Ámame maldito CEO -
Capítulo 8
Capítulo 8:
“Claro que iré a mi boda con el hombre más rico de la ciudad, todos lo verán, seré la Señora Hyland, todos quedarán sin habla ante mí”
Caminó al centro de Genesee, y pronto observó los vestidos de novia en la vitrina.
Mordió su labio y tuvo una brillante idea.
‘Puedo serna novia de contrato, pero no por eso perderé el glamour’
Pensó guiñando un ojo.
…
Sean Hyland esperaba afuera del registro civil.
No dejaba de mirar su reloj.
Era tarde.
Pronto vio llegar a su chofer.
Frunció el ceño al verlo llegar solo.
“Señor…”
“¡¿Qué pasó?!”
Sentenció con rabia.
“La señorita que llevé ayer, no estaba en su casa”.
Sean hizo un gesto de fastidio.
‘Cero y van dos novias que huyen de mí’
Pensó con desdén.
“Maldita sea, bien, llama a Cyrus, que busque a cualquier otra mujer, necesito una esposa lo antes posible”.
“¡Señor Hyland! ¡Señor Hyland!”
Sean reconoció esa voz de inmediato.
Era la misma de ayer.
Cuando se giró a mirarla arrugó su gesto.
No podía creer lo que veía.
“¡Oh, no!”
Exclamó colocando su mano en su frente.
Estaba tan avergonzado.
Incluso su chofer ocultó una risita burlona de su jefe.
Aquella mujer llevaba puesto un vestido de novia, con zapatillas y un exuberante velo de novia, capturando la atención de todo el mundo.
“Estoy aquí, Señor Hyland, lista para ser toda suya”
Dijo con una gran sonrisa pintada en sus labios rojos, mientras Sean apenas y quería verla.
“Dígame que su cerebro es más grande que la amplitud de su vestido”.
Ella le miró con ojos pequeños y la rabia en su rostro.
“Si sigue haciendo esas bromitas, me iré, y usted se quedará plantado, además haré tal escena, que le haré pasar el peor de los ridículos de su vida”
Dijo sonriente y amenazante.
“Cuidado, aún no sabe con quién está tratando”.
Merybeth tragó saliva.
Él tenía razón.
El chofer trajo un documento.
“¿Qué es esto?”
Dijo Merybeth cuando se lo tendieron en las manos.
“Esto es el acuerdo prenupcial, nos casaremos por un año, solamente, después, nos separaremos”.
Ella lo miró con duda.
Abrió el documento y leyó atenta.
Sus ojos se abrieron tan grandes al leer las cláusulas.
“Entonces, por un año de casados, tras el divorcio obtendré una casa en la playa y veinte millones de dólares, ¿De verdad?”
Exclamó con ojos grandes.
“Parece que es todo lo que te importa, querida. Pues sí, eso recibirás, por ser mi esposa por un año, después, puedes irte lejos de mí con todo el dinero y la casa”.
“¿Y usted que gana con esto?”
Exclamó ella con audacia.
Él la miró con ojos grandes.
Ninguna mujer antes le preguntó sobre eso.
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