Amarte es mi capricho -
Capítulo 48
Capítulo 48:
´Otra vez no´, pensó.
“Por favor no me lastimes”, su voz se quebró, estaba realmente atemorizada. Intento levantarse y correr, pero sus esfuerzos fueron en vano.
Aquel hombre con pasamontañas color negro, se abalanzó sobre ella sacando un pañuelo de uno de los bolsillos traseros del pantalón poniendoselo a Cat en la boca. Ella se dio cuenta que era el mismo olor de la última vez que la atacaron.
Sus nervios comenzaron a invadirla por que sabía que como aquella vez perdería el conocimiento. Poco a poco sus fuerzas por zafarse de aquel tipo fueron cesando hasta que cerro los ojos.
El hombre cargo a Catrina como una muñeca, aunque antes la había cargado, ahora estaba mucho más pesada por ´el embarazo” pensó, agito su cabeza para deshacerse de ese pensamiento y camino con ella en brazos lo más rápido que pudo para evitar que lo vieran. Una vez que llego al auto una rubia exuberante lo esperaba.
“¿Por qué te tardaste tanto?”, le preguntó exhasperada.
“Cállate y arranca”, le ordenó de malos modos.
Angelica lo asesino con la mirada, como es que este imbécil se atrevia a hablarle asi, si no fuera por ella su padre jamás lo hubiera contratado en su equipo de trabajadores más cercanos. Pero se trago el coraje y piso el acelerador a fondo.
Detuvieron el auto en un motel de mala muerte a las afueras de la ciudad donde nadie los reconocería, además de pagarle una enorme cantidad de dinero al dueño para sellar sus labios. Era un conocido de Carlos por lo que estaban seguros de que no tendrían problema con eso.
Una vez dentro de una de las habitaciones, Carlos dejo caer el cuerpo inerte de Catrina sobre la cama, por unos segundos su vista se quedo quieta en el borde de su vestido, se perdió admirando sus piernas, siempre quiso hacer suya a Catrina.
“Deja de verla, es el enemigo ¿Recuerdas? Te despidió de la empresa o acaso es que extrañas a tu noviecita”, esboza un puchero a manera de broma.
“No tienes que recordármelo”, dijo con enfado mirando a la rubia.
“¿Qué haremos con ella?”, pregunto.
Angelica lo había llamado tan de sorpresa que ni si quiera sabía cual era el plan de acción que tomarían, aunque estaba preparado para escuchar lo peor, de esta familia ya todo se podría esperar.
Angelica saco de su bolso unos guantes de látex se los puso para no dejar rastro de huellas, saco un frasco blanco de pastillas con descendencia dudosa.
“¿Qué es eso?”, le pregunto Carlos con intriga, ¿La iba a envenenar?
“Son pastillas para abortar”, soltó con una sonrisa malévola.
“Elian pensará que Catrina lo hizo a propósito, el mismo se encargará de destruirla y vendrá hasta mí corriendo”.
Carlos frunció el ceño.
“Y a todo esto, ¿Yo que gano?”.
“No seas tonto, quieres que descubran que quien hizo el fraude de Nubak fuiste tú”.
“Pero quien me contrato para hacerlo fuiste tú ¿Ya se te olvido?”.
“Por eso es por lo que estamos juntos en esto… por eso es que me ayudarás”.
“Entonces rápido, que no tengo todo el tiempo del mundo, pueden comenzar a buscarla”.
Angelica diluyo varias pastillas en agua, por casi una hora estuvieron introduciendo el líquido con las pastillas diluidas en la boca de Catrina mientras se mantenía inconsciente, tuvieron cuidado de que no se ahogara hasta pasar todo.
Después de encargarse de no dejar nada de evidencia. Pusieron el frasco de Catrina en la mano.
Tomaron varias fotografías para futura evidencia y se marcharon dejando a Catrina inconsciente, esperando que las pastillas pronto hicieran efecto.
Unas horas más tarde Catrina despertó confundida y desorientada. El tremendo dolor en el vientre termino de despertarla, quiso moverse, pero el dolor aumentaba conforme respiraba, como pudo se sentó sobre la cama mirando de manera grotesca como de su pierna escurría un pequeño hilo de sangre ´mi bebé´ pensó con terror.
