Ámame maldito CEO -
Capítulo 9
Capítulo 9:
Muchas habían antepuesto el pudor.
Otras más ambiciosas deseaban mucho más dinero.
Algunas querían la oportunidad de enamorarlo, pero él no creía en ninguna mujer que no fuera capaz de someterse a firmar aquel acuerdo.
“Lo que yo gane, no es de tu incumbencia”.
Merybeth leyó de nuevo con atención.
Entre sus obligaciones estaban solo ser la esposa de Sean Hyland ante las personas que él quisiera, debía tener la casa limpia, las comidas listas, y recibirlo en casa.
No podía irse sin el consentimiento de ese hombre a ningún lugar.
Menos sin decir donde estaría.
Nadie podría saber que era la señora Hyland, al menos que Sean Hyland lo permitiera.
Todas esas cláusulas eran fáciles de cumplir.
Luego de esas hojas seguían otras más, llenas de letras que la aburrían.
“Bien, voy a firmar”.
“No lo has leído todo”
Exclamó él.
“Ah, ya leí lo importante, ahora daté la vuelta”.
Él la miró casi con horror.
“Para firmar”
Sean estupefacto por su actuar, giró y sintió como ella apoyó aquel papel sobre su espalda.
Firmó, sintiendo sus manos sobre su espalda.
Aquella sensación de pronto pareció rara para él.
Se alejó en cuánto ella terminó.
“Bien, ahora sí, debemos pasar al registro civil”.
“Muy bien, prometido, vamos”
Dijo ella tomándolo de la mano.
Sean quería soltarla, pero ella lo tomó con tal firmeza, que no fue capaz de tirar de ella.
Sintió todas las miradas sobre ellos.
Su rostro enrojeció.
Al llegar ante el juez y luego de que oficializara toda la ceremonia, pronto dijo las preguntas importantes.
“Señor Sean Hyland, ¿Acepta casarse con Merybeth Hansen?”
“Acepto”
Dijo con firmeza y rapidez.
“Señorita Merybeth Hansen, ¿Acepta como esposo al Señor Sean Hyland?”
Merybeth iba a responder, claro que sí, pero no pudo evitar detenerse un segundo y titubear, pensó en lo que hacía.
Ella soñó con casarse enamorada.
Soñó con ser feliz como cualquier mujer.
No esperó ver sus sueños frustrarse tan pronto.
De pronto sintió que alguien tiró suavemente de su dedo.
Volvió a la realidad.
“Yo, ¿Eh…? Ah, sí acepto”
Dijo y sonrió.
Pero unas lágrimas corrieron por su rostro.
Mientras los presentes testigos aplaudían; Sean Hyland pudo ver esas lágrimas en sus ojos.
“Muy bien, ahora firmarán el acta de matrimonio”.
Sean Hyland fue el primero en hacerlo.
Luego lo hizo Merybeth.
Su mano estaba tan temblorosa, que su rúbrica quedó maltrecha.
“Muy bien, ahora los declaró marido y mujer, ya puede besar a su esposa”.
Los testigos volvieron a aplaudir.
Todos esperaban que se besarán.
Merybeth ya había perdido el valor que antes tenía, pero sintió de pronto las manos de ese hombre sobre su rostro.
Sus ojos se abrieron con temor.
No esperaba que después de todo él quisiera besarla.
Pero, ¿Qué estaba diciendo?
¿Acaso él no era ya su esposo?
Ahora ella debía corresponderle como una esposa.
Debía hacerlo.
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