Ámame maldito CEO
Capítulo 65

Capítulo 65: 

“A veces, tengo un ligero sueño, un tonto sueño, quizás es mi imaginación, pero sueño con mi madre arrullándome en un cielo estrellado como este, y cantándome una canción, pero es imposible, ¿Sabes? Mi madre me odia”.

Sean la miró confuso.

“Ninguna madre odia a un hijo”.

Merybeth detuvo una lágrima de su rostro.

“La mía, sí, pero, no importa; ¿Sabes qué? Al fin, ya entendí en que nos parecemos tanto, Sean Hyland”.

Sean arrugó el ceño.

De pronto, sintió que su voz se había vuelto rasposa.

“¿En qué?”

“Nuestros corazones están rotos, y eso es bueno, así es como entra la luz”.

“¿Emest Hemingway?”

Ella asintió con una gran sonrisa.

“¿Recuerdas cuando nos conocimos?”

“Sí, lo recuerdo”

“Puedo recordarlo bien, tú, ahí, y te levantaste, eras como, ¡Oh! Imponente, y pensé, ¿Quién es este tipo? Dijiste, ¿Nos conocemos?”

“Y tú dijiste, no, pero deberíamos”

Dijo él respondiendo.

Ella sonrió, y rio un poco.

Estaba eufórica.

No tenía sentido.

“¿Sabes? Creo que estoy ebria”.

“Sí, lo estás”

Dijo él Sean sonrió burlonamente.

“Pero, me gustaría decir, algo que no diría antes, solo; estaba encantada de conocerte”.

Él la miró con seriedad.

Esta vez había algo en su voz.

Había algo en su mirada.

Sus ojos estaban desbordados por lágrimas y brillaban como dos estrellas, que competían con los luceros del cielo.

“Dime, Sean Hyland, ¿Qué pensaste cuando me conociste? Quiero saberlo”.

Él sintió que se quedaba sin palabras.

Bajó la mirada, sintiéndose un poco tonto ante la situación.

De pronto, ella se colgó a su cuello y lo miró bien, poniéndose de puntillas para alcanzar su altura.

“¿Qué quieres que diga?”

“Solo dilo”.

“No sirvo para esto, Merybeth, yo no sé hablar sobre eso”.

“Solo debes responder, ¿Tú también estabas encantado de conocerme?”

“No puedo”

Susurró.

“No conozco ese lenguaje, es extraño para mí, esperas mucho de mí”.

“¿Y entonces? ¿Cuál es tu lenguaje?”

Él miró sus labios.

Estaba deseándolos.

Quería alejarse.

Sean sabía que debía hacerlo, hubiese querido huir, pero ella era un imán que lo atraía.

Ella era el sol y él giraba a su alrededor.

Ahora podía entenderlo y le daba miedo.

Mucho miedo.

Simplemente se acercó, y besó sus labios.

Esa era la única respuesta que pudo darle.

Ella acarició su cabello.

Besó sus labios, sus lenguas, danzando, acariciándose.

Era como si no necesitaran el aire.

Hablando a través de besos, a través de suspiros.

Una noche oscura, a la luz de la luna, ese era el lenguaje místico que conocía Brooke Hyland.

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