Ámame maldito CEO
Capítulo 73

Capítulo 73: 

Cuando Jane salió de la habitación, encontró a Orson en el salón.

Estaba ya arreglado y como si nada hubiese pasado.

“Jane, quiero…”

“No quiero que vuelvas a mencionar nada de lo que pasó, finjamos que nunca pasó, si no lo recordamos, es como si nunca hubiese existido”.

Él la miró atónito.

“¿Así de fácil?”

“Sí, así es fácil, solo los tontos se complican la vida en esta tierra; se mata, se entierra, y listo”.

Orson arrugó el ceño.

La miró con sorpresa.

‘Que mujer tan fría, sin escrúpulos, jamás quisiera una mujer así en mi vida, yo quiero a una esposa dulce, amable, que sienta, no a esta mujer de hierro’

Jane sintió que era víctima de un escrutinio.

“¿Qué me ves? Encárgate de tu vida, te divertiste conmigo, así que, quédate con tus recuerdos, nunca volverás a tenerme”.

“Ni siquiera recuerdo nada, ¿Qué demonios me diste a beber?”

Jane alzó las cejas.

No dijo nada.

Ni ella misma lo supo.

Sean y Merybeth llegaron poco después.

Sean parecía serlo, mientras notó que Orson estaba con resaca.

“Bien, en unos minutos viene el helicóptero, deberían alistar sus cosas”.

Merybeth subió a la alcoba, y Sean-la alcanzó antes de entrar.

“No olvides tu juguetito”.

“¿Mi juguetito?”

Exclamó con duda.

“Sí, lo vi, en la cama, tu juguete, creo que no tiene punto de comparación con uno real”.

Ella rio de él en su cara.

“No es mío, es de Jane, ¡Qué gracioso!”

Exclamó burlándose.

Sean se ruborizó al instante.

También se echó a reír.

“Bueno, no sé si ese juguete valga, o no la pena, porque no lo he usado, y tampoco he usado el tuyo, así, que, debo comprobarlo”

Dijo sonriente.

Sean hizo un gesto de fastidio, pero no pudo evitar reír de sus ocurrencias.

Viajaron en helicóptero, y horas después, al fin llegaron a Genesee.

Jane no quiso llegar siquiera a la mansión y se despidió de Merybeth.

“Le llevo a casa”

Dijo Orson.

Ella lo miró no quería, pero solo quería llegar ya mismo a casa, y asintió.

Ambos subieron a su auto.

Sean y Merybeth caminaron hasta la casa.

Cuando abrieron la puerta, Sean llevaba su maleta y al entrar, en el salón principal, Merybeth pudo ver a esa mujer, sus ojos se volvieron feroces, solo de recordar cuando sus labios besaron los de su marido.

“¿Tú que haces aquí?”

Espetó como si fuera una mordida de un depredador.

Lucy, en cambio, se mostró altiva, lejos parecía haber quedado su timidez, la enfrentó mirándola fijamente.

“No estoy aquí por ti, bienvenido, Señor Hyland, vine porque olvidó que hoy vienen los clientes de Nebraska, los recibí, pero hoy quieren verlo para cenar”.

Sean hizo un gesto de preocupación.

“¡Lo olvidé por completo!”

“No se preocupe, reserve en un buen restaurante, todo está bajo control, como siempre, estoy aquí para poner su mundo en orden”

Las palabras de esa mujer hicieron enfurecer a Merybeth, que hizo un gesto de burla.

“Bien, envíame por correo los datos de la cena, estaré ahí, ahora voy a descansar”.

Lucy asintió y Sean se fue.

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