Amarte es mi capricho -
Capítulo 52
Capítulo 52:
“Papá no era culpable ¿Verdad?”, le pregunto mirándolo a los ojos.
“Era inocente Cat, cuando hablamos, él me explicó todo lo sucedido, tu padre señala a Carlos Navarrete como la persona que realizó las estafas en Nubak, tu padre fue engañado por él para firmar documentos para elaborar medicamentos alterados a bajo costo, pero vendidos por millones de dólares”.
“Lavado de dinero”, musito. Javier asiente.
“La única persona que estaría interesado en eso sería el gobernador”.
“No lo sé, pero ahora sin el testimonio de tu padre, han mandado a cerrar el caso, estuve investigando y no hay pruebas de nada, a pesar de que tu esposo le dio pase libre a la policía a la empresa”.
“Tiene que haber algo en alguna parte, no es justo que mi padre haya muerto señalado por todos como un delincuente”.
Javier guarda silencio. Me pongo de pie y él lo hace también.
“Lo siento Cat, pero sin pruebas la ley no podrá hacer nada en contra de Carlos Navarrete”.
Miro hacia un punto aleatorio de la pared sintiendo como la impotencia se apodera de mi ser.
Suspiro.
Javier se acerca a mí, lo miro pienso que me abrazará, pero a la vez sujeta mi cintura atrayéndome hacía él y dándome un beso que no me espero, ni si quiera cierro los ojos por que los tengo abiertos ante su beso inesperado. Con mis dos manos me aparto de él.
“Javier, yo no”.
“Cat, lo siento, no pude evitarlo, perdóname, pero es que me duele tanto verte sufrir”.
Limpió mi boca con la mano, necesito que entienda que no siento más por él que solo agradecimiento.
“Mándame el video por favor, tengo que irme”.
Salgo disparada fuera de la oficina corriendo sin mirar atrás hasta llegar al ascensor cuando me giro veo a Javier fuera de su oficina, nuestras miradas se encuentran y yo oprimo el botón a la planta baja.
Las puertas se cierran. Cinco minutos después cuando el taxi estaba en camino a casa me llega una notificación del video recibido de mi padre junto a una nota que dice [Perdóname Ca].
Miro a través de la ventana, no se cuánto tiempo ha pasado, pero pronto el cielo comienza a oscurecersé preguntándome si alguien habrá notado mi ausencia además de Idelina.
El taxi se estaciona frente a la puerta principal, bajo del auto, le doy un billete al chofer y entro a la casa. Todo esta oscuro y silencioso. Sin hacer ruido me quito los zapatos y subo las escaleras rápidamente. Una vez que llego a mi habitación suspiro, por que al fin podré estar en mi cama.
Abro la puerta, entro lentamente y cierro a mi espalda. Dejo los zapatos en el suelo y enciendo la luz. Pero cuando la luz se enciende no puedo evitar soltar un grito de susto al ver la figura de Elian frente a mí. Me mira fijamente sin expresión en su rostro.
“¿Dónde estabas?”, pregunta en tono frío. Es la primera vez que me dirige la palabra en tantos días. Mi corazón late con fuerza como si quisiera salir de mi pecho, su cercanía me pone nerviosaes, difícil saber si es de emoción o de temor.
Di un paso atrás, su mirada me intimidaba.
“Yo… em… fui con Cristal a la pastelería de su mamá”.
Elian deja caer la mano sobre el taburete de al lado.
“¡No mientas Catrina!”, grita furioso haciendo que me sobresalte. Da un paso adelante y yo retrocedo sintiendo tomo mi espalda roza con la pared.
“Te vieron en el búfete del abogaducho”.
“¡No es un abogaducho y se llama Javier!”, lerespondo alzando la voz, estoy harta de su actitud, de que me ignore y cuando me hable sea solo para esto. Si quiere discutir adelante. Hagámoslo. Sentía como me hervia la sangre del coraje por lo que había visto en los noticieros de él y Angelica.
Elian acerco su rostro sombrío al mío, casi pude sentir su aliento en mi nariz. Cuando abro los ojos angustiada al ver que se quito el saco que llevaba puesto y lo arrojó al pequeño sofá de descanso y comenzó a desabotonarse la camisa.
“¿Qué haces?”, le pregunto asustada. No me contesta.
Me escabullo rápidamente tratando de abrir la puerta para huir. No me siento preparada para volver a tener intimidad con él mucho menos después de todo lo que ha pasado.
