Ámame maldito CEO
Capítulo 328

Capítulo 328: 

Sean la miró con dolor.

Luego dio la vuelta y la dejó ahí.

La mujer gritaba, pero él no volvió la vista.

Joe estaba afuera, caminando de un lado a otro.

Luego vio a Sean, se acercó a él.

Lo vio tan pálido como una hoja de papel y se preocupó.

“¡Sean! ¿Estás bien?”

ÉI alzó la mirada y le miró con ojos tan enormes.

Estaba recordando las palabras de Regina Carson.

Sean se alejó de él.

Luego fue a un bote de basura, y vomitó.

Joe le miró atónito.

“Hermano, ¡Estás enfermo!”

Sean sabía que no era una enfermedad, sino la culpa que lo comenzaba a atormentar en su mente una y otra vez.

‘Joe morirá, le he robado todo lo que ama, mi venganza lo destruyó a él, ahora moriría solo y sin amor’, pensó con dolor.

Sean conducía su auto, iba rumbo a la Mansión Carson y seguía a Joe.

Apenas llegaron, bajó del auto, y caminó hacia él.

Joe miraba alrededor.

Su mirada era demasiado nostálgica.

Luego sintió que era víctima de un escrutinio.

Sean no apartaba su mirada de él.

“Entremos a casa”, dijo Joe.

Una vez dentro, Joe se sentó en el sofá

“¿Qué harás con la mansión, Sean? ¿La venderás?”

Sean no pensaba en eso, sino en algo que lo atormentaba mucho más.

“No lo sé, tu madre me dijo algo, y yo debo preguntarte”.

Joe le miró con ojos intrigados, pero vio los papeles que su hermano sostenía en su mano.

“¿Qué es eso?”

Sean observó lo que capturó su atención.

“Tu acta de divorcio, Sophie aceptó firmarla”.

Joe la tomó y miró, sonrió feliz.

“¡Creí que jamás me libraría de esa arpía! Gracias, Sean”.

ÉI estaba feliz.

“De nada. ¿Por qué te casaste con ella, Joe? No la querías, no te importaba para nada. ¿Por qué lo hiciste?”

“Sean, cometemos errores, yo pensé que la quería, luego vi cómo era, realmente”.

“Mientes, y lo haces bien, casi me como todas tus mentiras, pero, no más, ¡Ni una mentira más aceptaré, Joe!”, exclamó severo.

Joe le miró atónito.

“No sé de qué hablas…”

“Ahora mismo, aquí, me vas a decir por qué dejaste a Merybeth”.

Joe sintió nervios.

No podía decir la verdad.

No había llegado tan lejos para eso.

Se levantó y lo miró.

“Por tonto, eso es todo lo que diré”.

“¡Porque estás enfermo! Esa es la verdad, has hecho un sacrificio de amor”, dijo Sean con la voz alterada.

Joe alzó la vista.

Sus ojos se volvieron grandes y temerosos, ante sus palabras.

ÉI lo había descubierto.

Mientras tanto en otro lugar…

Edward llegó a la oficina triunfante.

Estaba feliz.

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