Ámame maldito CEO
Capítulo 346

Capítulo 346: 

“Quiero escribir algo, no puedo esperar, podrías darme papel y bolígrafo”.

ÉI asintió y le acercó papel, bolígrafo.

Luego le acercó la mesa de servicio para que pudiera apoyar.

Joe intentó escribir, pero era imposible.

Sus huesos dolían, y estaba tan agotado.

“¡No puedo!”, dijo frustrado y su máquina de latidos resonó.

Sean se preocupó.

“Yo lo haré, tú debes dictarme”.

Joe le miró con ojos sorprendidos.

“Es… una carta para Merybeth, ¿Podrás hacerlo?”

Sean tuvo que tragar saliva, y luego asintió.

“Lo haré”.

Joe esbozó una sonrisa fría.

“Eres tan tonto, para muchos eres un cobarde, para mí eres valiente, solo alguien fuerte es capaz de soportar, dejar ir a quien se ama, sin temor a perderla para siempre, eso no quita que seas estúpido, yo también lo fui, pero yo era un caso perdido, tú, no”

Sean le miró con tristeza

“Vamos, escribiré para ti”

“Sean, antes, quiero que me jures algo, ¿Lo harás? ¿Me harías una promesa sin importar nada?”

Sean miró sus ojos con duda.

“Haría cualquier cosa por verte feliz, sí, haré cualquier juramento”.

Joe sonrió, tomó su mano.

“Júrame que cuando me muera, dejarás de ser tonto, que lucharás por Merybeth, júrame que, nunca más, harás ningún sacrificio de amor, ¡Júralo!”

“Lo juro, pero, Merybeth será feliz, y tú vivirás muchos años feliz también”.

Joe sonrió.

“No, hermano, no será así, no te hagas falsas ilusiones, ahora, por favor, escribe”

Sean tomó la mesa de servicio, y comenzó a escribir cada palabra.

Cuando terminó, puso la carta en un sobre, iba a guardarla, pero Joe le dijo:

“Entrégasela a Merybeth el día de mi funeral, ¿Lo harás?”

Sean le miró perplejo.

Sintió su corazón empequeñecerse, pero asintió.

Dos meses después.

Merybeth terminaba su último video recorriendo la playa.

Era su segundo video en vivo, luego de retomar su trabajo como  influencer, observó que llegó casi a un millón de vistas. Sonrió feliz.

Luego observó a su madre y a Octave, estaban comiendo juntos en la playa, eran felices, se notaba que se amaban, había un brillo en sus ojos que los delataba.

Se sentó en su mesa, y ellos la miraron, había una complicidad y un brillo especial, Mary Bell se notaba ansiosa.

“¿Qué sucede? ¿Están ocultando algo?”

Mary Bell la miró asustada.

“¡Hija!”

“¡Madre! Di lo que sea”.

“Bueno; Merybeth; yo debo decirte que… amo a tu madre desde hace muchos años, y, quiero hacerla feliz, esa es mi verdad”.

Merybeth los miró atónita, luego sonrió.

“¿Eso quiere decir que…?”

“Que acepté darle una nueva oportunidad al amor, aunque tengo miedo, seré valiente como tú”.

Merybeth se levantó y abrazó a su madre.

“¡Estoy feliz por ti!”

Luego también abrazó a Octave.

“¡Mi madre es un tesoro, Octave! Acabas de sacarte la lotería”.

“Lo sé”, dijo tomando la mano de Mary Bell y besando su dorso.

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