Ámame maldito CEO
Capítulo 362

Capítulo 362: 

Primero besó sus labios, su cuello.

Ella también lo besó con el mismo ardor.

Sintió su v!rilidad palpando en la entrada de su v%gina, se abrió para él, y cuando lo sintió dentro, sus piernas se envolvieron en su cintura.

Si fue una hiedra venenosa alguna vez, ahora solo quería ser su rosa.

Comenzó a embestirla con tal fuerza, que la hacía jadear, sudar y girar, ese ritmo era su favorito, era como estar en el infierno, siendo la gloria.

Sus cuerpos se movían frenéticamente.

Era como un combate.

ÉI lo hacía cada vez más rápido, los sonidos de la humedad y sus pieles chocando los excitaban más.

Ella se aferró a su espalda, g!miendo.

Sus manos estrujaron sus cabellos, sintió como espasmos de placer se liberaban en su v%gina, haciéndola g$mir

Gritó su nombre, sintiendo que no podía más, él jadeó ante sus labios, también alcanzó su propio org%smo, sonriendo.

Se recostaron uno al lado de otro, tan agotados, luego se abrazaron, hasta dormir.

Cuando Sean despertó, miró a Merybeth en el balcón.

Luego salió junto a ella, llevando su bata de dormir, sonrió al ver como el amanecer recién llegaba, se-sentó a su lado.

“¿Qué ves, diablita?”

“Pensaba, como el amor fue tan cruel antes de nosotros dos, y luego, nos encontró, el. amor sigue siendo un falso oro brillante, pero la verdad, es tan hermoso, nada brilla como él”.

Sean sonrió.

“Puede que dudes que no te ame por siempre, mientras haya vida, ese sol brille, las estrellas lleguen con la noche, y la luna aparezca con sus formas, no debes dudarlo, te amaré cada vez que eso ocurra. Solo los cielos saben qué pasará, solo los cielos saben que sería de mí, sin ti, por eso estás aquí”.

Ella acunó su rostro.

“Sean Hyland, brindemos”

Ella tomó la botella de vino, vertió el vino en dos copas y le dio una.

Bebió toda la copa, incitando que lo hiciera, él rio de su actuar.

“Debemos lanzarlas al mismo tiempo, es una tradición”.

“¿La acabas de inventar?”

Ella siseó, entre risas.

“Créeme que es para la buena suerte”

Ambos lanzaron las copas al suelo, haciéndolas añicos.

“¡Larga vida a nuestro amor!”

“¡Larga vida a mi amor eterno!”, dijo Sean.

Merybeth besó sus labios y Sean la abrazó a su cuerpo.

El sol brilló ¡iluminando a los amantes afortunados.

Sean esperaba en el altar, caminado de un lado a otro.

Se veía desesperado.

“Calma, hijo, las novias siempre llegan tarde, es parte de hacerse desear”, dijo Patty.

“Es mucho, tía, ¿Y si algo malo pasó? ¿O si se arrepintió?”

“No seas tonto” dijo Orson.

“¿Porqué se va a arrepentir? No tarda, espera”.

Jane estaba burlona, cargando a su bebé.

“Mira, ya viene, ha transmitido todo su día, por la red social, desde que se levantó, hasta que viene en camino, pero ha dicho que es la novia, y debe hacerse desear”.

Sean sintió que las palabras de Jane le devolvían el aliento perdido.

Luego rio de sus palabras.

La marcha nupcial resonó, todos volvieron a sus lugares.

ÉI la miró llegar, entró del brazo de Octave y de Mary Bell, se veía tan hermosa.

Ella era un cielo, era un hada para él, sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas, nunca pensó en casarse de esa manera, y ahora estaba tan emocionado.

Ella llegó a él, limpió una lágrima que corría por su rostro.

“Mi amor, tardaste mucho”.

“Quería hacerme desear, ha sido suficiente”.

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