Ámame maldito CEO -
Capítulo 68
Capítulo 68:
Su voz era tan ronca, y seductora.
Ella quiso negarse, pero recordó el favor que él le hizo.
Además, no podía fingir.
Ella también quería hacerle sentir el placer que él le había provocad.
‘Supongo que de eso se trata hacer el amor’
Pensó.
Ella se puso de cuclillas.
Luego levantó la mirada, y pudo ver esas pupilas tan dilatadas como oscurecidas, la miraban con un deseo.
Merybeth observó esa gran er%cción, y sintió que su corazón latía con desenfreno.
Algo dentro de ella también latía sin contenerse.
“No soy buena en esto… es la primera vez…”
Él siseó.
“Hazlo, yo te diré si algo no me gusta, no tengas miedo”
Dijo con la voz gruesa, cargada de lujuria.
Era la primera vez que Sean deseaba tanto recibir placer en su vida.
Ella humedeció sus labios.
Observó su p%ne erecto.
Ella lo tomó con su mano, y lo introdujo en su boca, comenzando a succionarlo, dándole el placer que tanto le había pedido.
Sean puso los ojos en blanco, con la respiración entrecortada.
Excitado, sorprendido, g!mió.
Jadeó, ella lo escuchó con toda claridad, mientras seguía el ritmo, notando su poder, ella estaba dominándolo con ese placer.
Pronto escuchó que pedía más.
“No te detengas, jamás”
Exclamó víctima del éxtasis y ella siguió.
Sonreía, traviesa, y él lo sabía.
Era raro como podía tener el control sobre su cuerpo, pero incluso eso le fascinó.
Él que juró no volver a doblegarse por nada, estaba doblegado por su placer.
Sean no podía más, incluso sus ojos se volvieron brillantes.
Susurró su nombre entre jadeos, y la detuvo.
Ella se quedó quieta.
“¿Qué? ¿Lo hice mal?”
Él negó.
Estaba a punto de ey%cular, no quería ensuciarla.
No de esa manera.
Sus pupilas volvieron a ser tan oscuras, y caminó hacia ella, haciéndola retroceder.
Con duda, tomó su vestido y se lo quitó.
Descubrió que ella no llevaba sostén.
Luego la empujó suavemente sobre la cama.
Merybeth sintió nervio.
Su cuerpo temblaba.
Pero estaba deseándolo.
Estaba esperando por él.
Sean sentía que su corazón latía.
La necesitaba como nunca, pero se detuvo.
Besó la parte interna de sus muslos.
Luego su lengua comenzó a lamer dulcemente, dejando un camino húmedo.
Observó como el cuerpo de Merybeth se retorcía de placer, como se estremecía, cerrando los ojos, uno de sus dedos palpó su se%o, y pudo sentir su humedad.
Abrió sus piernas con un movimiento lento, y acercó su rostro.
Merybeth sintió como una alarma de temor y fuera por vergüenza, o por confusión.
Lo haló de los cabellos tan fuerte, deteniéndolo, y lo hizo reír.
“¡Qué salvaje eres, diablita!”
Dijo, y detuvo sus manos, poniéndolas contra su cabeza.
Se puso encima de ella, y la miró con una sonrisa.
Ella sintió como su p%ne palpaba en su entrada, y lo deseo más que nunca.
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