Ámame maldito CEO
Capítulo 360

Capítulo 360: 

Luego del viaje en globo, fueron a comer al hotel.

Cuando fueron a Love Valley, fue el turno de Merybeth de conducir.

Sean sentía el corazón en la boca, del miedo de que fueran a chocar, porque ella conducía muy rápido.

AI llegar, Sean bajó del auto y se arrodilló en el suelo, ella le miró con ojos severos.

“¡Tierra! Gracias, ¡Tierra! Creí que moriría, ¡Bendita tierra!”, exclamó con tono dramático.

“¡Ja! ¡Qué gracioso, Señor Mosca! Levántese, o esa lista negra crecerá hasta ser kilométrica”, se burló ella.

Sean se levantó con una mueca burlona y fue tras ella.

Cuando fueron al árbol de los deseos, estaban tan sorprendidos.

Pronto, escribieron su propio deseo para atarlo.

Sean husmeó, pero ella cubrió de no ser vista.

“¡No, Señor Antártida! Debes pedir un deseo y no decirlo, hasta que se vuelva real”.

“Está bien”.

Una vez que tuvieron el deseo, lo ataron al árbol, y fueron a tomar fotos en cada rincón.

“¡Amo esté lugar! Lo amo más que a ti”, dijo Merybeth y Sean la miró con falso enojo.

Caminaron hasta admirar esas rocas, tenían una forma muy singular y divertida, Merybeth tomó las mejores fotografías, luego grabó videos para subir a las redes.

“¡Sean! Mira, ¿Ya viste que forma tienen?”

Sea la miró con duda.

“¿Cómo forma de velas o chimeneas?”

Merybeth rio.

“¡Tienen forma de p%nes!”

Sean enrojeció porque ella gritó tan fuerte.

“¡Merybeth! Cállate, van a escucharte”.

Ella reía carcajadas.

ÉI también, pero enrojeció.

“¡Espera! Déjame elegir”

Merybeth caminó admirando todo el lugar.

“¡Señor Antártida! Tómame una foto aquí, este se parece al tuyo, está grande”.

Sean cubrió su rostro.

Estaba avergonzado.

“¡Merybeth! ¡Qué diabla!”, exclamó, pero tomó fotografías.

Ella fue a verlas.

“La subiré a la red social y pondré, aquí, con el recuerdo de mi ex, por eso es que volveré con él”.

Sean negó, riéndose.

“¡Contigo ni el diablo se aburriría!”

“¡Amor! Es el mejor halago que me has hecho”, dijo formando un corazón con sus manos.

Merybeth y Sean volvieron al hotel.

Ambos cenaron en el balcón en un pequeño pícnic improvisado.

“¿Cuéntame la historia de este lugar? Quiero escucharla como la contaste en los videos”

“Se dice que, hace millones de años, aquí, las hadas y los humanos convivían con libertad, pero un día, un humano se enamoró de un hada, y era prohibido: En castigo la reina de las hadas debías matarlos, sin embargo, decidió convertir a todas las hadas en palomas, desde entonces se crearon las chimeneas, donde las hadas se refugian y los hombres están destinados a cuidarlas, por amor. Suena dulce, aunque es trágico. No sé si sea cierto, pero esté sitio, es como otro mundo, me gustó que estuvieras conmigo, Sean, lo has hecho especial”.

ÉI miró su rostro, lanzó un suspiro.

“He cometido tantos errores en mi vida, el peor fue dejarte ir, estaba sumergido en mi propio rencor, lamentándome por mis heridas, era mediocre, aún lo soy, pero tú, me tomaste y me volviste algo mejor, digno de ti, quiero ser eso, ser bueno para amarte, merecerte cada día, que nunca pienses que debiste alejarte. Podría decir tantas y tantas cosas, pero, la resumo en que te amo, y que no amaré a nadie después de ti, lo sé”.

Ella sonrió, sus ojos se volvieron llorosos, y luego rio.

“¡No me hagas llorar, Señor Antártida! Mientras cumples tu lista, te voy a descalificar”.

“No lo hago por la lista, lo hago porque te amo”.

Sean se puso de pie.

Luego le dio la mano y ella también se levantó ante él.

“Odio lo cursi, ya te lo dije” sentenció ella.

“Sí, lo sé, yo soy un glaciar de la Antártida, ¿Cómo has hecho para derretirme?”

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