Miro el frasco de pastillas que estaba en la cama. No tenía etiqueta. No recordaba mucho, sólo que había ido a visitar a su madre al cementerio, después de eso nada.
Como pudo y apoyándose de los pocos muebles que había en la habitación, camino hasta el teléfono donde marco el teléfono de Elian, pero estaba apagado.
Sintiendo como sus energías desaparecían, su vista se nublaba de nuevo. Marco el teléfono de Sally.
“Cat, ¿Cómo estás?”, escucho su voz alegre.
“Sally, necesito tu ayuda, estoy muy mal, me estoy desangrando”, sollozo.
“¿Qué? ¿Dónde estás?”, pregunto exaltada a la vez preocupada por su cuñada y su sobrino.
Catrina dio un paso hacía la ventana viendo el enorme anuncio que decía Motel “La Reina”.
“En el Motel “La Reina” ayúdame por favor”.
Su teléfono resbalo de su mano cayendo hasta el suelo. Su vista termino de nublarse, cerro los ojos temiendo lo peor por su bebé pero no le quedaban más fuerzas, Cayó de rodillas al suelo, sintió un dolor tan punzante en el vientre que tuvo que arquearse para poder soportarlo, llevo sus manos al vientre.
´Por favor resiste hijito´, lloró, ´por favor… por favor.., tú no te vayas… eres lo mas valioso que tengo… te amo hijo…´ pensaba mientras su cuerpo enteró reposaba en el suelo sin poder moverse.
POV Elian Brin
Cuando llegué a casa Cat no estaba, la busqué en nuestra habitación, en la cocina y el jardín. Nada. La llame un par de veces sin obtener respuesta, mi móvil se apago y no tuve más remedio que ir a mi despacho.
Tal vez lo mejor era darle espacio, había pasado por tantas cosas en los últimos días que seguro estaba enfadada, sin embargo, tomé el teléfono y llamé a mi asistente pidiéndole que fuera a buscar en el sistema a mi esposa.
El auto de ella se guiaba por de GPS así que no sería muy difícil adivinar donde estaría.
Me quité el saco sintiendo mis movimientos mucho mas libres, serví un vaso de whisky dejándome caer sobre el sofá de mi despacho. Me aflojé la corbata. Se supone que Cat y yo deberíamos estar haciendo esas cosas que hacen los padres primerizos como escoger ropa, pañales y ese tipo de cosas en lugar de estar alejados.
Antes, jamás pensé en la idea de tener hijos, no era algo que estuviera en mis planes, sin embargo, ahora la idea de tener un hijo con Cat me emocionaba.
No se cuánto tiempo estuve divagando en mis pensamientos hasta que el sonido del teléfono llamó mi atención, me levanté a responder.
“Señor”, escucho la voz de mi asistente.
“Dime Gómez, ¿Dónde está mi esposa?”.
Siento como vacila al hablar mientras frunzo el ceño con impaciencia.
“Encontré el auto de la señora en un motel a las afueras de la ciudad, el encargado dice que la señora llego sola, que hace unos momentos entro una ambulancia por ella y se la llevaron, iba inconsciente y desangrándose, pedí revisar la habitación, encontré un frasco con pastillas encima de la cama”
Un escalofrío recorre mi espalda. No doy crédito a lo que escuchó.
“¿Estás seguro?”, suelto incrédulo.
“Si señor, estoy aquí en estos momentos”.
Me llevo una mano al rostro mientras camino desesperado.
“¿A dónde se la llevaron?”, le pregunto mientras tomo mi saco y me lo voy poniendo.
“Al hospital de alta especialidad”.
“Ahora voy”, digo para después colgar.
Miles de pensamientos se vienen a mi cabeza el principal de ellos, se intento suicidar. La culpa me carcome por dentro mientras salgo de casa y entro al auto.
Debí notarlo. Piso el acelerador a fondo. Respiro profundo mientras trato de calmarme pero no puedo más con la preocupación de pensar si estará bien o nuestro hijo lo estará, no puedo evitar pensar en lo peor. ¡Carajo! ¿Por qué lo hiciste Catrina? Llego al hospital pregunto por Catrina en la recepción.
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