Amarte es mi capricho -
Capítulo 25
Capítulo 25:
Mientras conduzco no dejo de pensar, a pesar de todo, las cosas salieron bien a final del día, Elian me dijo que quiere estar conmigo y eso es lo que más me importa. Pero también hay algo que aún no le he dicho. Muerdo mi labio.
Cuando llego a casa pregunto por Elian, Idelina me ha dicho que esta encerrado en su despacho y Sally no está, le agradezco y corro hasta mi habitación cerrando con llave, rodeo la cama arrodillindome frente a ella. Saco de debajo del colchón la carta que mi padre dejo en la caja fuerte de la chimenea, él sabía que yo iría a buscarla, por eso la dejo ahi.
Abro la hoja de su interior con prisa. La releo varias veces tratando de memorizar su contenido en mi mente. Escribió para mi, la dirección donde se esta ocultando, es un pueblito al sur de México, trato de relacionarlo con algún recuerdo de mi infancia, pero no puedo.
Nunca había escuchado de él antes.Voy a baño y comienzo a romperla en muchos pedacitos, lo más pequeños que se puede para no dejar rastro de su ubicación. Sé que en algún momento deberé decirle a Elian pero no hoy, hoy es nuestra noche.
Antes de ir a buscar a papá necesito saber si el es inocente o culpable, algo me dice que estoy a punto de descubrirlo.
POV Catrina Vidal
Y Revoloteaba de un lado a otro dentro de mi closet buscando el conjunto perfecto para la cena de hoy. Al final me decidí por usar un vestido blanco que se ceñía a mí cuerpo, era uno de los vestidos carísimos que me había comprado la vez que estaba enfadada con Elian era de diseñador y resaltaba todos mis atributos.
Camine hasta el espejo donde tome un labial y comencé a ponermelo, escuché que la puerta de mi habitación se abrió, pero continúe maquillandome.
“Te ves hermosa”, gire de reojo mi vista para ver a un apuesto Elian, vestido con una camisa celeste, un saco más casual de lo normal y unos pantalones de vestir color gris. Verlo recargado en el marco de la puerta atractivo, me robaba los suspiros, era inevitable no enamorarse de pedazode hombre.
“Gracias”, le dije apurándome a terminar de poner rubor rosado en mis mejillas.
Se acerco de manera cautelosa mientras yo lo observaba a través del espejo, me abrazo por la espalda y comenzó a dar pequeños besitos en mi cuello que me hicieron sentir cosquillas y no sólo hay sino en mi intimidad. Nuestras miradas se cruzaron a través del espejo, mientras apretaba ligeramente su abrazo.
Era una sensación deliciosamente eléctrica la que sentía en mi cuerpo. Comenzó a jugar con sus manos masajeando mis pechos, al mismo tiempo, sentí el bulto endurecido de su entrepierna. Suspiré profundo. Me gire para mirarlo, él mantenía una postura intacta con una sonrisa pícara y arrogante en su rostro que me encantaba. Puse mis manos en su pecho.
“Tenemos una cena Elian”.
“Podemos posponerla”. Dijo con voz ronca reanudando sus besos en mi cuello, me hubiera encantado continuar con lo que estábamos haciendo pero ya me había emocionado con la idea de estar él y yo a solar en un lugar romántico, era la primera vez que salíamos a un lugar agradable como esposos ya que la fiesta del padre de la malvada Angelica no contaba como salida de matrimonio, ni si quiera hos quedamos más de diez minutos.
“Me prometiste esta salida”, ronronee.
Elian detuvo sus besos, mirándomea los ojos con ternura.
Asintió. Entrelazo una de sus manos a la mía y añadió.
“Vamos, tenemos una cita, después prométeme que podre hacer contigo lo que quiera mi pequeña Cat”.
Sonrío lasciva al sentir como mi piel se estremece hasta el último de mis poros.
“Esa es la idea, Señor Brin”.
El restaurante al que Elian me llevo era uno de los más exquisitos de la ciudad, se había lucido al escogerlo, se llamaba Don Artemio, un lugar elegante donde solían asistir personalidades del medio, empresarios y políticos de dinero, fui a comer ahí un par de veces con mi padre.
Cuando entramos enseguida un empleado nos atendió demasiado amable. Elian era un político con renombre, había estado investigando y en algunos sitios de internet leí que estaba haciendo méritos de beneficencia para postularse como gobernador del estado, aunque de eso no estaba muy segura ya que nunca se lo había preguntado.
