Ámame maldito CEO -
Capítulo 38
Capítulo 38:
“¿Por qué me dices esto, Joe? Me haces sufrir”
Sophie se echó a llorar y Joe se sintió mal por ella.
“Sophie, no te pongas así, tú sabías que Merybeth y yo tenemos una relación de años, no solo son los tres años que fue mi novia, también son años de ser amigos, de conocernos, cuando jugábamos en el bosque de Bali, y cuando estábamos tan juntos, es difícil arrancar solo esos recuerdos como si no fueran nada”.
“Entonces, no lo entiendo, Joe, ¿Por qué la dejaste? ¿Por qué de pronto decidiste ser mío?”
Hizo una pausa.
“Me hiciste el amor, juraste que nos casaríamos, ¿Qué pasó entre tú y Merybeth para que de pronto la hicieras a un lado de tu vida? ¿Ella te engañó?”
“¡No! Ella es incapaz de algo así”
Respondió en seguida.
“Ella es una mujer muy diferente a la que todos creen, podría parecer una chica superficial y alocada, pero, todos se equivocan, Merybeth es buena, es dulce, tiene principios y valores, es valiente, nunca entenderías porque la dejé, Sophie, nadie lo entendería, solo yo…”
“¿Eso que significa? ¿Qué debo resignarme a que no me amarás como a ella?”
“Debes resignarte a que no te amaré, jamás, Sophie, a que mientras tenga vida, viviré amando a Merybeth Hansen, y si no quieres, está bien, puedes irte por esa puerta, que, de todos modos, yo nunca volveré con Merybeth”.
Sophie sintió un miedo rotundo.
Sus ojos estaban bien abiertos.
Sintió que la mejor de sus posibilidades de vida se escapaba.
Era perder su dignidad, pero ganar toda la fortuna.
¿Qué valía más en su corazón?
¿El dinero o la dignidad de ser amada?
‘¿A quién le importa el amor cuando puedes tener millones de dólares para comprarlo todo?’
Pensó.
Ella tomó el rostro de Joe entre sus manos.
“Si no me amas, no importa, yo amaré lo suficiente por los dos, siempre que quieras estar a mi lado”.
Joe no dijo nada, pero aceptó su beso.
Fue un beso tan frío, tan corto.
Joe tenía el rostro de piedra.
Estaba tan triste y desolado.
Sophie por otro lado sonreía.
‘Tal vez no me amas, Joe Carson, tal vez nunca lo harás, pero me consuela saber que Merybeth tampoco será feliz, nunca’
Pensó Sophie
…
Mientras tanto en otro lugar….
Durante la cena, Merybeth escuchaba las anécdotas divertidas de los Hyland.
Eran una familia linda, le agradaban.
Pronto sintió esa mirada insistente de una joven que había llegado de último momento.
Era Lucy, la asistente también de Sean.
La forma de su mirada, sobre Merybeth, la hizo dudar.
Era como si la mirara fijamente.
Como si buscara algo en ella.
Como si la desafiara.
Merybeth se sentía ansiosa con ganas de preguntar qué era lo que quería, pero no se atrevía ,bajo ninguna circunstancia, a actuar de un modo irracional.
“Y cuéntenos, ¿Cómo se conocieron?”
Merybeth y Sean titubearon mirándose a los ojos.
Ninguno sabía que decir.
“Bueno… Cuéntales, tú querida, eres buena contando anécdotas”.
Merybeth sonrió, pero atinó a darle un pisotón a Sean por ser tan cobarde.
Él solo sonrió.
“Sí, lo haré, bueno, nos conocimos en… en un club”.
Sean atinó a beber muy de prisa, al escuchar sus palabras.
“¿En un club? No suena muy romántico”
Dijo Lynda.
“El amor surge en los sitios menos románticos, créanme”
Dijo Merybeth provocando sus sonrisas.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar