Amarte es mi capricho -
Capítulo 34
Capítulo 34:
Las puertas del elevador se abren cuando llego al piso de la oficina de Elian.Antes de salir recompongo mi postura y regreso a mi papel de hace un momento. Al verme, la secretaria que ayer me juzgaba con mirada me mira con miedo. Se ha puesto de pie al instante.
Me detengo frente a su escritorio.
“En dos días el Ceo regresara, necesito que me acondicionen la oficina que esta a un lado, es la del gerente general ¿O no? La misma que fue del Gerente Francisco Vidal y después Carlos Mata”.
“Si señora, es la misma, enseguida pediré que se la acondicionen”.
“Muy bien, también necesito un espacio para mi nueva asistente personal”.
La secretaría de mi esposo me mira incrédula y burlona, como si todo lo que le acabo de decir fuera un chiste.
“¿Usted será la nueva gerente de la empresa?”, lanza la pregunta.
´Gerente´ esa palabra me da mucho miedo. Ni si quiera se en que consiste eso. Lo único es que a veces papá trabajaba hasta más de media noche tratando de mantener a flote la empresa. Por ahora creo que así lo dejaré mientras Elian regresa.
“¿Crees que no soy apta?”, respondo con otra pregunta, para no tener que responder la anterior.
“No quise decir eso señora”.
La miro asesinándola con la mirada. Pero luego veo que Gómez sale del elevador y entro a mi oficina. Él entra después de mí.
“Dime la verdad Gómez, ¿Crees que me pase un poco al correr a esas personas?”, le pregunto apenas nos quedamos a solas.
“Creo que estuvó bien señora, usted es la esposa del Señor Brin, también es dueña de todo lo que él posee no debe sentirse culpable de deshacerse de personas que no le aportan”.
Asiento.
En ese momento, el interfón suena. La secretaria me dice que Cristal a llegado, le indico que la deje pasar.
Al entrar una sonrisa de oreja a oreja aparece en mi rostro. Ella corre hasta mí para abrazarme.
“Cristal al rescate ha llegado”.
“Gómez nos puedes dejar a solas por favor”.
Gómez asiente y sale de la oficina.
“Oye pero quien es ese guardaespaldas tan bien parecido, Gómez dijiste verdad”.
Me encojo de hombros. No puedo creer que a Cristal le haya llamado la atención el asistente de Elian.
“No es guardaespaldas, es el asistente y mano derecha de Elian, tendrá unos treinta, por Dios Cristal, además tú tienes novio”.
“¡A mi me gustan mayores!”, —canturrea la canción de Becky G.
Pongo los ojos en blanco con diversión.
“Ay bueno, cuando ver a sido un pecado”. Reímos a carcajadas.
A media tarde me entregaron la oficina que un día fue de mi padre, cuando entre era exactamente como la imaginaba, aún mantenía la esencia de él. Su estilo. Sentí como mi corazón se contrajo al rememorar los momentos que pasamos juntos.
“Papá no puede ser culpable”, musito.
Cristal me abraza por la espalda.
“Lo descubriremos amiga, lo descubriremos”.
Asiento. Nos dividimos por secciones la oficina eran demasiados los documentos que teníamos que revisar uno a uno para encontrar alguna pista que pudiera ayudarme a demostrar la inocencia de mi padre.
POV Catrina Vidal
A las ocho de la noche, Cristal y yo estábamos completamente cansadas y fastidiadas de buscar. No llevábamos ni la mitad de los documentos que había en la oficina.
“Tal vez aquí no haya nada Cat”,dice dejando caer su cuerpo y la silla frente al escritorio.
Frunzo los labios.
“Tiene que haber algo”, le digo con desesperación mientras sigo hojeando carpetas llenas de papeles.
“Piénsalo Cat, si hubiera aquí evidencia de que tu padre es inocente, no creo que la hayan dejado a la vista, además después de que Elian compro la empresa yo creo que se llevaron todo lo importante, deberíamos ir pero tras los antiguos dueños”.
“Tal vez tengas razón, yo me quedaré un rato más, ve a casa Cristal, mañana tenemos que madrugar”.
Cristal hace un puchero.
“Anda ve, estaré bien, el asistente de Elian esta en el edificio esperando para llevarme al hotel”.
“Esta bien, nos vemos mañana”, se levanta de la silla para darme un beso de despedida en la mejilla.
“Gracias por estar aquí, eres como una hermana para mí”.
Ella me sonríe.
“Tu y yo siempre juntas”.
Agita su mano para decirme adiós, luego sale de la oficina.
Después de unos veinte minutos después, las luces de la oficina se apagan. Todo mi cuerpo se pone en alerta, no se supone que esto debería estar pasando.
A tientas tomó el móvil de mi celular enciendo la lámpara y me asomo al pasillo, escucho unos pasos. A esta hora ya no hay nadie en el edificio, todos ya se han ido a casa, lo más probable es que sea Gómez para avisarme de alguna falla eléctrica.
Cierro la puerta a mi espalda y doy unos pasos. No veo a nadie. De pronto alguien me toma con fuerza, me pone la mano en la boca para que no grite y la desesperación comienza a apoderarse de todo mi cuerpo, abro los ojos con angustia. Esto no puede estar pasándome, intento zafarme pero me sujetan con mucha fuerza, es alguien grande, forcejeo, chillo,
Entonces pone un paño que huele horrible para que lo aspire, no respiro contengo mi respiración, pero el olor es demasiado fuerte, tengo pánico de perder el conocimiento. Ahora caigo en la cuenta de que me quieren secuestrar.
Entonces de la nada, las luces se encienden y el tipo cae. Yo me mantengo de pie mientras siento que mi cuerpo se va volviendo más pesado a cada segundo que pasa. He olido el pañuelo, no pude evitarlo, ahora aquí vienen lo efectos de la droga.
Como puedo me giro para ver que esta sucediendo. Escucho la voz de Gómez, esperen, hay otra voz.
Esa voz que tanto amo. La busco desesperadamente. Pero no lo veo por ningún lado. Ya no puedo más con la pesadez de mi cuerpo, mis pies me traicionan y me dejo caer al suelo, pero antes de tocarlo alguién me carga en sus brazos.
Sonrío, lucho por mantenerme despierta, quiero verlo, pero él mantiene la barbilla en alto. Esta enojado. No me mira. Sus brazos me acunan a su pecho mientras mira fijamente al frente. ¿Qué es lo que mira? No entiendo que es lo que dice. Mi cerebro no procesa, estoy a punto de desmayarme.
“E…e..”, murmuro, el baja la vista al fin nuestras miradas se cruzan por medio segundo, hasta que mis ojos se cierran por completo.
POV Elian Brin
Tengo a Cat entre mis brazos, se ve tan indefensa y tierna, no puedo creer que estuve a punto de perderla. La he puesto mientras en el sillón mientras mi asistente amarra al agresor a una silla.
Beso la frente de Cat para luego mirar fijamente al idiota que se ha atrevido a invadir mi empresa. Ladeo mi cabeza un poco, tratando de contener toda la ira que siento de partirle la cara con mis propios puños.
“Quítale el pasamontaña”, le ordeno a mi asistente. Jala hacia arriba quitando el pasamontaña de su rostro. No lo reconozco.
“¡Quien eres, quien te ha enviado, responde!”, pregunto exaltado dejándole caer un golpe en el estómago, el tipo jadea de dolor. Me mira, pero no me habla.
“¡Quien!”, gruño.
No dice nada solo me mira asustado. Me estoy cansando de esto.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar