Ámame maldito CEO
Capítulo 53

Capítulo 53: 

La miró con ojos enromes, y Merybeth lo empujó alejándose de él.

Sean fue tras ella, mientras Lucy se tambaleó

“¡Merybeth, espera!”

Ella se detuvo.

De pronto sentía como si algo la quemara por dentro.

Un dolor.

Una tristeza.

Podía recordar aquel día, cuando Joe Carson la engañó con su hermana menor.

Cuando le rompieron su corazón.

“¡¿Qué es lo que sucede contigo?! ¿Cómo actúas así?”

“Así, ¿Cómo?”

“¡Cómo una loca!”

“¿Pues qué crees? ¡Sorpresa, soy una loca!”

Exclamó con rabia.

“¿Por qué no te vas con la asistonta, y la-vuelves tu esposa, así tienes tu estúpida herencia, y dejas de humillarme”

Exclamó rabiosa.

Sean sintió que se quedó sin palabras.

“Oye… no te olvides de que…”

“¡No me olvido de nada!”

Ella tenía los ojos llenos de lágrimas.

“Te dije que no te hicieras falsa ilusiones”

Dijo al verla llorando.

“¡Yo no lloro por ti! No te confundas, lloro por la persona a quien me recuerdas, me acabas de recordar que los hombres como tú, no valen nada”.

Ella intentó irse, y él la tomó del brazo, volviéndola a él.

“¿Los hombres cómo yo? ¿Y qué hay de las mujeres como tú?”

“¡Suéltame!”

Gruño furiosa.

“Falsas, que solo aman a un hombre por el peso de su cartera, que juran amor eterno, pero en la oscuridad son capaces de ir a incendiar otras velas”.

“¡Suéltame! Eso habla de ti, de tus mujeres, yo no soy ellas, ¡No soy ninguna de ellas! Yo soy Merybeth, ¿Lo sabes? ¡Grábatelo! Grábate mi nombre, grábate mi voz, y mi rostro, yo no soy ninguna otra mujer, yo soy a la que nunca olvidarás, ni en tus peores pesadillas”.

“Ya basta, no quiero tus escándalos”

Dijo él en voz baja.

“Tenemos un contrato, no lo olvides, veinte millones de dólares y una casa en la playa deben ser suficientes para que te calmes, y olvides tu absurdo orgullo”.

Ella lo miró con rabia.

Pudo ver tras al abogado Coleman.

“¿Olvidarlo? ¿No te he dicho que solo me recuerdas al engaño de otro hombre? Ahora lo sabes, pero; tú, no eres nada para mí”

Ella se acercó a su oído, hablaba casi con un susurrar.

“Incluso ayer, cuando me tocabas, yo pensaba en él, solo imaginaba que tú eras él”.

Sean la miró con ojos llenos de rabia.

De pronto sintió un odio abismal y su agarre se volvió más fuerte.

Tanto que dolió.

“Tranquilo, querido, contén tu ira”

Dijo ella cerca de sus labios.

Él pudo sentir su aliento cálido.

Sintió como suavizaba su agarre, ella lo dejaba sin fuerzas.

Ella casi rozaba sus labios, y él tragó saliva.

Deseaba besarla.

“Ahora pídeme perdón, convénceme, porque el abogado está detrás, y ahora mismo hay un plan para quitarte toda tu herencia”.

Él frunció el ceño confundido.

Aún así no había tiempo.

Era hora actuar.

“Perdóname, mi amor, no fue mi intención ofenderte, juro que Lucy me besó de pronto, intenté alejarme, pero estaba ebria, jamás volverá a repetirse un hecho tan abominable, y si me perdonas, viviré toda la vida para redimir mi error ante ti”.

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