Ámame maldito CEO -
Capítulo 344
Capítulo 344:
Cuando por fin estuvo en ella, se echó a llorar como un niño.
Sean tocó su hombro, evitó llorar.
Debía ser fuerte.
Ninguno dijo nada.
El llanto de Joe se prolongó unos minutos.
Luego, limpió su rostro, volvió a tomar aire, alzo la vista y encontró su mirada.
“Está bien, hermano, vamos a nuestra casa”
Merybeth y Mary Bell llegaron a ese club.
Mary Bell escuchaba la fuerte música, que no tenía sentido para ella, se miraron a los ojos, Merybeth sabía que estaba incómoda, bebieron un coctel sin alcohol.
“¿No te gusta que haya tanta gente, mami?”
Mary Bell negó.
“Pero, no importa, porque estoy contigo, y me siento segura”.
Tomó su mano y la besó.
Merybeth sonrió.
“La música es horrible, madre, pero, tengo una idea, tengo música que nos encantará”.
Merybeth sacó de su bolsillo un cable adaptador para colocar dos audífonos, conectó ambos.
“¿Qué harás, hija?”
“¡Vamos a bailar! Ven, confía en mí”.
Mary Bell sonrió, se levantó y la siguió.
Merybeth se puso sus auriculares.
Luego le tendió otros a su madre, que se los puso en sus oídos.
Ella sabía que esa música no era del agrado de su madre, decidió poner música que si le gustaría.
Mary Bell sonrió al escuchar esa canción.
“¡Es mi favorita! La bailé en la graduación del colegio”.
Merybeth sonrió, mientras bailaban junto Dancing Queen, de ABBA, como si nadie pudiera verlas, la gente las miraba con curiosidad de vez en cuando, ellas no prestaban atención, pero nadie sabía que ellas bailaban al ritmo de su propia música.
Salieron del club casi a la medianoche, caminaron por la playa, descalzas, estaban eufóricas, felices.
Merybeth aún bailaba.
“Madre, eres la mejor bailarina”.
“Nunca baile tanto en la vida”.
Mary Bell se detuvo, y miró al cielo.
Lucía tan bello.
Era como si tuviese diamantes brillantes.
“¿En qué piensas?”, exclamó Merybeth.
Ella sonrió.
“Eres admirable, hija, te has levantado de cada golpe de la vida, eres valiente, siempre creando amor y felicidad de dónde sea”
Merybeth se abrazó a ella.
“La vida es corta, madre, no podemos sentarnos a llorar toda la vida, si no somos felices con lo que tenemos y somos, ¿Por qué seríamos felices con otros?”
“He aprendido, Beth, que, ningún dolor es para siempre, ninguna tragedia es eterna, y me enseñaste algo”.
“¿Qué?”
“Que en cada persona hay un poder”.
“¿Un poder?”, exclamó curiosa.
“Sí, cada persona tiene el poder de convertir su vida en un cielo o en un infierno, y es gracias a su propia decisión. No importa lo dura que sea la vida, si te amas a ti mismo, si buscas tu propia felicidad, serás feliz, incluso cuando todos quieran verte llorar, valió la pena, hija, no voy a lamentarme por el tiempo perdido, no cuando tenga estos momentos, no cuando pueda crear mi propia felicidad”.
Merybeth sonrió y la abrazó.
“Te amo tanto, mamá, tú eres la prueba de que dios existe”
Mary Bell sonrió y cuando miró a lo lejos se sorprendió.
“¿Es Octave?”
Merybeth sonrió al ver ese brillo en sus ojos.
“Lo invité”
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar