Ámame maldito CEO -
Capítulo 55
Capítulo 55:
Admiró su rostro en esplendor.
Sus largas pestañas…
Su piel blanca, casi como porcelana.
Sus mejillas rosadas… y esos labios que era una tentación sin precedentes.
Parecían invitar a disfrutar de ellos.
De pronto Merybeth abrió los ojos.
Sus pestañas temblaban.
Había un gesto de dulzura que quería corromperlo.
Sintió la mirada de Sean tan devoradora.
Se estremeció entre sus brazos.
Él contuvo cualquier instinto de hombre que quisiera escapar a su control.
“Hemos llegado, debemos irnos, hay que despedirnos”.
Ella asintió.
La bajó del caballo y aun pudo sentir sus fuertes brazos en su cuerpo.
Luego ella entró para despedirse de todos.
“Entonces, ¿Es un hecho que Sean Hyland tendrá la fortuna de Brooke Hyland?”
Exclamó Gael al ver que el abogado ya se iba.
“Así es”.
Gael maldijo en su pensamiento.
‘Ya veremos, de algún modo u otro, te aseguro que me quedaré con eso…’
…
Cuando llegaron a casa, eran casi de noche.
Merybeth entró, y solo fue a su cama para recostarse.
Mañana era lunes.
Lunes… que día tan fastidioso.
Pero luego antes de dormirse, cuando recordó todo.
Se levantó como un resorte.
Tocó la puerta de la habitación de Sean, pero nadie respondió.
Ella entró y lo vio en el balcón.
Estaba leyendo.
Se acercó a él de prisa, y se puso frente a él, con las manos en la cintura.
“Quiero conocer la casa de la playa”
Dijo con voz firme.
Sean abandonó la lectura y la miró con ojos confusos.
“¿Qué dices?”
“Lo que oyes, quiero conocer la casa de la playa que me darás, tras el divorcio, quiero ver si vale la pena como para soportarte por tanto tiempo, un año es demasiado”
Sentenció con furia.
Sean hizo ojos de fastidio y la miró severo.
“Bien, como sea, de todos modos, recuerda que podemos divorciarnos antes”.
“¡Eso sería un gran alivio! Cuando sea estaré muy feliz de firmar, pero quiero ver que todo sea justo para mí”
Sentenció.
Estaba enfurecida al recordarlo besando a Lucy.
Necesitaba darse cuenta de que valdría la pena semejante humillación.
Él se levantó y le escribió en un papel la dirección, tomó de una caja las llaves.
“Es un duplicado de las llaves de la casa, está en Malibú, puedes ir cuando quieras”.
Ella tomó la llave.
“lré mañana mismo, me iré unos días, para olvidarme de tu asqueroso beso con tu asistonta, de verdad; tienes malos gustos, Señor Antártida”.
Merybeth salió de ahí y él la vio irse.
Luego puso ojos en blanco de fastidio.
…
Merybeth llamó a su amiga Jane.
Le pidió que fuera mañana verla a esa casa, eligiendo un horario en que Sean Hyland, no estaría ahí.
A la mañana siguiente, ella sirvió el desayuno.
Sean se sentó, observó que ella había horneado, además de su comida normal, un delicioso pastel de chocolate.
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