Ámame maldito CEO
Capítulo 84

Capítulo 84: 

“No lo sé, no muy bien, solo sé que querían que firmara unos papeles, por eso me invitaron a casa, querían que cediera una herencia, pero no supe de que era, debía cederla a Sophie, me negué, solo por rabia, porque mamá me insultó, nunca pensé…”

Los ojos de Merybeth se llenaron de lágrimas.

“Nunca pensé que sería capaz de llegar a tanto, juro que creí que me mataría, parecía un monstruo, alguien que nunca conocí. Nunca llegó a tanto, ahora sé que ella me odia, me odia con todas las fuerzas de su corazón”.

Sean la miró con tristeza.

Sintió que podía entenderla, mejor que nadie.

“Sé lo que la ambición es capaz de lograr en las personas malvadas, créeme, hay personas que, por dinero, podrían vender su alma al mismo diablo, aunque tuvieran miedo”.

Sean limpió sus lágrimas, besó su frente con dulzura, sorprendiéndola.

“Se trata de justicia, Merybeth, no somos unos mártires para soportar la maldad ajena, tal vez, no vamos a desquitarnos, pero, sí, haremos justicia, la ley fue creada para que las personas que estén transgrediéndola, paguen por eso”.

Él le tendió la mano, ella sintió una fuerza en sus palabras, y la tomó, asintió, juntos entraron a la comisaria.

Ella hizo una denuncia contra sus padres, sobre todo contra Arabella Hansen por haberla privado de su libertad, y por agredirla físicamente.

Volvieron a casa casi por la madrugada, Merybeth dormía en su cama, estaba durmiendo boca abajo, le habían puesto un ungüento para el dolor.

Sean había avisado a Orson Hyland sobre lo ocurrido.

Sean observó a Merybeth dormir, la cobijó con mucha delicadeza y luego se recostó justo a su lado.

‘Lamento tanto no haber ido contigo estaba tan metido en mis absurdos asuntos, que nunca imaginé la maldad que podía rodearte, pobre pequeña, he visto gente como los tuyos, esos son capaces de descarnar solo por un poco de dinero, yo también sufrí, yo también fui víctima de buitres hambrientos por mi carne, aprendí a defenderme, saqué fuerzas de mi rabia y mi odio, siento mucho que hayas tenido que vivir también ese infierno, estoy aquí, si de algo sirve, Merybeth, no dejaré que te hagan daño, no mientras me tengas a mí’

Pensó, él acarició su rostro, y durmió a su lado, sosteniendo su mano, pues ella tuvo pesadillas durante toda la noche.

Mientras tanto en otro lugar…

Orson bebía el delicioso café que Jane le preparó, platicaban sobre lo que había ocurrido.

“Entonces, ¿Arabella se atrevió a tanto?”

Exclamó Jane tan sorprendida.

“Así es, pero, ¿Acaso es una familia de locos?”

Exclamó Orson tan incrédulo de que hubiese personas tan malas.

“Desde muy niña, he notado que los padres de Merybeth son horribles, no la quieren nada, en cambio, a Sophie la adoran, sobre todo su madre, la consiente, incluso a Merybeth no la dejaron estudiar en una buena universidad, fue a la pública, y Sophie a una privada, que ni siquiera terminó, es como si odiaran a mi amiga, pero nunca supe porqué de niña le pegaban horrible, y una profesora, estuvo por llamar a servicios infantiles, pero Regina Carson intervino, y no hicieron nada contra los Hansen”

“Pues, ahora, lo tendrán difícil, Sean les hará ver su suerte, y te aseguro que será muy mala, debo irme”

Dijo Orson y se levantó.

Jane asintió y se miraron a los ojos, hubo una incomodidad en sus miradas, recordando lo que había pasado antes.

Ninguno dijo nada.

El taxi llegó, y Orson se fue, dejándola sola.

Jane cerró la puerta cuando lo vio irse, y sintió algo de melancolía en su interior.

‘Es mejor no volver a ver a ese hombre, ni siquiera es mi tipo de hombre ideal’

Pensó Jane cuando sintió que era un hombre demasiado bueno para ella.

Mientras tanto en otro lugar…

Al día siguiente, cuando Arabella se levantó, se sentó en la mesa a desayunar, parecía como si nada hubiese pasado, al menos para ella Félix la miró con ojos severos.

“¡Mira lo que has hecho! ¿Ahora que pretendes hacer, mujer?”

Exclamó el hombre al verla beber su café, y comer de su fruta con tranquilidad.

“No lo sé, pero, debe haber una forma en que pueda sacarle la maldita firma a Merybeth, entiende, ¡Ella no me va a quitar el dinero que con tanto esfuerzo he conseguido! Estoy a punto de tenerlo y me lo dará, por las buenas o las malas”

Sentenció con seguridad Sophie bajó a desayunar, se sentó, y saludó a sus padres.

“¡Odio a Merybeth! No puedo creer que ese hombre sea su esposo, no puedo creer que sea en verdad el Señor Hyland, he estado investigando, ¡Es imposible! Ese hombre es más rico, incluso que Joe Carson”

Exclamó enfurecida.

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