas cosas, después de odiarnos, en la cama era donde terminábamos compenetrándonos,era el único lugar donde éramos uno, sin importar los problemas del pasado.
A la mañana siguiente cuando me desperté salí muy despacio de la cama, miré que él estaba dormido boca arriba con la sábana tapando sólo sus partes, era mi momento perfecto para regresarle a Angelica un poco del dolor que yo he sentido.
A ella seguro no le gustaría ver como su prometido se la pasa acostándose con alguien que no sea ella. Tome mi móvil, apague el sonido y le hice varias fotos sin flash, estaban perfectas para lo que planeaba.
Me puse una bata rápidamente y salí de la habitación. Me dispuse a hacer mí desayuno mientras llamaba a mi jefe para reportarme como enferma, me sentía demasiado cansada además de descubrir que tenía moretones en el pecho, sonreí lasciva al recordar la noche anterior.
Esta vez sólo prepare un plato. Guardé mi móvil en un lugar seguro y me puse a comer. Al igual que la vez pasada Elian apareció sentado frente a mí en la barra desayunadora.
“¿No hay desayuno para míl?2, dijo con una sonrisa divertida mientrás tomaba de mi plato un pedazo de pan tostado con fruta y lo mordió con coquetería.
Sonreí traviesa.
“Las amantes no hacen desayunos señor, eso le corresponde a su novia, las amantes solo atienden en la cama”, su expresión cambio por completo a una fría como el hielo, ¡Tómala, Elian, no te lo esperabas! Pues ya no soy aquella niñata tonta.
Casi tuve que luchar para no esbozar una sonrisa de satisfacción. Jamás me senti tan bien enfrentándolo de esta manera.
Deja el pan tostado de nuevo en mi plato.
“Bien, si así lo quieres, nos veremos en la noche entonces, ponte algo lindo”, sus palabras me estremecen no planeaba repetir, ni si quiera planeaba ser su amante, esta solo había sido una excepción.
“No, no volveremos a estar juntos hasta que no cumplas lo que prometiste, quiero mi casa”, le digo en demanda.
“El cambio de nombre tarda unos días en tramitarse”.
“Entonces podrás esperar unos días, primero cumple tu palabra y después nos vemos”.
Elian suspiro, él me había dado su palabra.
“Esta bien” dijo antes de salir a regañadientes del apartamento.
Exhale profundo.
“Tomé de nuevo mi móvil observando las fotografías”.
“Lo siento, Elian, lamento que tu seas la víctima en esta guerra que esta a punto de comenzar entre tu prometida y yo”, musito pensando en lo que haré con ellas.
POV Catrina Vidal
Pasaron dos semanas y pensé que Elian se había arrepentido de cederme la casa que era de mis padres y él compró después de que el gobierno del estado la tomo en su posesión. Era algo que realmente deseaba, regresara vivir a esa casa donde crecí y fui feliz.
Ese día cuando salía del trabajo vi el auto color negro de lujo estacionado frente al edificio de la agencia. Mi corazón dio un vuelco al pensar en Elian saliendo de él. Pero está vez quien bajo del auto fue su Asistente Gómez. Se acerco a mí y me entrego una carpeta con documentos.
“El Señor Brin le envía las escrituras y las llaves de la residencia Vidal, me ha pedido que le de el mensaje de que por ahora no se verán hasta después de que anuncien al gobernador electo”.
Arqueo una ceja.
“¿Eso cuando pasará?”, pregunto curiosa, estaba claro que él no quería ningún escandalo que pusiera en juego su candidatura.
“En aproximadamente una semana” , asenti pensativa.
“Gracias Señor Gómez por traerme los documentos”, le respondí de manera amable para luego seguir con mi camino.
“Señora”, me detuve al escuchar su voz.
“La llevo a su departamento”.
Lo miré, Gómez era un buen asistente, asentí. Abrió la puerta y subi.
“¿Cómo va todo por la casa Gómez?”, le pregunto tratando de hacer algo de platica y a la vez tener información sobre lo que sucede.
“Em… bien señora”, dice algo serio, pensé que no me diría nada, pero luego añadió como si se estuviera confesando con un padre.
“La verdad es que hace falta su presencia en la casa los Brin, le hace mucha falta al señor también”.
Suelto una risa burlona.
“¿Crees que le hago falta teniendo a la pelos de elote de Angelica?”, pregunto con sarcasmo.
Gómez me mira por el retrovisor.
“Señora, no si se es correcto que lo sepa, pero el Señor Brin y la señorita Angelica no duermen juntos”, entrecierro la ceja.
“Desde que usted se fue he estado al pendiente de su cuidado, siempre estoy atento a usted por ordenes del señor”.
“¿Cómo? ¿Me sigues?”, pregunto sorprendida.
Gómez titubea.
“El señor tiene temor de que algo le pase, no lo malinterprete por favor”.
“Tu jefe nunca me creyó Gómez, por eso nos separamos”, digo con tono de voz amargo.
Suspiro y volteo hacía la ventana.
“Siento mucho eso señora, si yo pudiera ayudarla en algo sabe que lo haría”.
Nos quedamos en silencio.
Gómez estaciono el auto frente al edificio de mi apartamento, me abrió la puerta y bajé.
“Gracias por traerme”.
“No hay de que señora, fueron las ordenes de mi jefe”, puse los ojos en blanco.
“De hecho, si hay algo que puedes hacer por mí Gómez, no se si vaya en contra de tu ética profesional o no, pero quisiera que cualquier cosa extraña que vieras de Angelica que pudiera ayudarme a probar que ella tuvo que ver en la muerte de mi padre o en la de mi bebé avisame por favor”.
“Claro que lo haré”, dice con una leve sonrisa.
Entro al departamento lo más rápido que puedo, saco mis maletas del closet y pongo ropa en ellas, estoy muy emocionada de regresar a mi casa, al fin podré vivir ahí de nuevo. No planeo mudarme, así como así pero el día de hoy si quiero dormir ahí.
Cuando tengo mis cosas listas salgo del edificio y tomo un taxi que me llevé hasta allá.
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