Amarte es mi capricho
Capítulo 27

Capítulo 27:

“Cortesía de la casa, lamentamos mucho el incidente que han pasado, esperamos que regresen pronto”.

Elian tomo el arcón con la mano que llevaba libre.

Mientras caminábamos hacía el auto quise romper el silencio algo incómodo que se había formado entre nosotros. Elian no había dicho nada desde que dejamos a ese par, pero su móvil comenzó a sonar de nuevo. Esta vez ni si quiera se molestó en ver quien era.

“¿Elian quien te llama?”, le pregunto demasiado curiosa.

“Mi madre”, espeta de forma seca.

“Ya está en casa”.

“Entonces, allá la veremos”, añado pensando en que iremos a casa.

“Para nada”, suelta con una sonrisa irónica.

“No querrás conocerla”.

Abro los ojos de par en par.

Antes de entrar al auto Elian me besa en los labios atrapándome entre él y la puerta del auto. Esta noche no iremos a casa.

POV Catrina Vidal

“Elian. ¿A dónde vamos?”, pregunto con curiosidad al ver que nos alejamos del centro de la ciudad, pero en dirección contraria a casa, como si estuviéramos a punto de salir de la Capital.

Elian esboza una sonrisita picara.

“¿Elian?”, estoy demasiado intrigada, aunque por el gesto que ha hecho, podría apostar que vamos hacía un hotel o algo por el estilo, es muy de  Elian hacer eso.

“Tranquila, estamos a punto de llegar”, dice.

Mantiene su mirada en el frente de la carretera, mientras que maneja con una mano y con la otra frota su barbilla pensativa.

“Gracias, por defenderme”, le digo cuando se detiene en un semáforo.

Me mira tranquilo, toma mi mano y la besa, es un gesto que hace que dibuje una sonrisa en mi rostro al instante.

“Me enoja que la gente trate de hacerte daño Cat, me hierve la sangre”.

Acerca sus labios a los míos y los besa.

“Aunque treo que eso de que me pidiera perdón de rodillas no es adecuado para un senador, había gente que pudo haber grabado el momento, eres una figura pública”.

Elian sonríe con mofa.

“Tampoco soy la madre Teresa de Calcuta, además lo que no sabes es que antes de llegar a donde estabas, le pedí a uno de los meseros que no dejará entrar a nadie más a la zona donde estábamos, y que vi de lejos a este tipo que no ha traído para ti más que desgracias, no puedo creer que estuviste a punto de casarte con él”.

La voz de Elian parecía más un reclamo, gire mi vista viendo a través de la ventana del auto. Tampoco yo podía creer comio estuve a punto de casarme con Carlos, no lo veía antes, pero es que antes no se comportaba como un idiota, al contrario.

Ahora se que todo era una farsa, en verdad nunca me quiso, solo quería quedarse con el puesto de mi padre. Lo ideal sería averiguar si el estuvo implicado en la acusación que le hicieron.

El estómago se me contrae al ver que en efecto aparca el auto frente al hotel “Rosa de Oro”, uno de los más lujosos de toda la ciudad, aquí se hospedan todos los empresarios de alto rango. Volteo mi vista hacía él, me dirige una sonrisa juguetona, mis mejillas se sonrojan al pensar que esto sólo significa que esta noche habrá s%xo, mucho s%xo entre nosotros.

Paso saliva. Mi cuerpo comienza a acalorarse cuando una de sus manos comienza a cosquillarme las piernas deteniéndola justo en medio de ellas.

“Tendremos que saltarnos el protocolo de la cena Cat”, dice con voz ronca, asiento.

“No importa”, suelto en un suspiro.

Baja del auto y caminamos hasta el vestíbulo tomados de la mano. Nunca había estado en este hotel. Al entrar puedo respirar la elegancia en todo su esplendor haciéndole honor al nombre, todo en el interior pareciera estar tállado en oro, la decoración, los muebles, los detalles, en verdad parece un palacio al estilo árabe en el interior.

Grata fue mi sorpresa que Elian ni si quiera pidió una habitación por que al parecer ya lo había hecho con anterioridad, había previsto traerme aquí después de la cena. Vuelvo a sentir ese calorcito en la parte baja de mi vientre, ami esposo le gusta tener todo bajo control, además es demasiado ardiente.

