Ámame maldito CEO -
Capítulo 327
Capítulo 327:
Sean miró a Sophie con odio.
De pronto se abalanzó a ella con rabia.
Quería ahorcarla.
Quería matarla.
“¡Asesina, mataste a mi padre!”
Joe intervino.
Junto con la policía, lograron apartar a Sean del cuerpo de esa mujer.
Regina lloraba.
“¡LIévensela, es culpable, es una asesina!”
Regina lloraba, pidiendo clemencia.
Joe la miró con los ojos cubiertos de Iágrimas.
“¡No! No pueden llevarme, Sean, no puedes dejarme presa, no puedes hacerlo”.
Joe y Sean fueron hasta la comisaría, esperaban saber sobre el asunto, pero no hablaron entre ellos, Joe tocó su brazo, y su pecho, dolían, como si sus músculos estuviesen estropeados, se sentía mal.
Sean lo miró, se veía pálido, agotado, se acercó a él.
“¿Estás bien, Joe?”
“¿Cómo puedo estar bien? Mi madre es una asesina, Sean, mi padre está muerto por su maldita culpa, ¿Cómo puedo estar bien?”
Su voz se quebró por el llanto.
Sean tocó su hombro, reconfortándolo, pero sabía que era imposible.
Estaba destruido.
Edward iba a llevar todo el proceso, para acusar a la mujer de homicidio.
“Regina Carson, ¿Quiere hablar contigo?”, dijo Edward acercándose a Sean, quien estaba alejado de Joe.
“No quiero ver a esa mujer, en realidad, seré feliz, si no tengo que verla nunca más en mi vida”.
Edward sonrió.
“Mira, este caso es muy fácil, la mujer estará por lo menos una década o más en prisión, pero, quiere verte, me dijo que, si no hablas con ella, no sabrás lo que le ocurre a tu hermano”, explicó él.
Sean le miró intrigado.
“¿Con que esa mujer quiere jugarse su última carta? ¿Eh? Es una maldita, quiere tratar de chantajearme, seguro para reducir la sentencia de prisión”.
“Será imposible, la refundiremos en la cárcel”.
“Bien, iré a verla”.
Sean habló con el comisario, y le dejó entrar a verla.
ÉI caminó por el pasillo, y estuvo ante la mujer, quien levantó la mirada y lo vio, estaba sola en esa celda.
“Viniste, pequeño Sean, sabía que la curiosidad siempre mata al gato”, aseveró con una mueca burlona.
“¿Qué quieres mujer? Ahora te has convertido en una rata, que se pudrirá en la cárcel”.
Ella frunció la boca con rabia.
“Tal vez, sí, es cierto. Perdí, queriendo deshacerme de ti, me deshice de mí, pero no me arrepiento, tal vez pasaré en prisión toda la vida, pero todo será tu maldita culpa, no te traje aquí para hablar de mi odio por ti, eso nunca acabará, mientras viva, maldeciré tu nombre y existencia, deseándote lo peor del mundo”.
Sean sonrió, y asintió.
“Gracias, mientras tú me maldices, yo tomaré el sol en una gran villa lujosa en Malibú, ni me acordaré de ti, bruja”.
Regina sonrió, y lo miró fijamente.
“Ya veremos, ahora escúchame, mi hijo, mi Joe, tu hermano, está muriendo”.
Sean se quedó de piedra.
Sintió un frío en su pecho.
“¿Qué? ¿Ahora vas a chantajearme?”
“No, ¿Qué caso tendría? ÉI nunca va a perdonarme. Joe está muriendo, Sean, no miento, por eso dejó a Merybeth, ¡No puedes quitarle a la mujer que ama! No, cuando morirá muy pronto, él hizo un sacrificio de amor por ella, la ama tanto que prefirió dejarla ir, para que no sufriera al verlo acabarse lentamente”, dijo Regina llorando.
Sean sintió un miedo en su interior.
Tal vez por instinto supo que esa mujer no mentía.
‘Esa es la verdad, es la gran razón por la que Joe dejó a Merybeth’
“Eres un egoísta, Sean, dejarás a tu hermano sin su padre, sin su madre, y sin la única mujer que amó en su vida, felicidades, todo lo que tocas lo vuelves triste”.
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