Ámame maldito CEO -
Capítulo 56
Capítulo 56:
“¿Pastel? Odio el pastel, más si es de chocolate”.
Ella le miró con algo de burla.
“Seguro de niño no tenías amigos, ¿Quién puede ser amigo de alguien que odia el chocolate? Vamos, come un poco, el otro día comiste un poco y no moriste”.
Sean negó y ella sirvió una rebanada de pastel y comió.
Él la observó.
La forma en que degustaba y sus graciosos gestos, lo hicieron sonreír.
“¿De qué te ríes?”
Él negó, y comió.
Cuando ella fue a traer más jugo, Sean aprovechó para cortar una pequeña rebanada y comer, la encontró deliciosa.
“¡Ajá, te descubrí! Niega que te gusta”.
“Sí, me gusta”
Dijo con voz seria, mientras comía y lo encontraba delicioso.
“Si le pusiste veneno, o algún hechizo vudú para enamorarme lo pagarás”
Ella alzó las cejas y sonrió con burla.
“Mira, como no he visto tu testamento, no puedo darte veneno, y respecto a lo del enamoramiento, una gota más de amor, y te volverás un acosador, yo no quiero eso”
Exclamó con desdén.
Sean se echó a reír de sus ocurrencias, y ella también.
“Debo irme”.
“Te advierto que desde hoy me iré a la casa de la playa, y vuelvo hasta pasado mañana”.
“¿Tanto tiempo?”
Exclamó Sean.
“¿Qué? Todavía no me voy, y ya te comportas como un marido celoso, ¿Acaso ya me vas a extrañar?”
Él rodó los ojos.
“Vete, nos vemos después”
Espetó.
“Adiós, Señor Antártida”
Dijo ella hondeando su mano.
…
Cuando Sean llegó a la oficina, Lucy no tenía cara para mirar su rostro.
Estaba tan avergonzada de lo que había hecho.
“¿No me dirás nada, Lucy?”
Exclamó al verla con ojos severos.
La mujer alzó la vista y sintió unos nervios espantosos.
“Señor Hyland, yo… ¡Lo siento tanto!”
Exclamó desesperada.
Sus ojos brillaron de dolor.
“Nunca quise ofenderlo, lo juro”.
“No me jures nada, Lucy, por tu culpa, casi pierdo el derecho a mi herencia, si estás aquí, solo es por el gran cariño que Orson te tiene, y mejor valorarlo, y entiende de una vez, que yo no siento, ni sentiré jamás nada por ti”.
Esas palabras quebraron su corazón.
“¿Por qué, Señor Hyland? ¿Es por su esposa?”
Sean la miró con ojos pequeños, pero incluso su pregunta logró traspasarlo, esa pregunta lo golpeó con fuerza.
‘¿Qué está pasándome con Merybeth? ¡¿Acaso estoy perdiendo el buen juicio?! No puedo, yo no me quiero enamorar, no volveré a sufrir por un tonto amor’
Pensó.
Luego dio la vuelta y dejó a Lucy ahí, sin decirle nada más.
…
Merybeth estaba lista para recibir a Jane, cuando escuchó el sonido de su móvil, y vio el identificador, sintió un escalofrío.
Era su madre.
Tuvo que responder, esa mujer era su madre, tenía un poder sobre ella, del que no podía huir, quizás por la violencia y el maltrato al que la sometió desde pequeña.
“Hola, madre”.
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