Ámame maldito CEO -
Capítulo 94
Capítulo 94:
“Deberías venir a trabajar conmigo a la agencia de publicidad, Mery, tú siempre tienes ideas novedosas, eso me ayudaría bastante, seguro de que te encantaría hacerlo”
Dijo Jane.
“Bueno, déjame pensarlo, ahora, tengo muchas cosas en mente”
Merybeth se despidió de su amiga.
…
Mientras tanto en otro lugar…
Sean estaba a punto de irse, cuando Orson entró en su oficina.
“Ya tengo la información que me pediste, y también hice lo que ordenaste”.
“Genial, mañana iré a esa empresa, te aseguro que se querrán morir”.
“S8í, pero, Sean, Arabella Hansen salió libre, solo la condenaron a cien horas de labores comunitarias”.
“¡¿Que?”
Exclamó furioso.
“¿Por qué?”
“Regina Carson y su amistad con el alcalde. Eso fue lo que paso”.
“¿Con que esas tenemos? Pasan los años y esa arpía sigue siendo desgraciada, bien, quiero que envíes a los investigadores, quiero que encuentren algo bueno sobre el alcalde y me lo traigan, ya veremos a quién sigue sirviendo ese hombre”.
“Lo haré. Pero, antes mira lo que hallé, al parecer, los Hansen quieren hacer que Merybeth firme unos papeles para traspasar su herencia a Sophie Hansen”.
“¿Herencia?”
Exclamó Sean incrédulo.
“La herencia Riley, la primera esposa de Félix Hansen era una mujer muy rica que vino de Londres a vivir a Nueva York; resulta que fue engatusada por Félix, un empleado de quinta categoría, y decidió casarse con él, enamorada, al parecer poco después la mujer murió, pero, por alguna rara razón, antes de morir adoptó a Merybeth como su hija, es posible que Arabella siendo amante de Félix, entregara a su hija a su padre, y Mary Bell haya decidido adoptarla, por lo que a su muerte, decidió heredar toda su fortuna a Merybeth”.
“¿Merybeth es rica?”
“Sí, su herencia es muy amplia, pero, no puede recibirla hasta estar casada y tener un hijo, por eso es que quieren quitarle la herencia en favor de la hermana menor, una familia de fichitas, ¿No lo crees?”
Exclamó Orson.
“Lo creo, supongo que Merybeth no lo sabe, si no, no se hubiese casado conmigo”
Dijo Sean.
“Bien, que nadie se entere de esto”.
“¿No le dirás nada a Merybeth?”
Exclamó Orson sorprendido.
“No”.
“¿Por qué?”
“No me incumbe”.
“Mentira, tienes miedo, ¿Verdad?”
“¿Miedo?”
Exclamó casi como si fuera una ofensa.
“¿De qué hablas?”
“Tienes miedo de que, si ella se entera de que tiene su propio dinero, se vaya de tu lado y te abandone”.
“¡Claro que no! Solo me importa mi herencia, y mañana viene Coleman, mañana firmaremos todo el traspaso”.
“¿Cuándo lo aceptarás, Sean Hyland?”
“¿Qué es lo que debo aceptar?”
Exclamó intrigado.
“Qué te has enamorado de tu esposa, que no quieres perderla”.
“¡Tonterías! Yo nunca amaré a nadie, no soy tan imbécil, mírate a ti, sufriendo por Lucy, que no te hace caso, sin saber que eres el mejor prospecto que tendrá en su vida”
Sentenció.
“Bueno, no importa, si Lucy no me hace caso, estoy seguro de que algún día otra mujer me amará, yo no me volveré un tempano de hielo, como tú, ni viviré amargado de por vida porque alguien me traicionó, tampoco castigaré a todas las mujeres de mi vida, pero, te diré algo, me da tristeza pensar, que no seas capaz de reconocer que amas a tu propia esposa, por tu egoísmo, podrías perderla”.
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