Ámame maldito CEO -
Capítulo 334
Capítulo 334:
Siento como tiembla, y todo lo logro yo, con solo una caricia, este hombre es mío, sonrío, se sienta al borde de la cama.
Me arrodillo ante él.
¿Acaso él puede ser un Dios Griego?
No, pero, yo no rezo para él, solo lo adoro, le doy todo mi placer.
Mi boca se abre para él, introduce su p$ne y comienzo a saborearlo.
Podría ser el dulce que siempre desee. Lo veo retorcerse sobre la cama, estrujando nuestras sábanas, y lo hago más rápido.
Siento sus manos fuertes sobre mi cabello, atragantándome con su falo, lo miró con desafío, le muestro cuánto lo disfruto, tanto o más que él, somos solo Sean y yo.
¿Esto puede ser eterno?
No quiero pensaren que nada lo es.
Me detengo yame quito las bragas ante él, sonriendo con malicia.
Me gusta hacerlo esperar.
Ver como su mirada me devora, me anhela, me suplica, es divertido.
Camino hacia él, y me pongo a horcajadas.
Nuestros cuerpos encajan de una forma tan perfecta.
De verdad fuimos creados por dios, y comienzo a montarlo, como si fuera mi caballo favorito de carreras.
¿Acaso no temía de ellos?
ÉI me hizo perder el miedo, ser una mujer de verdad.
ÉI está dentro de mí, unidos, mis manos en su pecho, y comienzo a moverme de arriba abajo, mis pechos rebotan, y sonrió ante esa mirada de descaro.
Sus manos acariciándolos, y siento que mi cuerpo pierde el control, estoy en las nubes, más allá, mi mente se abandona a este gran momento de goce.
Las manos de Sean bajan a mi cintura, moviéndome más rápido, su pelvis moviéndose, chocando contra mi trasero, no podemos más.
Lo beso, nos meneamos más rápido, esto es un combate, por quien logre el mejor org%smo, ahogo un grito, porque un placer en mi v%gina explota por todo mi cuerpo, mis ojos en blanco, estoy temblando.
“¡Mierda! ¿Dije que te amo?”
“¡Es lo más horrible que me has dicho!”, dice jadeante, sonrío como una diabla, toma mi rostro y me besa, siento que se corre en mi interior.
Luego me recuesto a su lado.
Nos quedamos tan quietos, esto es la gloria eterna, nadie puede separarnos.
Si alguien lo hiciera, tendría una tumba destinada.
POV Narrador:
En torno a la una de la madrugada llamaron a esa puerta.
Lynda se levantó apurada, somnolienta.
Ella abrió la puerta y la imagen que vio ante ella casi le hace pegar un grito.
Ella dijo que iría a la cena de Maggie y Edward, pero lo hizo, tuvo miedo, fue cobarde y decidió ocultarse en el apartamento.
Ahora sabía que era demasiado tarde.
Por instinto de conservación, quiso cerrarle la puerta en su cara, pero él se lo impidió.
“¡Oye! Además de mentirosa, eres cobarde, Lynda Hyland”, espetó.
Ella lanzó un suspiro y dejó de luchar.
“Yo… ¡Lo siento!”
Edward se adentró sin invitación y la miró con ojos severos.
“¿Y qué? ¿Ya me dirás por qué tantas mentiras?”
Ella se encogió de hombros y se sentó frente a él.
“Porque dijiste que seducirías a una Hyland, con tal de tener un lugar en el bufete, si quieres la verdad, estoy harta de que la gente me use como su trampolín al éxito”.
Edward recordó sus palabras, y mordió sus labios con rabia por haberlo hecho, y que ahora ella pensara lo peor de él.
“Es que, soy ambicioso, no tuve nada, y pensaba que todo mi esfuerzo no valdría la pena, ahora sé que me equivoqué”.
Lynda le miró atónita.
“Bueno, me disculpo por mentirte. Estamos a mano, ¿No?”
ÉI sonrió.
“Sí, pero; me arruinaste mi cita”.
“Lo siento, hablaré con Maggie para que te dé una nueva cita”.
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