Lo observo mientras subimos por el elevador, se ve como un dios, su mano en la cintura, su porte de ´soy el hombre perfecto´ la barbilla en alto, la ceja alzada. Los músculos que se transparentan a través al mismo tiempo se ve de la tela de su camisa. Pero gracioso la manera en que sujeta el arcón que nos dieron en el restaurante, como si fuera un modelo de mostrador pienso con diversión.

“¿Qué?”, pregunta arqueando la ceja. Río divertida cuandó me atrapa entre sus brazos para besarme.

“Estaba admirando la belleza de mi hombre”,  le digo riendo.

“Este hombre te devorará enterita esta noche”. En eso las puertas del ascensor se abren.

Una vez dentro, nos alejamos de la puerta. Me quito con premura su saco que me ha embriagado todo el camino con el aroma de su fragancia tan exquisita. Lo dejo sobre el sofá, Siento a Elian detrás de cuerpo al cuello. Me mí. Me coge de la cintura y aprieta mi de él. Comienza a darme besitos por el hace cosquillas.

Me giro para ver sus oscuros ojos café llenos de deseo por mí.

“Estas húmeda”, susurra apretando sus manos contra mi pecho, las masajea y todo mi cuerpo entero comienza a vibrar.

“Si, la ropa también”, reimos al mismo tiempo, escabullo por entré sus brazos ya que se me ha ocurrido una idea una idea demasiado estimulante, sensual y excitante.

Camino hasta el mueble donde ha puesto el arcón, tomo una de las botellas con vino tinto y le pido que la descorche. Elian dibuja una sonrisa lobuna en su rostro. La descorcha sin mayordificultad. Toma dos copas, pero yo las retiro de las manos dejándolas sobre el mueble de nuevo. Tomo su mano y caminamos hasta el centro de la habitación.

Bebo directamente de la boca de la botella varios tragos de vino, sintiendo como el alcohol se va mezclando con mi sangre haciendo que el color rojizo de mis mejillas se vuelva más notorio. La mirada de Elian me incita. Le entrego la botella para que también beba, lo hace.

Se ve tan sexy haciéndolo.

“¡Ahora qué?”, pregunta curioso, como un niño desesperado por que le entreguen un juguete.

“Te compensaré por lo bueno que has sido conmigo, Señor Brin”, digo en la voz más sensual y pausada que puedo.

“He sido buenísimo”, suelta burlón exigiendo mis labios, esta de buen humor y eso me alegra, me encanta la manera en la que él y yo encajamos, pareciera que somos muy diferentes, pero en nuestra habitación todas esas diferencias se esfuman y nos volvemos uno.

“¿Estás listo para la mejor noche de tu vida Senador Brin?”, muerdo mi labio.

“Más que listo”, su voz es ronca.

Empujo a Elian para quese siente en la cama.

Abro el zipper de mi vestido empapado y lo dejo caer al suelo. Cojo la botella de vino que tiene en sus manos.

“Bebe”

Le ordeno cuando me siento de frente a él en su regazo mientras dejo caer sobre uno de mis senos un ligero hilo de líquido. Antes jamás me hubiera atrevido a hacer algo así.

Pero son las cosas que Elian me provoca que haga por él, no hay necesidad de pedirlo por que nacen directo desde mi ser. Mientras él bebe con pericia hasta la última gota de vino sobre mi piel, cierro los ojos y me dejo llevar.

A la mañana siguiente me despierto con dolor de cuerpo, como si un enorme camión hubiera pasado sobre mi. Tener s%xo con Elian era agotador, pero al mismo tiempo lo más placentero que había conocido en la vida.

Sonrio al recordar la noche de ayer. Giro mi cabeza pára verlo y ahí está observándome con una mirada divertida, le sonrío hundiendo la mitad de mi rostro en la almohada mientras me acurruco en sus brazos, Lo beso en los labios, reposo mi cabeza en su pecho y cierro los ojos.

El sonido perturbador de su móvil hace ruido en mi cabeza.

“¡Me duele!”.

Él ni si quiera se mueve. Dos, tres, cuatro veces más. Hasta que lo asesino con la mirada.

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