Ámame maldito CEO -
Capítulo 358
Capítulo 358:
“Pues, no, eso solo será hasta que cumpla todo lo demás, no creas que es cualquier cosa, es casi un triunfo para ti”.
Sean sonrió.
“¡Qué triste! Me quedaré en abstinencia”.
“Bueno, tienes dos manitas”.
ÉI volvió a reír.
La vio meterse en la cama y cobijarse, la imitó, ambos miraron al techo de madera, escuchaban como las gotas de lluvia caían.
“Perdóname, Merybeth, te hice sufrir mucho, también sufrí por ti y por mí”.
Ella escuchó su voz.
“Es el pasado, nunca he vivido de él, ahora, tenemos él presente y el futuro, así que es suficiente, Señor Antártida, confórmese con eso, hágalo bien”.
“Gracias por aparecerte en mi vida, volvería a ese bar todos los días de mi vida, si supiera que te encontraría ahí”.
Ella sonrió.
“Yo también lo haría”.
AI día siguiente despertaron, de nada sirvió la muralla de almohadas, porque estaban abrazados, Merybeth sonrió al verlo al lado.
Le gustaba despertar así, aferrada a ese cuerpo.
Lo amaba.
Hasta podía sentirlo en cada rincón de su piel.
“Nada dulce, Señor Antártida, que resultó un volcán”, dijo sonriente besando su mejilla.
Ella fue a la ducha.
Pronto debían salir de viaje.
Estaba por salir de la regadera, cuando lo vio tras el cristal, admirando cada parte de su cuerpo, ella esbozó una sonrisa, cerró la llave, y abrió la puerta de cristal.
“¿Complacido?”
Sonrió con lujuria.
“Excelente vista, ¿Sabes? Sí, también estaba encantado de conocerte ese día”.
“Lo sé, ahora apúrate, mosquita, porque debemos irnos”.
Ella tomó una toalla, pasando aún desnuda, incitando su cuerpo que latía en cada rincón por ella, Sean sonrió, fue a vestirse.
Cuando llegaron al aeropuerto, era casi el atardecer.
Fueron a un hotel en Góreme, era un hotel estilo cueva, estaban agotados.
Pidieron la cena.
“¿Estás listo para viajar en globo, conmigo?”
Sean la miró con ojos grandes.
“Sí, buenosiempre depende de que se pueda volar, a veces no se puede”.
“¡Se podrá! Te lo juro. ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo, Señor Antártida?”
ÉI negó.
“No, claro que no, yo he volado, pero, es un globo; una canasta, todo puede pasar”.
“¡Ay, qué miedoso! ¿Acaso temes caer desde las alturas, y que tu cuerpo caiga sobre un árbol, luego caigas al suelo y te mueras?”
Sean la miró con ojos enormes.
“No, ¡Cómo crees!”
Merybeth escondió una risa burlona.
“Sean, este lugar es hermoso”, dijo al mirar por el balcón.
ÉI se acercó.
Era majestuoso, y la abrazó.
“Es porque estás aquí”.
“¡Eres un cursi! Me estás dando miedo”.
ÉI lanzó una carcajada.
“Es que te extrañé mucho, cada día y cada noche, solo pensaba en ti”
Sus ojos se volvieron nublados.
Ella acunó su rostro.
“Tonto, ¿Cómo pudiste dejarme ir? Pero, no estás salvado, ahora debes demostrarme, que nunca más vas a dejarme ir”.
“Lo juro, también se lo juré a Joe, si te dejó ir, es solo porque estoy muerto”.
Ella siseó besó sus labios, y él la llevó a la cama.
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