Amarte es mi capricho
Capítulo 26

Capítulo 26:

Carlos endureció su rostro al instante, sonrei con malicia.

“Vamos a dejarle un recuerdito a la mocosa Cat, amor, es una maleducada”, Elena se acerca hasta una de las copas de vino que había en la mesa toma una y en fracción de segundos avienta el liquido sobre mi vestido, me quede pétrea al sentir mi vestido mojado.

Todas las personas en esa zona del restaurante, aunque no eran muchas veían la escena con mucha intriga. No pude reaccionar a todas las emociones negativas que sentí en ese instante, ella había manchado mi vestido, lo había escogido especialmente para esta ocasión.

Sentía tanto coraje que tome mi copa de vino con intención de hacer lo mismo pero una mano me detuvo el brazo justo en el aire. Mire a Elian con enfado. El los aniquilaba con la mirada.

POV Catrina Vidal

“¿Que esta pasando aquí? —pregunta con voz seca. Fulmino a Elena y a Carlos.

“Senador Brin”, Carlos lo saluda temeroso.

¿Ahora quién es el gallina? Carlos trabajaba en Nubak. Elian era el propietario él lo sabía. Sentí la cercanía de Elian y su mano en mi cintura.

“¡Ella hecho a perder mi vestido!”, acuso de inmediato a Elena.

Elian enarca una ceja asesinando a Elena con la mirada puedo notar como aprieta los dientes.

“Tranquila cariño resolveré esto”, sus palabras, su voz grave, casi hace que me derrita por completo, es la primera vez que Elian me dice cariño.

No quisiera ser ellos, ya que cuando regresa la vista al frente su mirada se vuelve sombría.

“Espero que haya un buen motivo para que haya manchado el vestido de mi esposa, señorita”.

Ambos Elena y Carlos abren los ojos atónitos, mientras yo alzo el mentón orgulloso de ser la esposa del poderoso Senador Brin.

A lado de Elian me siento segura y poderosa, no pequeña. Estoy ansiosa por ver que lección les dará, por que estos dos no se pueden ir así nada más, aún no entiendo por que esta mujer me trata con tanto odio si antes de que se marchará papá yo ni si quiera la conocía.

Elena mira a Elian con curiosidad, pero pasa su mirada a mí con odio.A punto de decir algo Carlos la calla con la mano.

“Disculpe a mi novia senador, fue un accidente, pagaré el vestido de su esposa”.

Cuando escucho, Elena giro su mirada en automático a Carlos, estaba confundida.

“Claro que no pagaré por el vestido de ella”, refunfuño, pero Carlos la mangoneo del brazo en reprimenda, escuche como le susurro que se callara.

´Maldita gallina´, pensé en mis adentros.

“No fue un accidente Elian, ella se acerco a la mesa y me echo encima la copa de vino que dejo el mesero para ti, ¡Lo hizo a propósito!”.

“¡No claro que no!”, replica con voz chillona.

Elian mantenía la postura serena y yo comenzaba a desesperarme al ver que no les dijera nada para hacerme sentir mejor, mi vestido estaba escurriendo el vino.

“Ambos trabajan en Nubak, ¿Cierto?”,  pregunta Elian.

¡Al fin! Hasta que dice algo, se supone que es mi esposo y debe defenderme, tengo las esperanzas puestas en que si lo haga o me enfadaré mucho con él también.

“Si tal vez me recuerde Senador Brin”.

“Señor Brin”.

“Señor Brin… soy el Gerente General de Nubak y ella es mi novia Elena Silva, es mi asistente, no sabía que estuviera casado con la hija del antiguo gerente sabiendo las circunstancias por las que fue acusado”.

Aprieto los puños quisiera partirle un puñetazo a Carlos en la cara, pero Elian me sujeta fuerte de la cintura.

“No tengo por qué darle explicaciones a mis empleados”, sentencia, en mi rostros se dibuja una sonrisa malévola ahora la cara de Carlos parece de cachorrito asustado.

“Ahora ya que los dos  trabajan en Nubak, quisiera saber que tanto  aprecian su trabajo”.

