Ámame maldito CEO
Capítulo 64

Capítulo 64: 

La noche comenzaba y él la llevaba de prisa, sosteniéndole de la mano, hasta que ella se detuvo, apartó su mano y se quitó sus zapatillas.

“¿Por qué tenías que comportarte de esa manera?”

Espetó con un reclamo en su mirada.

“¿De qué manera?”

Exclamó ella lanzando sus zapatos sobre la arena.

“¿Acaso no te das cuenta, malcriada, inmadura?”

Exclamó enfrentándola con la mirada severa.

Ella alzó el rostro, haciéndole frente.

“No hice nada malo”.

“Bailar como una…”

Sean se detuvo.

“¡Habla, ahora! No te detengas, Sean Hyland, estoy acostumbrada a recibir improperios de mi familia, de ti, tampoco me extrañaría, no eres un caballero, solo de nombre”

Dijo con rabia.

“¿Eso crees? Piensa lo que quieras, pero estabas bailando con otro hombre que no soy yo”

“¡No sabía que te pertenezco hasta en el pensamiento, yo no firme por eso!”

Exclamó

Sean se acercó demasiado y esbozó una sonrisa que casi le pareció de terror.

“¿Y leíste lo que firmaste, querida? Tú me perteneces, hasta que yo lo quiera, ¡Cómo lo quiera”

Gritó.

Merybeth asustada, y enfurecida, le dio una fuerte bofetada.

Él se quedó petrificado.

Era la segunda vez que esta mujer le pegaba.

Merybeth se echó a correr, alejándose de él.

Cuando Sean recuperó su consciencia, vio sus Zapatillas abandonadas.

Respiró y sintió que olvidaba la rabia.

Tomó las zapatillas y fue tras ella.

Ella dejó de correr.

Entonces caminó, observó aquel lugar.

Encontró una magnífica vista.

Riscos enormes, y un lugar tan privado, las estrellas brillaban, las olas del mar en calma, ella se mojó los pies con agua fresca.

“Mi madre Brooke solía venir aquí a diario”

Dijo Sean, cuando apareció a su lado.

Decía que era en este lugar, un punto donde podía escuchar el lenguaje del amor.

Ella lo miró con intriga.

“¿Por eso odias la casa en playa?”

Sean miró su rostro y asintió

“Sí, fue en esa casa que, pude volverme el hombre que soy, pero, si ella no está, no tiene sentido, mi madre murió aquí”

Dijo apuntando hacia los riscos.

“El último día que la vi con vida, me pidió traerla aquí, era antes del amanecer, ella solo se durmió entre mis brazos, y luego, no me di cuenta, pero murió, de pronto”.

Sean tragó saliva.

Sus ojos se volvieron cristalinos.

Pero evitó llorar.

Hace tanto tiempo que él no lloraba, ni se conmovía por nada.

Sintió como Merybeth tomó su mano entre la suya.

La miró con estupor.

Pensó en lo que había hecho, le había contado un momento tan íntimo de su vida a una extraña, ¿Quién era ella en su vida?

¿Por qué Merybeth se sentía como un hogar para su corazón?

“Lo siento, duele perder a quien amas, aunque también duele cuando nadie te ama”

Merybeth miró al firmamento, aún tomaba su mano.

“¿Qué querría decir tu madre con que aquí se puede escuchar el lenguaje del amor?”

“No lo sé”

Dijo Sean.

Intentó soltar su mano, pero sintió como ella lo tomaba con fuerza.

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