Ámame maldito CEO -
Capítulo 363
Capítulo 363:
El rio de sus palabras.
Luego tomó su mano y se pusieron frente al altar, en una Iglesia de Malibú, el sacerdote ofició la misa.
Los declaró marido y mujer, Sean besó a Merybeth, sellando su promesa de amor eterno.
La fiesta se planeó en la playa.
Era una fiesta lujosa, con invitados muy queridos por ellos.
Lynda abrazó a Merybeth.
“¡Muchas felicidades!”
“Y pronto viene tu boda con Edward”, dijo Merybeth.
“¡Sí! Pronto”, dijo Lynda emocionada.
Edward tomó su mano.
“Les deseamos inmensa felicidad”
Jane se acercó a su amiga, y se abrazaron.
“Nunca creí que esto nos pasaría, quiero decir, que encontraríamos nuestro lugar en el mundo, luego de tanto buscarlo”.
“Y aquí estamos, tú con tu esposo y está hermosa criatura”, dijo cargando a Agustine.
“Y yo aquí, con mi amada mosca Chernóbil”
Jane rio y la abrazó.
Eran muy felices.
Sean y Merybeth bailaron su primer vals de novios.
“Sean, debo darte tu regalo de bodas, ¿Vienes conmigo?”
ÉI la miró extrañado, pero la siguió apartándose del resto.
Merybeth lo llevó hasta el mismo sitio, que a él le traía recuerdos de su madre Brooke.
“¿Qué hacemos aquí?”
“Dijiste que había un lenguaje de amor, y tú eres mi mayor prueba de ese lenguaje, te amo; ¡Estamos embarazados!”, gritó eufórica.
Sean la miró serio, casi con angustia.
“Es en serio?”
“¿No te alegras?”
“¡Sí! Pero, ¿Tengo miedo! ¿De verdad?”
Sean lanzó un grito y la abrazó, cargándola.
Ella gritó asustada.
“¡Sean!”
“¿Vamos a tener una pequeña mosca, o una diablita?”
Sean besó sus labios, mientras ella se abrazó a su cuerpo.
“¡Sí, al fin! ¿Eres feliz?”
“No conozco la infelicidad nunca más, desde que estás aquí”, dijo él.
…
Los meses pasaron, apilándose uno tras otro.
Pronto fue el día del nacimiento de las gemelas.
Merybeth estaba en la sala de parto, gritaba adolorida.
Sean estaba a su lado, mirándola con temor, escuchando como se quejaba.
“¡Te odio, maldita mosca! Hoy no te quiero, es tu culpa”
Sean intentaba no reír, no llorar.
Solo estaba asustado, tomó su mano, y ella lo apretó tan fuerte como podía, adolorida, pujando con fuerza.
La primera niña salió rápido, cortaron el cordón umbilical, y ella sintió algo de alivio, que terminó al instante en que volvieron las contracciones, pues la otra bebé, estaba por salir.
Sean no pudo ir a admirar a su hija, sostuvo la mano de Merybeth, que casi podría gritar por su dolor, hasta que escuchó el siguiente llanto, entonces, pudo hundirse en la cama.
La enfermera trajo a las pequeñas bebés hacia su padre.
Los ojos de Sean nunca fueron tan grandes al ver semejante belleza.
¡Eran tan pequeñas!
La enfermera dijo que apenas y alcanzaron el peso mínimo, pero estaban saludables.
Las cargó con tanto miedo, la enfermera no lo abandonó, era un papá primerizo, se acercó a Merybeth, mostrándolas.
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