Amarte es mi capricho -
Capítulo 13
Capítulo 13:
“En realidad no se que es lo que quiere, ayer llego a casa oliendo un aroma de perfume caro de mujer, pienso que pronto podría echarme de su casa”.
Cristal me miro con algo de lastima.
“Si Elian te echa, puedes venir a la mía, por eso no hay problema, según lo que me dices para que te quiere como esposa, seguro tienen un montón de mujeres esperando estar entre sus brazos, no comprendo, es senador, empresario y doctor”.
“Y doctor”, reafirma.
“A menos que”.
Frunzo el ceño.
“A menos haya sido amor que de verdad le gustes, ¿Crees que a primera vista? De lo contrario no entiendo por que se encapricho con casarte contigo, fácil hubiera sido para él darte un cheque o algo así, darte trabajo para ayudarte, pero no, él quiso casarse contigo, para mí que se enamoró”.
Mis mejillas se sonrojan al instante ¿Elian enamorado de mí? No lo creo. Me encojo de hombros, pero a la vez me quedo pensativa. Tomo de mi jugo.
“Cambiando de tema Cat, mi mamá acaba de poner una pastelería, a ti se te da muy bien todo eso de la comida y los postres, si tu quieres le puedo llamar para que te haga una entrevista, el local esta a unas tres cuadras de la universidad”.
En ese momento mis ojos se iluminaron llenos de esperanza.
“¿De verdad Cristal? ¡Por favor llámale!”.
“Espera, le llamaré en este momento”.
Cristal le llama a su madre, cuando cuelga no puedo con la desesperación de saber que le han dicho. Cristal pone cara seria, tal vez su madre le ha dicho que no, pienso abatida, pero después ella exclama.
“¡Dice mamá que si te dará trabajo!”.
“Yeeeiiii”, me pongo de pie y comienzo a saltar de felicidad, Cristal también se une a mi festejo y comenzamosa saltar las dos de emoción, en un momento de locura tomo su rostro con ambas manos y le planto un beso en los labios. Cristal me mira atónita. Y suelto una carcajada al ver su rostro.
“Cat, iYo no soy de esas!”, suelta avergonzada.
“Yo tampoco, es sólo que me deje llevar, estaba muy feliz”.
Cristal me mira sonriendo.
“No vuelvas a darme un beso en la boca o te juro que Alex se quedará sin novia y no creo que le guste saber que quien la ha robado seas tu”.
“Claro que no, eres mi mejor amiga Cristal, fue una broma”, nos abrazamos.
“Ahora entiendo por que tu marido se enamoro de ti amiga, das buenos besos”.
“¡Cristal ya! Fue una broma”, le digo riendo.
Fue una mala idea lo del beso en la boca, antes alguna vez estando las dos borrachas nos habíamos dado un beso de tres, Alex, ella y yo. Alex siempre bromeaba con que Cristal y yo éramos amantes, la verdad es que éramos dos amigas que se querían mucho.
POV Catrina Vidal
Llegamos a la pastelería de la mamá de Cristal, en efecto, si estaba a casi tres cuadras de la universidad. Esto me gustaba mucho por que podría caminar de la universidad al trabajo sin tener que ocupar los servicios del chofer de Elian.
En eso recordé, miré mi móvil, pero no habia ni un mensaje de él. La madre de Cristal, Georgina nos recibió en la pastelería, la conocía desde hace tiempo y su mayor hobbie era el emprendimiento, tenia tiendas de ropa femenina, una mueblería, una tienda de artículos para el hogar y ahora una pastelería.
Ella era una señora de unos cuarenta y tantos, recuerdo que nos platico que se había casado joven, era muy amable, alegre y enérgica, con este trabajo y teniéndola como jefa estaba segura que me iría mejor que en la otra cafetería de Linda Vista.
Aquí la mayoría de los clientes eran personas ya sea estudiantes o trabajadores cerca del área, por lo que no creía que pudiera toparme con personas desagradables.