Pero mi intento se echa a perder cuando veo que su mano pasa cerca de mi cuello empujando la puerta con fuerza impidiéndome que pueda salir. Me giré. Elian ya no tenía la camisa puesta, estaba en el suelo. Mis ojos fueron a dar a su cuerpo viendo como llevaba sus manos ahora al cinturón.
Mordí mi labio. No era de esta manera como pensaba que sería una reconciliación. Corrí hasta el otro lado de la habitación alejándome de él. No se quitó el pantalón. Camino hasta mí con esa mirada que me atemorizaba. Nunca me había visto de esa manera.
¿Este era el verdadero Elian del que todos hablaban? Despiadado y egocéntrico. El que pensaba que era una asesina y por eso se portaba como un idiota conmigo.
“¡No quiero!”, grite con los ojos enrojecidos.
“¿No quieres?”, pregunta furioso.
“Pero si quisiste abortar a nuestro hijo”.
Escuchar esas palabras llenas de ira me petrificaron. Eso era lo que él pensaba de mí. Como podría demostrarle que no lo había hecho. ¿Cómo?
“Yo no lo hice, jamás lo haría”, espeté sintiendo un nudo en la garganta, tragándome las ganas de llorar frente a él.
“Yo lo amaba, al igual como te amo a ti”.
En ese momento mi garganta me traiciono por que mi voz se quebró. Por un momento sentí como su mirada de odio desapareció, desvió su mirada de mí para luego apretar los dientes mirándome fijamente. Podía ver su dolor, me dolía también ambos estábamos sufriendo la perdida de nuestro hijo, pero dolía más que fuera de esta manera.
POV Catrina Vidal
Elian estaba en silencio y yo no me atrevía a hablar. Podía notar como debatía en su interior. Se acerco a mi rodeando mi cintura con firmeza. Esta vez no hui. Su cercanía éra como un imán para mí.
Lo necesitaba, anhelaba su tacto. Acomode mis manos en su pecho desnudo, extrañaba sentir esta sensación de su piel en la mía. Posó en silencio su barbilla en mi frente. Me atrevía alzar la mirada buscando sus labios. Él era mucho más alto que yo y si no lo deseaba no bajaría su rostro para que pudiera besarlo.Y no lo hizo, al contrario.
Fue bajando poco a poco, chocando mi mejilla con la suya, rozando su nariz con la mía hasta que se detuvo cuando llego a la altura de mi boca. Nos miramos fijamente. Mi corazón latía desembocado. Sin embargo, estaba preparada para el rechazo, a pesar de que afancé mis manos a sus brazos.
De pronto bajo sus manos hasta mis nalgas alzándolas en el aire mientras rodeé con mis piernas su cintura colgándome de él como si fuera un mono. Exigió mis labios, se los entregue sin ataduras. Nos besamos como si no hubiera un mañana. Eran besos entremezclados frenesí, pasión, amargura y dolor. A pesar de eso le necesitaba. Me deposito en la cama acomodándose entre mis recibía sus caricias y besos pensé piernas. Mientras en que tal vez, sólo tal vez nuestro amor aún no estaba muerto.
Por la mañana cuando desperté mi cuerpo estaba adolorido. El pensar en la manera en que estuvimos juntos, la rudeza de sus caricias y sus besos, la manera en que yo le exigía que no se apartará que continuará besándome, penetrándome, me daba vergúenza.
Nunca antes había hecho el amor de,esa manera. Deseaba girarme para ver el otro lado de la cama. No sentía a Elian pero tenía miedo de verlo ahí. No se cuantos minutos estuve debatiéndome entre girarme o no, hasta que decidí hacerlo.Y ahí estaba él. Profundamente dormido, con la sábana tapando hasta la altura de su cintura.
Salí de la cama tratando de no hacer ruido, pensé que si entraba al baño y me tardaba bañándome tal vez el ya no estaría para cuando saliera. Él tenía que marcharse al trabajo y en esta habitación no había ropa suya ya que me regreso a la habitación en la que estuve cuando apenas nos conocimos. Todas sus cosas estaban en la otra.
Cuando salí tel baño ya no estaba, pude respirar de alivio. Al menos así no tendría que soportar su mirada feroz. Al menos ya era un avance que en lugar de haberse ido se hubiera quedado a dormir conmigo. Planeaba ser paciente, en algún momento tendríamos que hablar de nuevo, con calma y pausado. Por ahora no quería presionarlo puesto que no sólo yo estaba sufriendo, él también lo hacía.
Al salir de mi habitación vi que salió de la suya.
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