Ámame maldito CEO
Capítulo 361

Capítulo 361: 

“Te traje a mi infierno”, dijo guiñando un ojo.

Sean hincó la rodilla.

Ella sintió que temblaba, le pareció tan absurdo y hermoso a la vez.

“Me tienes a tus pies, lo hiciste desde que te conocí, porque supe que, estabas hecha para mí, solo lo sabes una vez, y yo lo sé. ¿Quieres volver a ser mi esposa, hasta que seamos viejitos, más de sesenta y cuatro años, hasta la muerte?”

Ella sonrió.

“¿Y me harás el amor igual de ardiente?”

ÉI rio.

“Sí, lo haré”.

“Te amo, Sean, nací para amarte, moriré amándote, acepto ser tu esposa, para siempre”.

ÉI puso su anillo en su dedo, y besó su mano, besó sus labios.

Merybeth estaba en la habitación.

Esperaba que Sean saliera del cuarto de baño, pero tardaba mucho.

‘Ay, tarda mucho, con las ganas que tengo’

“¡Sean! ¿Te fuiste por el drenaje?”

Sean abrió la puerta, y cuando ella lo vio, le miró casi con horror.

Estaba vestido de pingüino, mientras resonaba la canción: Come and get your love.

Merybeth dio un paso atrás, mirándolo con ojos enormes de sorpresa, él bailaba como si intentara ser se%y, ella rio de él.

“¡Estoy aterrorizada, Sean! Estás dándome miedo, con tu traje de pingüino”.

Sean comenzó a quitarse el traje, tratando de lucir se%y y deseable para ella.

“¡Te juro que me das mucho miedo, Sean!”

Se quitó el traje, casi cayendo de bruces, hasta quedar solo en ropa íntima.

Bailando, moviendo su pelvis. Merybeth reía a carcajadas.

ÉI le dio la mano.

Ella por fin se animó a bailar con él.

La canción terminó, y él besó sus labios.

“¿Estás lista para vivir una noche inolvidable?”

Ella le miró recelosa.

“¿Qué me vas a hacer?”

El hizo una rostro de póker.

“¡Uff! Sabes que una noche es suficiente para enamorarse”.

Sean la acercó a él, besando sus labios.

Ella sintió su cuerpo caliente.

Su corazón estaba latiendo tan rápido, nunca latió así, como por él.

Sean besó su cuello.

Su lengua acariciaba cada centímetro de su piel, dejando un camino húmedo, encendiéndola un poco más.

Bajó los tirantes de su vestido, deslizándolo, hasta hacerlo caer a sus pies.

Sus manos ávidas acariciaron sus pechos, su dedo pulgar se movía entre sus pezones, endureciéndolos.

Mientras ella g$mía, sus manos bajaron a sus gIúteos, ella pudo sentir lo excitado que estaba, su er%cción rozando su v!entre.

La cargó a horcajadas, poniéndola contra la mesa.

Era como si fuera víctima de su propio frenesí, le quitó las bragas, casi arrancándolas, necesitaba probarla.

Ella sintió su lengua en aquella zona, imposible dejar de g$mir, su respiración rápida, sus piernas temblorosas, y la forma en que lo  hacía, suplicando por más.

Sus dedos también la consentían, era el mejor amante, el único que quería en su piel, su cuerpo se tensó, un org%smo la sacudió, gimió muy fuerte.

Sean la enderezó y la cargó para llevarla a la cama.

Necesitaba amarla, era su noche.

Su lengua acarició sus pechos, mamando de ellos como un bebé sediento.

Merybeth sentía que no podría más, pero quería más de él, se sentía hipnotizada, cada vez que era suya, era un viaje por el paraíso.

Sean y su se%o, eran una dr%ga por la que siempre rogaría por el resto de su vida. Y eso le gustaba.

Era la combinación perfecta para quedarse a su lado.

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