Ámame maldito CEO -
Capítulo 49
Capítulo 49:
Cuando Merybeth volvió a la realidad sintió que Sean la tenía entre sus brazos, besaba su cuello con fervor.
Sus caricias la hicieron sentir nerviosa.
Ella intentó alejarse, pero él insistió.
“Sean Hyland! No sabes lo que haces, no hagas algo de lo que mañana vas a arrepentirte”.
“Las mejores cosas que nos pasan, son de las que decimos que nos arrepentimos, pero volveríamos a hacer mil veces”
Dijo con una sonrisa divertida.
“¿Quién eres? ¿Qué hiciste con Sean Hyland? Te has vuelto un Míster Hyde”
Exclamó.
Él siseó, mientras la miraba con ojos oscuros y lujuriosos.
Merybeth sintió que esa mirada podría desnudarla en cualquier momento, de pronto, Sean la tomó entre sus brazos, y besó sus labios con pasión frenética.
Ella sintió como su lengua acariciaba la suya.
Como sus manos recorrían su espalda.
Sus brazos; su piel se erizó al contacto, fue inevitable.
Era como si un golpe de calor la hubiese derribado.
Él era demasiado ardiente como una llama.
Cuando abandonó sus labios, él besó su cuello.
Luego su lengua.
Rozó su piel, como si fuera un delicioso manjar.
Ella se estremeció al sentirlo.
La recostó sobre la cama.
Merybeth sintió que perdía la cordura
Él encima de ella, con su fuerza, y sensualidad.
Incluso, si quisiera detenerlo, ya no se sentía capaz de hacerlo.
Sus labios siguieron besando su piel, hasta llegar al escote de su pecho
Entonces sintió que no podía más, que si no resistía ahora, terminaría siendo suya, completamente, y eso le parecía imposible.
Incluso si Sean Hyland era su marido, era también un desconocido, al que no creía amar.
“¡No, Sean! Basta, aléjate”
Dijo empujándolo y haciéndolo desistir, el hombre parecía algo confuso.
Se quitó los zapatos y se recostó a un lado de la cama, tumbándose bocarriba, mirando el techo, Merybeth creyó que había tenido suficiente.
Se quedó bien quieta, y se recostó a su lado.
“¿Así que me tienes miedo, Merybeth? No, ya lo sé, no me tienes miedo”
Dijo con voz gruesa.
“Te tienes miedo a ti misma”
“Mejor cállate, Sean Hyland, mañana te arrepentirás de esto”.
“Nunca me arrepiento de lo que hago, créemelo”
Dijo con una sonrisa.
“Sé porque tienes miedo, estoy a nada, de conseguirlo que quiero, y tienes miedo, mucho miedo, lo sé bien”.
Ella no dijo nada.
De pronto él se giró hacia ella y la abrazó.
Ella pudo sentir su gran er%cción sobre su trasero.
Ella no dijo nada, pero pudo escuchar su respiración sobre su oído, que lograba erizar su piel.
“Eres v!rgen, ¿Verdad?”
Ella abrió los ojos enormes.
Su respiración se volvió lenta.
Estaba asustada.
No dijo nada.
Estaba perpleja.
No entendía como él podía saber algo así.
“Lo sé, por eso te niegas a ser mía, tienes miedo, esto solo es un contrato, pero, ¿Por qué te resistes al placer? ¿Acaso no tienes las mismas ganas que yo? No me lo niegues, no seas una mentirosa”.
Él besó su mejilla, y ella cerró los ojos, sintió que su respiración se aceleraba.
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