Elian ladea su cabeza un poco, su mirada me da algo de miedo, hace que me estremezca, se ve tan varonil pero a la vez tan malévolo.

“Demasiado, le prometo que este incidente no se volverá a repetir”.

“¿Qué tiene que ver el Senador Brin con Nubak?”.

“¡Calla Elena!”, la silencia Carlos, me da tanta risa que ella ande en las nubes, ni siquiera sabe quien es su jefe.

“El Señor Brin es el propietario de Nubak”.

El rostro de Elena se descompone completito. La miro con sonrisa de diversión.

“Y yo soy su esposa”, añado.

¡Toma Elena! ¿Cómo te ha quedado el ojo? Quisiste robarme a Carlos porque era el gerente, pero Elian es el dueño y es mi esposo, levanto el mentón orgullosa.

“Pero… pero… pero… yo no sabía que usted era el propietario de Nubak, lo siento señor una  disculpa”, comienza a titubear de miedo.

“A quien debe pedirle perdón de rodillas es a mi mujer”.

Hasta yo volteo a ver a Elian, me quedo pétrea al escuchar eso, pero el parece ni si quiera inmutarse. No puede ser he creado un monstruo sediento de venganza.

Elena niega. El labio de Carlos tiembla.

“¿Qué?”, la mujer suelta sin poder creer lo que ha escuchado, ni yo misma me la creo, pero al fin le habrá llegado su merecido.

“No repito las cosas Señorita Silva, tiene tres segundos para hacerlo o ambos pueden pasar el día de mañana a primera hora por su carta de despido”.

Carlos y Elena están que no se la creen.

“Pero Senador Brin, usted es un hombre bondadoso, como es que me pide que me humille de esta manera frente a todas las personas del lugar”.

Volteo a mi alrededor hay unas cuatro personas viendo nuestra escena ya que la zona en la que ahora estamos es la más exclusiva del restaurante.

“Ahora mismo no estoy en mi papel de senador, señorita, estoy en mi papel de esposo que defiende a su esposa de una mujer que ha echado a perder nuestra cena especial”, gruñe.

Mi corazón latía fuerte esperando que Elena me pidiera perdón de rodillas. Parecía una escena como de telenovela dramática donde al final la villana termina perdiendo. Elena miro a Carlos quien le ordenó con la mirada que lo hiciera. Me miraba fijamente, poco a poco, lentamente, se arrodillo frente a nosotros. ‘

“Lo siento”, dijo en voz baja.

“No escuché”, replico, si era algo malvado pero el recordar todas las cosas que pase, incluso que acepte casarme con un desconocido sólo para no terminar comiendo desperdicios de la calle no era nada a comparación de esto.

“Perdón por el daño que le hice a su vestido Señora Brin”.

Elian se gira para verme.

“¿Eso es suficiente para ti?”, pregunta, puedo notar en su voz como esta muy enfadado. Pero al mirar a Elena de rodillas, humillándose de esa manera, me doy cuenta de que, aunque lo esté haciendo solo por conveniencia no soy tan mala persona como para hacer daño a tal magnitud. No se si mi corazón siente algo de remordimiento o lastima por ella.

Asiento.

“Bien, levántese”, le ordena.

“A usted lo espero mañana a primera hora en mi oficina”, se dirige a Carlos, luego a Elena.

“Usted esta despedida por obvias razones”.

Elena se pone de pie de inmediato. Arruga la frente incrédula.

“¿Pero hice lo que me pidió?”.

Elian esboza una media sonrisa de maldad.

“Salvo el trabajo de su novio”.

Elena se queda muda. Escucho el móvil de Elian sonar, mira la pantalla, pero no responde, mi mente inmediatamente me juega en contra pensando que pueda ser Angelica.

Alza una mano para llamar a un mesero y le pide que le traíga dos botellas de vino para llevar, Se quita el saco y me lo pone, claramente me queda como un véstido, es enorme, cubre casi en totalidad el que llevo puesto.

Caminamos tomados de la mano hasta la salida. Lo único que me entristece es que ya no podremos tener nuestra cena. Justo cuando llegamos a recepción un empleado ya nos esperaba con un arcón gourmet.

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