Amarte es mi capricho
Capítulo 40

Capítulo 40:

“La última vez que vieron a tu padre fue en  Veracruz, cerca de Xalapa”.

Aprieto los dientes. Me pongo de pie y aprieto su camisa a la altura del pecho con todas mis fuerzas, Elian se sorprende de ese gesto.

“¿Cómo sabes eso?”.

“Por que contrate un investigador”.

“¡Mientes! ¡Por que lo haces!”.

Elian se queda sorprendido por mi respuesta.

“¿Tú sabes donde esta Catrina?”, me escudriña con la mirada.

Doy un paso atrás.

“Si lo sé”.

“¿Dónde?”, su voz cambia a una más seca.

“Jamás lo sabrás, no pienso decírtelo”.

“¿Cómo ayudaré a tu padre si no puedo encontrarlo y hablar con él?”.

“¿Cómo poder confiar en ti si me ocultas cosas Elian?”.

Me siento decepcionada, aún no puedo creer que me haya enterado de esta manera por Angelica, justo hoy que hemos descubierto que estoy embarazada. Que futuro le espera a nuestro hijo con una vida llena de mentiras como esta que llevamos.

Me mira arrepentido.

“Por que tendremos un hijo Cat, por que me he jurado protegerte de todos incluso de tu padre si es culpable ¿Cómo poder confiar en alguien que huye de la justicia?”.

Me abrazo a mi misma para después encontrarme entre sus brazos.

Respiro profundo el aroma de vainilla amaderada de su fragancia. Sus abrazos son mágicos. Me hacen sentir por un segundo que a su lado todo esta bien, sin embargo, no lo está.

“¿Me dirás donde esta?”, pregunta de nuevo pero esta vez con un tono de voz más dulce.

Niego con la cabeza. No pienso decirle donde esta mi padre, lo conozco y creo firmemente que alguna razón debió tener para huir de esa manera.

“No Elan, no traicionaré a mi padre”.

Elian ladea la cabeza, puedo ver como esta disgustado.

“Bien”, se separa de mi.

“Tarde o  temprano la policía lo encontrará, entonces tendrá que enfrentar el juicio en su contra”.

Su voz cargada de autoridad me enfada. Lo miro en silencio. También mé mirá.

Luego de unos segundos en lo que no hay nada que decir, en los que siento que algo entre nosotros se ha roto, sale del despacho. Cuando salgo Elian esta en el salón tomando una copa con el gobernador mientras Camila y Angelica platican al otro lado de la habitación me miran como sí hablaran en voz baja sobre mi.

Me doy cuenta de que en este momento no hay espacio para mí. Salgo de la casa. En mi mente sólo hay una persona que tal vez pueda ayudarme con el asunto de mi padre. En cuánto estoy afuera del sector residencial tomo un taxi.

“¿A dónde la llevo señorita?”, pregunta el chofer.

Me muerdo el labio, dudosa.

“Al Bufete del abogado Cuellar”.

POV Catrina Vidal

Bajo del taxi, le pago al chofer y camino hacía el interior del edificio donde se encuentra el bufete de abogados de Javier. En el interior me recibe su secretaria de manera amable, me dice que él está en una reunión pero que espere en la sala.

Asiento.

Me ofrece un té, pero le pido agua, estas nauseas aun no desaparecen, involuntariamente llevo mis manos hacía mi vientre.

´Prometo que probaremos la inocencia del abuelo, bebé´. Pienso en mi interior.

Suspiro, tomo asiento en el sillón esquinado de la recepción del bufete. Mi móvil vibra, miro la pantalla es una llamada de Elian, imagino que debe estar enfadado por la manera en que salí de casa, aún me siento decepcionada. Sin embargo, lo amo. No contesto en cambio miro hacía el exterior a través del enorme ventanal.

Entonces la puerta de la oficina de Javier se abre y lo veo salir junto a dos hombres más, todos vestidos de traje a la medida. En cuánto Javier me mira, veo como me sonríe de manera tímida a la distancia. Se despide de los hombres con un apretón de manos y me pongo de pie.

Se acerca a mi cuando los hombres se alejan.

“Catrina, no pensé que te volvería a ver después de ya sabes”, sonríe con timidez bajando la mirada y llevándose la mano a la nuca.

Me siento apenada.

“No tienes que decirlo Javier, siento no poder corresponderte de la manera que tu quisieras, soy una mujer casada”.

Tuerce la boca de lado.

“Lo sé, ¿Pero a que debo tu visita?”.

Juego con los dedos de mis manos.

“Quisiera hablar sobre el asunto de mi padre”.

“Ven, hablemos en mi oficina”.

Lo sigo. Tomo asiento frente a su escritorio, reposando mis manos sobre mis piernas. El toma asiento en su silla frente a mí, miro como saca unos documentos de un montón de carpetas de los cajones y comienza a hojearlos.

“Por aquí estaba… aquí es, mira”, me extiende algunos documentos.

“He estado trabajando en el caso a pesar de que pensé que no nos volveríamos a ver, es un caso muy complejo por que pareciera que no hay pruebas de nada, excepto eso”.

Veo la carpeta, es una orden de compra de medicamentos para personas que tienen cáncer, la compra fue hecha por cien millones de pesos por el gobierno del estado.

“¿Esto que tiene que ver con la desaparición de mi padre?”, pregunto confundida.

Javier frota su barbilla.

“Uno de los principales clientes de la empresa farmacéutica de la que ahora es dueño tu esposo, es el gobierno federal, Nubak es el principal proveedor de medicamentos del Estado, existe la posibilidad de que tu padre haya desviado recursos de las compras hechas por el estado. Por lo cual en caso de que fuera culpable, él decidió desaparecer”.

Muerdo mis labios pensativa.

“¿Has hablado con tu esposo sobre el tema?”.

Alzo la vista, niego, si supiera que Elian ni si quiera me había dicho que podía ayudar a papá desde un principio y no to ha hecho.

“He decidido mantener mi esposo separado de este asunto”, le explico.

El asiente, le entrego de nuevo los documentos,

“¿Hay algún problema que tenga tu esposo con tu padre?”, inquiere, mi espalda se tensa.

“No… ellos ni si quiera se conocían, mi padre se fue unos días antes de que Elian comprara la empresa”.

“Okey”.

“¿A que van estas preguntas Javier?”.

Tengo miedo de descubrir algo que pueda hacerme pensar que Elian hubiera hecho algo en contra de papá.

“Pregunto por que, sería tan fácil como que el nuevo dueño de Nubak retirara los cargos en contra de tu padre, pero las denuncias aún siguen, es lo raro, siendo que tú y él tienen un matrimonio”.

Bajo la vista avergonzada.

“¿Dije algo malo Cat?”.

Niego.

Siento impotencia, pareciera que nunca podré ayudar a mi padre.

“¿Hay algo más que se pueda hacer? Pero sin tener que involucrar a mi marido en esto?”, títubeo.

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