Lo primero que hice fue ponerme el mandil que la madre de Cristal me dio. En esta pastelería no necesitaba uniforme solo llevar jeans y una playera color rosa tipo polo todos los días.
“Bien Cat, me has caído como del cielo por que tengo que salir, por la mañana vienen dos trabajadoras, una de ellas hornea y decora, y la otra atiende, por la tarde, tu te encargaras de eso cariño”, tomaba nota mental de todo lo que la Señora Georgina decía.
“Aqui están los libros de las recetas de café, smothies y jugos, no me falles que confío plenamente en ti por que éres como una hija”, me acaricia la mejilla toma su bolso y se despide de mi con un beso.
“Cat nos vemos mañana en la uni, tengo que ir con mamá”, dice Cristal.
Le lanzo un beso en el airé a mi amiga. Cuando me quedo sola suspiro mirando a mi alrededor. Ahora mismo solo había una cliente sentada mirando su móvil y tomando tranquilamente un frapuchino. Me gustaba esta pastelería.
¡Oh Cakes! Se llamaba. Era muy bonita en su interior todo estaba decorado en color rosa, celeste y blanco. Había mesitas para que los comensales se sentarán a comer su postre o su café. Por dentro parecía la casita de barbie pastelera. Puse mi mejor sonrisa cuando vi a un hombre de unos treinta años entrar al local.
“Buenas tardes, bienvenido a ¡Oh Cakes! ¿Qué desea ordenar?”, lo salude con todo mi entusiasmo y poniendo mi mejor sonrisa.
El hombre me miro curioso, pero me devolvió una gentil sonrisa.
“Buenas tardes, ¿Nueva empleada?”, pregunto con voz amable.
Asentí sonriendo.
“Así es, aquí me verá hoy y todos los días, así que dígame que desea ordenar y enseguida lo serviré”.
“¿Cómo te llamas?”, pregunto de pronto.
“Catrina, pero mis amigos me dicen Cat”.
“Bonito nombre Cat”, dijo el hombre mientras miraba los postres del mostrador.
“¿Qué me recomiendas para el día de hoy?”.
Mire todos los postres, todos lucían tan bonitos organizados en filitas, por color y textura, que ni yo misma sabría cual elegír.
“Podría optar por unnp de zanahoria, son deliciosos”.
“Entonces dame dos rebanadas de pastel de zanahoria y un café expreso, además te pediré uno de esos paninis para llevar”.
“Enseguida señor”.
“Llámame Javier”, dice brindándome una sonrisa completamente blanca.
El cliente se fue a sentar a una de las mesitas frente al aparador, veía de vez en cuando hacia la ventana, luego al móvil y a veces notaba que mientras preparaba su pedido volteaba a mirarme divertido.
Tenía que admitir que era un hombre jovial, tendría casi la misma edad que Elian, pero el era mucho más agradable, aunque Elian era más ardiente. ¿Por qué no dejo de pensar en Elian? El seguro ni me recordara.
Termine de preparar el pedido del Señor Javier. Lo llevé a su mesa, puse su café primero, luego el plato con las dos rebanadas de pastel y su panini envuelto para llevar.
“Puedes traerme una servilleta por favor”.
“Claro, enseguida”.
Le entrego la servilleta, coloca una de las rebanadas del pastel en la servilleta y la desliza al otro lado de la mesita.
“ Acompáñame a merendar”.
“Señor… pero… yo estoy trabajando”, respondí desconcertada.
“Pero por lo que veo no tienes tanto trabajo, puedes comer la rebanada mientras llega un nuevo cliente”.
Juego con mi delantal pensativa, esa rebanada de pastel en realidad se ve deliciosa y este Señor Javier le acaba de atinar una de mis debilidades.
“Mmm… está bien, pero la comeré rápido”.
El Señor Javier sonrie.
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