Ámame maldito CEO -
Capítulo 75
Capítulo 75:
Eran como las tres de la mañana cuando Sean apareció en la casa.
Él entró despacio, cuando de pronto escuchó una voz en la oscuridad.
“¡¿Qué horas son estás de llegar, Sean Hyland?!”
Sean apenas pudo contener un grito al mirarla.
“¡Cielos! Me has dado un susto de muerte”
Sentenció.
“Por desgracia no moriste porque ahora sería una joven y se%y viuda”.
Él sonrió divertido.
“¿Qué estás haciendo aquí, en medio de la oscuridad?”
“Practicando”.
“¿Practicando?”
“Sí, estuve practicando como ser una esposa furiosa, y ahora llegas y lo hago mal, eso no es muy divertido, Señor Antártida”.
“¿Así que estás enfadada?”
“Claro, mira la hora, ¿Estabas divirtiendo a tu asistonta?”
“Lucy no fue a la cena, las asistentes no suelen ir a ese evento, y para que tu mente este tranquila, solo fuimos caballeros”.
“Mi mente está muy tranquila, Señor Hyland”.
“Bien, ahora vete a dormir”.
Él se giró, y de pronto sintió una nalgada en su trasero.
Lo tomó desprevenido.
La miró atónito.
“Es su castigo por llegar tarde”.
Sean la miró con ojos serios, y ella se acercó.
Había algo en su azul mirada.
Merybeth se colgó a su cuello, y lo dejó sin respiración.
Sintió sus labios sobre los suyos, una suave caricia cargada de deseo y pasión.
De pronto ella sintió que él tomó sus manos con fuerza y la alejó.
“¿Qué haces?”
Espetó con desdén.
Ella se quedó incrédula.
“Pues…”
“Escucha bien, Merybeth, no sé qué está pasando por tu mente, lo que sea que hicimos los últimos días, solo fue para… quitarnos la tensión se%uaI, eso acabó, y no volverá a repetirse, tú solo eres una esposa de contrato y la caducidad se aproxima a vencer”
Sentenció con los ojos firmes.
Pudo notar como sus palabras lastimaron a la chica, pero ella contuvo el aliento, y levantó la barbilla.
“No vayas a llorar”.
“¿A llorar? ¿Por ti? Señor Hyland, yo lloraré, pero le aseguró que lo haré limpiando mis lágrimas con veinte millones de dólares, y una casa en Malibú”
Dijo sonriente.
“He captado el gran mensaje, gracias por recordármelo, no sé preocupe por la tensión estoy segura de que el juguete de mi amiga Jane, puede hacerlo tan bien como usted, ¿Y sabe algo? Habla menos”.
Merybeth subió la escalera de prisa.
Sean se quedó abajo.
Bajó la mirada y tragó saliva.
Quería contener toda la rabia y la frustración que ella le generaba.
‘Quiero subir y gritarle que su maldito juguete no le servirá de nada, porque pensará en mí todo el tiempo, y entonces, la besaré y la acariciaré y… ¡No! ¡Yo no quiero besarla, no quiero acariciarla! ¡Yo no me quiero enamorar!’
Pensó con desesperación.
Merybeth entró y cerró la puerta.
Quiso contenerse…
Quería tragarse las lágrimas, pero estás brotaban por su rostro con rapidez.
Ella no podía más.
No lo soportaba.
Se sentó al borde de la cama, pensó en Joe.
Él siempre fue lindo y tierno cuando la amó.
Pero luego todo acabó, Sean había sido apasionado y ella creyó que podía haber amor.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar