Ámame maldito CEO -
Capítulo 34
Capítulo 34:
De pronto solo dio la vuelta.
Merybeth quiso gritar su nombre.
Las lágrimas se aferraban a sus cuencas.
Pero sintió que la voz no salía por su boca.
No dijo nada.
No podía decir nada.
Y lo vio irse.
Lo vio partir de su lado.
Era su orgullo que lamantenía sujeta al suelo.
Le impedía ir tras él.
Limpió sus lágrimas.
Dio un paso atrás.
Caminó dispuesta a volver al auto, hasta que de pronto vio otro auto detenerse, tras ella, la puerta se abrió y vio a ese hombre imponente frente a ella.
Abrió los ojos enormes.
¿Qué hacía él ahí?
“¿Con quién estás?”
Sean Hyland estaba ahí y miraba a todos lados.
Era como si buscara a alguien.
‘¿A Joe Carson?’
Esa idea le dio terror a Merybeth, como si de pronto estuviese haciendo algo muy malo.
“¿Cómo es que estás aquí?”
Exclamó ella, y de pronto recordó al Señor Cyrus llamando por móvil todo el tiempo.
Era obvio que Sean Hyland no confiaba en ella.
Era obvio que la mantenía vigilada.
Verla con Joe Carson provocó mil dudas.
Por eso vino por ella.
“¡Deja tus preguntas! Aquí la única que responde ante mí, eres tú, ¿Quién era ese hombre? ¿Qué tienes que ver con él?”
Exclamó y sus ojos eran furiosos.
De pronto sintió miedo de Sean Hyland.
Él no podía contenerse.
Su mirada era firme.
La retaba y ella se volvía pequeña.
Era débil ante él.
“Yo… Ese hombre es… ¡El prometido de mi hermana!”
De pronto Merybeth cayó en cuenta de que no mentía.
Eso era la realidad.
Era desgarradora para ella.
“Es el prometido de tu hermana?”
Sean Hyland parecía muy sorprendido.
“¿Y el regalo de mi abuelo?”
“Yo… preparé un hermoso poema para él, ¿Quieres que lo declame?”
Sean la miró con sorpresa.
Luego entrecerró los ojos y se acercó a ella con su imponente presencia.
“¿Me estás mintiendo, Merybeth?”
“Tal vez…”
Dijo ella mordiéndose las uñas.
Él tomó su mano y miró sus uñas.
Le gustaban.
No eran las típicas uñas de chicas con gran manicura francesa.
Las de ella, en realidad eran naturales.
Merybeth odiaba pintarlas, y luego arruinar la pintura si las mordía.
“No te creo nada, ahora, deberás ir a comprar un regalo, iremos juntos y no quiero más mentiras, ni juegos burdos, ¿Entendido?”
Ella asintió tan rápido, y luego pudo liberar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones.
¿Por qué tenía tanto miedo de que el Señor Hyland descubriera que aquel hombre no solo era el prometido de su hermana, sino también su ex prometido?
‘¿A él que le debe importar? Solo somos esposos por contrato’
Pensó, Merybeth.
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