Amarte es mi capricho -
Capítulo 50
Capítulo 50:
“Elian estuvo aquí ayer, no se ha quedado en el hospital después de eso, dudo mucho que venga, ahora como doctora y no como tu cuñada, te sugiero que descanses, guardes energía por que la vas a necesitar”.
Alzo la mano para pedirle que se quede, pero limpia su mejilla de una lagrimita. Sale huyendo de la habitación.
Cierro los ojos con fuerza, tratando de recordar, pero no puedo. Lleyo mis manos al vientre. Vuelvo a llorar en silencio, estoy sola de nuevo. Mi padre, Cookie y mi bebé ya no están. Me abrazo a mi misma recostándome en posición fetal.
Mi bebé, tenía apenas unas semanas, pero tenía la ilusión de que lo tendría en mis manos cuando naciera, lo amaba, yo no podría hacer lo que ellos dicen. Yo no me atrevería a abortarlo, menos cuando su padre era el hombre que amo. ´Alguien debió hacerme esto… pero ¿Quién?´.
En todo el día no recibo más visita que la de los enfermeros, que a cada tantas horas vienen a checar como estoy de salud. Hacen las mismas preguntas siempre, si hay nauseas, si hay dolor, si hay fiebre. Pero nadie más. La noche llega, mi sufrimiento se amplifica, me lamento en silencio por todo lo que ha pasado en mi vida desde que mi padre se fue.
Nunca pensé que la vida sería tan difícil. Mi madre siempre hablaba sobre los ángeles guardianes.
Sonrío irónica. Decía que todos los niños tenían un Ángel de la Guarda que siempre los cuidaba, no se si a mi me abandonaron cuando mamá murió, por que no creo que yo tenga uno. Tampoco se si Dios me ha abandonado. Aprieto con fuerza las sábanas ahogando mis lamentos de dolor.
A la mañana siguiente el ruido de la puerta hace que abra mis ojos hinchados y rojos. Siento una pizca de emoción al vér a Idelina.
“Mi niña”, esboza mientras solloza, me abraza, lloramos.
“¿Tú también crees que mate a mi bebé?”.
Niega.
“Yo no sé que paso mi niña, pero no creo que hayas sido tan cruel para atentar contra tu propio hijo”.
“Jamás lo haría Idelina, no entiendo cómo es que dicen que tome pastillas si no lo recuerdo”.
Me mira compasiva mientras aprieta mis manos con suavidad.
“He trabajado tantos años para la familia Brin, escuchando las conversaciones en silencio, conozco muy bien a cada miembro de la familia, casi podría apostar a que esto es obra de la Señora Angelica, ella es una mujer muy cruel, siempre me pregunte que le veía el señor Elian”.
“Angelica”.
Asiente.
“El día que llegaste a la casa de los Brin te metiste en la boca del lobo, niña”.
Me muerdo el labio.
“Yo como iba a saber”, sollozo.
Me abraza de nuevo.
“Elian tiene que darse cuenta de que hay personas que quieren separarlos”.
La miro. En eso el Asistente Gómez entra a la habitación con Sally.
“Catrina, te daré de alta en unos momentos, podrás irte a casa, Gómez ha venido por ti, Idelina te cuidará, he dicho los cuidados que debes tener para que puedas recuperarte”.
“¿Elian vendrá?”, pregunto.
Ellos se miran entre sí. Bajo la mirada, entendiendo la respuesta, no vendrá. Elian también cree que soy una asesina. Me odia.
“Señora, he traído un cambio de ropa”, dice Gómez tratando de cortar el silencio.
Sally se acerca a mi tomando mi mano. Respira hondo. Nos miramos.
“¿De verdad crees que yo lo hice?”, repito la pregunta de ayer.
Frunce los labios.
“No es lo que yo crea Cat, lo que importa es lo que mi hermano piense, estaré al pendiente de ti”, me dirige una leve sonrisa.
Gómez y ella salen de la habitación para que Idelina me ayude a cambiarme. Mis movimientos son lentos y torpes, me duele mucho el vientre. Como puedo me visto.
