Amarte es mi capricho
Capítulo 36

Capítulo 36:

Lo asesino con la mirada. Le doy un golpe con el puño olvidando que es la mano que me duele. Grito de nuevo de dolor.

“No hagas eso, te lastímaras”.

“Es tu culpa,¡Tu me sedujiste primero Elian Brin!”.

Elian ríe.

“Te paseabas por el salón como niña boba, atrayendo las miradas de los presentes por el hermoso vestido que llevabas puesto ese día hasta que chocaste conmigo”, abro los ojos incrédula.

“Eras tú”.

Asiente con sonrisa triunfante.

“Desde ese momento en que te vi, quise tenerte, algo en ti llamaba mi atención, a la distancia no podía apartar mi vista de ti, fue cuando me percaté que algo no andaba bien, eras demasiado distraída como para haberte dado cuenta que estabas tomando una bebida adulterada, mantuve la vista en ti, hasta que por un descuido te perdí, entonces salí al jardín y lo demás ya lo sabes”.

“Elian”, mi voz me tiembla.

“Mi versión contigo empieza en el momento en el que casi chocamos, tu voz diciéndome niñata, aún la recuerdo, luego me salvaste, me has salvado en repetidas ocasiones y te lo agradezco, incluso por aguantar mi humor, mis enojos… sé que no eres un hombre de demostrar tus sentimientos pero a veces tengo miedo de entregarme por completo”,  una lagrimita resbala de mi mejilla.

“Quiero una relación donde pueda expresar lo mucho que te amo y saber que tu lo sientes también, que no existe la más mínima posibilidad de que ames a otra mujer, quiero ser feliz Elian”.

Entrelaza sus manos a las mías y las besa.

“No hay nadie más en este frio corazón que tu presencia, me has sacado por completo de la oscuridad en la que fui preso, si necesitas escucharlo para estar tranquila, Cat, te amo”.

No puedo explicar la alegría que sentí cuando lo dijo, dijo que me amaba. ¡Elian Brin me ama! Lo abrazo con todas mis fuerzas.

“Te amo Elian”.

Busco sus labios para besarlo. Me besa de manera tierna no precipitado, lo que me hace alzar la ceja.

“¿Qué pasa?”.

“Tengo que revisar tu mano, ¿Te duele mucho?”, mueve mi muñeca de arriba abajo, me quejo.

“Creo que es un esguince, vamos al hospital ahí te revisaré”.

“¿Tu lo harás?”.

“Claro, soy médico, ¿Recuerdas?”, suelta con arrogancia, entrecierro los ojos dirigiéndole una sonrisa divertida.

“Ademas el hospital es mío”.

“Nuestro”, le digo, recordando las palabras que me dijo hace unos momentos.

“Nuestro”, repite, acercándose acechante a darme un beso en la frente mientras que aprieta uno de mis muslos con su mano libre.

POV Catrina Vidal

Yo no tenía la menor idea de que Elian era el propietario del Hospital Médico General de alta especialidad de la Capital. No se cuántas horas pase inconsciente pero ya el sol comenzaba a salir de nuevo, estaba amaneciéndo, miraba a Elian pero parecía que no tuviera sueño.

“¿Desde hace cuánto tiempo eres propietario de este hospital?”,  le pregunto a Ellan cuando aparca el auto en el estacionamiento del hospital.

Sonríe.

“Desde hace cuatro años, ¿Por qué la pregunta?”.

Muevo la cabeza hacía ambos lados para luego encogerme de hombros.

“Es curiosidad, como siendo tan joven ¿Pudiste hacerte de todo esto?”, exclamo verdaderamente sorprendida, veo como el rostro de Elian se ensombrece. Sonríe de manera amarga.

“Tiene sus ventajas ser pareja de la hija de un gobernador, mucho de lo que tengo se lo debo a mi ex suegro”.

“Ya veo”, suspiro, no debí haber preguntado.

“Acepte favores en el pasado, que me hicieron ser lo que soy ahora, pero eso no quiere decir que todo es fácil, he tenido que invertir mucho de mi tiempo en el trabajo para poder, progresar por mi mismo, la fortuna que tengo ahora no se compara en nada con lo que comencé en aquel tiempo”.

Asiento.

“Estoy orgullosa de ti Elian”, digo apacible.

Me dirige una sonrisa y acerca sus labios a los míos.

Me embriago con su aliento a menta.

“Gracias, no suelo escuchar eso muy seguido”, dice una vez que se separa de mi para salir del auto. Camina alrededor del auto abriendo la puerta de mi lado, me ofrece la mano para ayudarme a salir.

Mi sorpresa es cuando entrelaza su mano a la mía para caminar juntos al interior del hospital. La gente nos mira, pero puedo sentir el respeto que le profesan. Elian saluda a uno que otro médico que nos encontramos en el camino, me presenta como su esposa lo que me hace sentir que casi floto en el aire, me encanta cuando dice que soy su esposae,s como si fuera un sueño tener como esposo a un hombre tan maravilloso como él.

Llegamos a un consultorio en el segundo piso. Cierra la puerta, me dice que me siente en la camilla. Observo como se quita el saco con estilo dejándolo sobre una de las sillas donde se sientan los pacientes y toma de un pequeño closet una bata de doctor.

“Me encanta que mi esposo sea multifacético”, río.

“Un día es senador, el otro empresario y al siguiente doctor, eres un hombre increíble sabes”.

Puedo ver sonrojan, es la como las mejillas de mi esposo se primera vez que logro ese efecto en él, sin embargo, sonríe con picardía.

“Lo sé”, dice con disimulada arrogancia.

“Soy un hombre perfecto”.

Entrecierro los ojos de manera juguetona.

“Y humilde además Señor Brin”.

Ríe entre dientes ante mi sarcasmo. Comienza a de examinar mi mano, la toca  en puntos clave, luego me frota una pomada que no  se que es y por último me coloca un inmovilizador de muñeca.

“No hay fractura, pero deberás tener esto puesto al menos unos quince días”.

Intento mover los dedos, pero esta cosa me dificulta.

“Como podre trabajar en la computadora si no puedo teclear”, pregunto asustada.

“No tienes que trabajar, descansa”, dice con simpleza.

Frunzo el ceño.

“Ah no Señor Brin, eso no, no pienso quedarme en casa esperando a que  llegues del trabajo,  mientras me muero del aburrimiento en casa, así no funcionan las cosas”.

“Ahí esta mi madre no creo que te aburras demasiado”, suelta con mofa.

“Acaso pretendes que me siente a tomar el té con ella, ¡Ni loca!”, replico, dando un salto al suelo poniéndome de pie.

Pone sus manos en los bolsillos, me mira con diversión, jala de mi mano y me lleva hasta el otro lado de su escritorio, sienta y me sienta en su regazo frente a él.

“Esta bien, ve a la empresa”,  acaricia el borde de mi top introduciendo sus dedos en mi pecho con la intención de acariciarlos.

Respiro profundo permitiéndome perderme en su mirada por unos segundos. Elian ladea un  poco la cabeza, toma un mechón de mi cabello y comienza a jugar con él.

“¿Qué has hecho conmigo Cat?”, susurra.

En ese mismo instante levanto la cabeza rápidamente al escuchar como la puerta se abre chocando con la pared. Camila entra sin dejar de mirarme con furia. Elian no se mueve, yo menos. Cierra la puerta a su espalda.

“¿Ni si quiera tienes la poquita decencia de avisarle a tu madre que estás en la ciudad?”, gruñe y se pone las manos en la cintura, esperando la respuesta de su hijo.

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