Amarte es mi capricho
Capítulo 14

Capítulo 14:

“¿Eres hija de la dueña del local?”, pregunta mientras tengo pastel en el interior de mi boca, niego rápido con la boca llena de pastel, me apuro a tragar para contestarle, aunque casi me ahogo, me doy palmaditas en el pecho y eso a el le causa gracias por que suelta una carcajada alegre.

“No… no soy su hija, solo una empleada”.

“Es que tu rostro se me hace conocido”.

“ ¿Será porque hace unos días salió en todos los periódicos de La Capital?”.

El hombre abre los ojos sorprendidos.

“¿Eres la hija de Francisco Vidal?”, pregunta mostrando gran intriga. Mira sobre de su expreso y luego clava sus ojos en mi esperando mi respuesta, me limito a asentir avergonzada.

Dejo a un lado la rebanada de pastel.

“Seguro ahora se arrepiente de invitarme por que soy la hija de un delincuente”, digo sin ánimo.

“No para nada, estoy al tanto del caso, pienso que eres una jovencita muy lindá y servicial”, suelta con voz suave, haciéndome sentir un poco mejor, saca una tarjeta de su billetera y me la da en la mano.

“Guarda la tarjeta, por si algún día necesitas abogado, supe que un colega mío hizo el tramite para cambio de propietario de Nubak, dicen que la vendieron a muy bajo precio por la reputación que ahora tienen”.

Un escalofrió recorrido mi espalda.

“¿Sabe quien esta llevando el caso de mi padre?”, pregunto esperanzada.

“No, pero si gustas lo puedo averiguar”.

“¡Se lo agradecería mucho! Pagaría todos los honorarios”.

El Abogado Javier sonrie pispireto.

“Para nada, me basta con degustar una rebanada de pastel con una linda jovencita como tú, ¿Estas casadas?”, pregunta de pronto al ver mi anillo de bodas.

“Si estoy casada”.

El parece estarse arrepintiendo por dentro de todo lo que me ha adulado, tal vez pensó que no me había dado cuenta de que me estaba coqueteando, pero era abogado y tal vez podría aclararme el caso de mi padre, necesitaba saber si era inocente o culpable.

“Una disculpa por mis palabras, no pensé que estuvieras casada”.

Solté una risita al ver el. sonrojo de sus mejillas.

“No te preocupes Señor Javier, podemos ser amigos”, exclame sonriente, era eso yo necesitaba, amigos como él que fueran atentos y amables, como Cristal y Alex. Un amigo abogado no me vendría nada mal.

“Entonces no me digas señor y dime solo Javier”, espeto terminandosu expreso.

“Esta bien Javier”.

Por último, cobre su  orden y se despidió con una sonrisa, pero antes de eso me dijo que su bufete de abogados estaba cruzando la calle, era aquel enorme edificio algo antiguo de enfrente del local.

No sé si fue intencional, pero añadió que estaba soltero y vivía en esta misma zona cerca de la universidad en los departamentos del Distrito V, gran coincidencia donde vivía mi archienemigo Carlos.

POV Catrina Vidal

Después del Señor Javier llegaron algunos clientes más, hasta que llego la hora de salida y me encargue de cerrar el local. Tome un taxi a casa, tenia sueño. Esperaba llegar a casa y darme un buen baño con agua caliente y a dormir.

Cuando entré todo marchaba en silencio, me pregunté si Elian ya había regresado a casa. Noté que la puerta de su  despacho estaba entreabierta y decidi ver a través del rabillo, el despacho estaba solo. Mis ojos fueron a dar directo a un móvil sobre el escritorio. Era el de él. Miré a todos lados, no vi a nadie, entre sigilosamente como un gatito y tomé el móvil. Que tonta me sentí, por supuesto que tenia contraseña, un dedo en la barbilla y comencé a pensar

“¿Cuál será su contraseña de desbloqueo?”.

Intenté una, otra y otra y nada… estaba tan inmersa en encontrar una contraseña que pudiera desbloquear su móvil que no medí cuenta cuando Elian entro.

“¿Qué haces con mi móvil Cat?”, me asuste tanto de que me hubiera pillado con las manos en la masa que por instinto avente el móvil al aire, cuando regreso le pego justo en la cabeza. Me encogí de hombros nerviosa.

“Lo siento”, dije tratando de disculparme.