Cuando llegué a casa, no había nadie. No escuché ruidos. El auto de Elian no estaba. Gómez me ayudó a subir a mi habitación, pero grande fue la sorpresa cuando me llevo a mi antigua habitación no a la habitación de él. Era claro que no quería verme. Entonces, ¿Por qué pidió que fueran por mí al hospital?
Los siguientes días fueron un tormento. No me atrevía a salir de la habitación por el miedo de encontrarme con Elian. Había recordado su mirada llena de odio mientras trataba de estrangularme, era horrible y cada vez que lo recordaba todo mi cuerpo estremecia de terror.
Elian tampoco me visito. Los días pasaban, era la misma rutina de siempre. Me levantaba, me aseaba, me sentaba en el pequeño sofá acurrucando mis rodillas en el pecho mirando las copas de los árboles a través de la ventana esperando a que las horas pasaran para irme a dormir y ver pasar el día de nuevo de la misma manera.
“Mi niña me preocupas”, escuché la voz de Idelina a mi lado, no me di cuenta cuando entro a mi habitación.
“Deberías comer un poco por tu salud, el bebé se fue por alguna razón que no sabemos, pronto llegará otro bebé que alegre tus días”.
La mire sonriendo de manera sarcástica.
“¿Crees que tendré un bebé si ni si quiera he visto a mi marido desde hace tres semanas?”.
Idelina bajo la mirada. Tanto ella como yo sabíamos que Elian no deseaba verme. No se que estaba haciendo en esta casa. Tal vez hubiera sido mejor que me echara.
POV Catrina Vidal
Una semana después me sentía más animada, aún recordaba a mi bebé con melancolía, pero en algunas de las cosas que Idelina me decía para animarme tenia razón. Ya que estaba aquí, debería hacer por hablar con Elian, Por que no sabía cuál sería el futuro de nuestra relación.
Aunque lo quisiera no podía vivir el resto de mi vida encerrada en esta habitacióans, asi como él no podría vivir ignorándome toda la vida. Así que decidí salir. Idelina me había dicho que él ya había llegado a casa y le había pedido que preparara algo especial para la cena.
Ese día me bañe, me cambie y me peine. Me puse unos pantalones de tela con una blusa fresca.
Baje las escaleras directo al comedor donde todos ya estaban sentados.
Sally, Camila, Elian y…. Angelica.
En cuánto nuestras miradas se cruzaron mi corazón latió fuertemente avisándome que ella era. Ella estaba tras lo ocurrido con mi bebé, podía sentirlo.
Pero tenía que encontrar la manera de desenmascararla por que si se lo decía a Elian jamás me creería.
Caminé, tomé asiento.
“Buenas noches”, salude en voz baja.
“Buenas noches”.
Sally fue la única que me respondió. Los demás parecían ignorar mi presencia. Él ni si quiera volteo a verme. En cambio, de vez en cuando Angelica acariciaba la mano de mi marido, dirigiéndome una sonrisa macabra. Él no la quito. Apreté los dientes. Miré fijamente a Elian buscando, sú mirada, pero no la encontré. Esto era una perdida de tiempo.
No debí haber bajado. Me puse de pie de nuevo, me gire y camine de regreso a mi habitación. Me encerré, me dejé caer en la cama y me abracé a la almohada. ´Esto era un infierno´.
Mi espalda se tenso cuando escuché como la perilla de la puerta giró. Me quede inmóvil. Abri los ojos de manera enorme al sentir el aroma de su fragancia. Pero no escuché pasos. Si mí intuición no me fallaba estaba detrás de mi inmóvil, observándome.
No me atrevía a girarme por que no tenía energías para una pelea. En estos momentos lo que necesitaba era una frase de consuelo, pero sabía que no la obtendría de él. No se cuántos minutos pasamos asi, cuando por fin me atreví a mirar, el ya no estaba. Pero la puerta estaba abierta. Me levante de inmediato a cerrarla.
A la mañana siguiente por primera vez en muchos días decidí encender mi móvil. Tenía más de ciento cincuenta llamadas y mensajes de Cristal pidiéndome que cuando me sintiera mejor la llamará. Mordí mi labio, pensativa. Marqué su número y la llame.
“Cat, ¿Cómo has estado? Me tienes con un alma en el hilo”, me responde de inmediato.
“Sobrevivo”, le contesto con desanimo.
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