El solo imaginarme ser la esposa del gobernador del estado me mareaba, con sólo imaginarme todos los servicios, lujos y responsabilidades que eso conllevaría pasaría de ser sólo la esposa del Senador Elian Brin a primera dama del estado. Me vida pasaria a ser pública.
El hostess nos guío hasta una zona bastante exclusiva del restaurante, pude ver como las personas del lugar posaban su vista en nosotros mientras caminaba junto a Elian, él orgulloso rodeo mi cintura con su brazo, eso me hacía sentir mucha seguridad. A la vez también me sentía una mujer muy afortunada, en verdad lo era.
Cuando perdí a mi padre pude haberme convertido en vagabunda de no haber sido por Elian que de alguna forma se fijo en mí.
Nuestra mesa era la más bonita, en el centro tenía tres velas mantel dorado artificiales de diferente tamaño, un con toques marrones, tenía la mejor vista hacía la ciudad, era un lugar perfecto para degustar una día cálido con ambiente cena romántica a la luz de la luna, que brillaba en un tono ligeramente azulado y en el techo parecía que ramas de algún árbol, el primero que se me vino a la mente, fue muérdago, se asomaban enredadas entre los muros, ese detalle hacía que el lugar se sintiera aún más acogedor.
Elian saco la silla mucho antes que el mesero pudiera reaccionar. Mé senté y el después de mí. El mesero nos entrego la carta de menú y nos preguntó si deseábamos algo de tomar. Elian me pregunto muy atento que vino me gustaba, yo le respondí que uno con toque dulce, pidió una botella de vino tinto.
“El mejor que tengan, festejamos la culminación de grado de mi esposa”,
Me guiño un ojo, sonreí emocionada como boba, ese detalle me hizo sentir especial. El mesero se retiró.
Elian se pone de pie y camina hasta mi lado de la mesa. Arqueo una ceja. Acerca su rostro a mi oído y lo besa con suavidad.
“Ahora vuelvo, iré al baño”.
Asiento.
Mientras el hace sus necesidades aprovecho para revisar mi móvil. Veo con diversión un mensaje de texto de Cristal donde me pregunta como me va con mi ´cena romántica´ con Elian.
Le respondo divertida con varios emojis, un corazón, tres emojis de fuego, la carita del monito que tiene calor, otros corazones y más fuego. [Interpreta]” le envié.
Reía divertida, por que me abstuve de enviar el emoji de la berenjena, pero pensé que seria demasiado.
Tuve que levantar mi vista cuando frente a mí estaba observándome, esa mujer que tanto odiaba. Era la mujer que estaba segura me drogo aquella vez que Elian me salvo, Elena, la mujer por la que Carlos me reemplazo.
Al verla tuve que apretar los dientes desdén para contener mí coraje. Me veía como si fuera poca cosa, Mire en dirección al baño de hombres, pero Elian aún no se veía.
Me puse de pie, no permitiría que nadie más me humillara de nuevo.
“¿Se te perdió algo como la dignidad?”, le pregunto con sarcasmo.
La tal Elena sonrío con malicia, era claro que le encantaba fastidiarme la vida. No le bastaba con haberse quedado con Carlos.
“Pensé que me equivocaba cuandote vi, pero no, que sorpresas da la vida pensé que estarías pidiendo limosna en las calles después de haberte quedado sin nada niña”, aprieto los dientes.
“Dime, tal vez quien ha perdido la dignidad es alguien más, no creo que un hombre traiga a alguien como tú sólo para cenar, ¿Acaso te conseguiste un sugar?, ¿De cuántos años setenta? Que tonto debe estar o muy necesitado”, soltó una carcajada gutural que casi revienta mis tímpanos.
Apreté los puños, esta tipa ni si quiera sabía lo que decía.
“No tengo por que darte explicaciones”, le conteste con ira.
“Eres una bruja por meterte con un hombre comprometido, Carlos y yo nos ibamos a casar”.
“Hola Cat”.
Me quedo petrificada al ver a Carlos rodeando con su brazo la cintura de Elena mientras ella le da un beso en la boca presumiéndome con gran satisfacción que ella me lo robó, que se lo quede no me importa. Ya no siento nada por Carlos más que odio por la manera tan humillante en la que me trato después de lo de papá.
Los aniquilaba con la mirada. Carlos miraba a su alrededor como buscando algo.
“¿Dónde esta tu acompañante Catrina? Me da mucha curiosidad saber con quien has venido”.
“Con un hombre que vale mucho más que tú”, le respondo con desdén.
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