Elian me asesinaba con la mirada, estaba enfadado.

“¡Sabía que eras curiosa Catrina, pero no tanto para andar hurgando en mis cosas!”, suelta furioso poniendo sus manos en la cintura y alzando la barbilla con superioridad. Mi cuerpo resintió su regaño, me siento muy avergonzada, he quedado como una fisgona frente a él.

Aspiro una gran bocanada de aire y suelto mi boca.

“Lo que tu pienses, de mi me tiene sin cuidado, ¡Ahora dime! ¿Por qué el día. de ayer olías a perfume de mujer? ¿Es que acaso estuviste con otra mujer mientras yo me quede en casa durmiendo? ¡No se vale que solo tu te diviertas!”.

Elian me mira sin inmutarse, puedo ver el hueso que sobre sale de su rostro cuando aprieta los dientes con furia, hasta puedo vislumbrar las venas de su cuello desde donde estoy.

“¿Ay, si así fuera qué? Tu y yo tenemos un trato, si mal no recuerdo una de las condiciones que me pusiste para casarte conmigo era que no trajera mujeres a casa y… ¡Lo he cumplido! ¡he cumplido con darte todos los lujos que tengo, que no los sepas aprovechar no es mi problema”.

Nuestras miradas echaban chispas de coraje. Quise decir algo, pero me contuve, aprete mis puños, lo empujé para abrirme paso a la puerta de su despacho.

“¿A dónde vas Catrina?”.

Me detuve en seco. Me quité el maldito anillo y lo aventé al suelo mientras el me veía estupefacto. Le mostré el dedo de en medio y le dije.

“Quédate con las mujerzuelas con las que sales, yo sólo he tenido un hombre en mi vida y eres ¡Tú!”.

Di tremendo portazo que retumbo en toda la casa. Tomé mi mochila que había dejado tirada en la puerta de entrada y salí furiosa, corrí, corri y corrí, no sé cuantos metros, pero cuando paré me encontré con la entrada del fraccionamiento.

Extendí una mano para pedir un taxi. Gracias al cielo, venía uno.

¿Ahora a donde iría? Tenía que pensar en algo rápido. Por días había estado sopesando una idea en mí cabeza que ejecutaría en este momento. Le di la dirección al taxista, me miro de manera extraña pero no me importo. Le di unos billetes que traía como paga, me giré para ver una vez más mi antigua casa.

La nostalgia comenzó a invadirme, una lagrimita se resbalo de mis ojos.

“Yo era feliz aquí”, susurré.

Saque del bolsillo de mi pantalón una llave de la casa que aún conservaba. Intenté abrir con ella, pero no pude,al parecer alguien había cambiado la cerradura para que nadie entrará. Pero eso no me detendría, conocía mi casa como la palma de mi mano.

En la puerta del garaje trasero había una puerta para perro, cuando niña tuve un San Bernardo enorme, en ese tiempo le rogué a papá para que le hicieran una puerta a la medida. Esperaba que no la hubieran sellado. Para mi felicidad no lo hicieron. Me puse de rodillas y me arrastre por aquella puerta para mascota, yo  era pequeña así que fácilmente logre cruzar hasta el otro lado.

El problema fue que todo estaba oscuro. Una vez dentro, me las ingenie para abrir la puerta de madera que daba a la cocina.

Todo estaba en  silencio, comenzaba a anochecer y de  pronto me sorprendí con lagrimas en los ojos mientras recorría mi antigua casa hasta llegar al salón de arte de mamá. Nadie sabía, pero había una segunda caja fuerte en la casa. Mi padre siempre me dijo que cuando hubiera una emergencia me dirigiera a ella. Esa emergencia había llegado.

Me metí dentro de la chimenea, esta chimenea era solo de diseño no era funcional, se creo para guardar la caja fuerte de la familia. Nunca la había abierto hasta ahora, sólo esperaba encontrar el dinero suficiente para vivir mi vida de manera independiente de Elian, así no tendría por que estarnos aguantando,mi instinto de mujer me decía que él si tenia otra mujer.

Abrí la caja fuerte, pero para mi sorpresa no había nada mas que una carta, algunos fajos de billetes y unas joyas de la familia, todo lo metí en la mochila de la universidad excepto la carta que la doble muy bien y la metí entre mis pechos. Eché un último vistazo a la casa y salí de nuevo por la puertita.

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