Ámame maldito CEO
Capítulo 319

Capítulo 319: 

“Por desgracia no tenemos a la madre de Merybeth, pero tengo un as bajo la manga, algo sobre Joe, que obligará a Merybeth a que vuelva con él, por las buenas o por las malas, ya lo verás”, sentenció Regina.

Sophie odió a esa mujer.

Ahora ella era su peor enemiga.

La maldijo en su interior, ella dio un paso atrás, pero accidentalmente hizo que un jarrón cayera al suelo, y se hiciera añicos.

La mujer se puso pálida de miedo y corrió tanto como pudo.

Corrió por su vida, hasta llegar a su alcoba.

Luego se encerró con llave y se metió, bajó la cama.

Temblaba asustada.

Si llegaban a descubrirla, sabía que podían matarla para quitarla de su camino.

Regina se levantó como un resorte.

Sintió un miedo voraz.

Matthew se levantó, tomó su arma y salió al pasillo, no encontró ni rastro de nada, ni nadie por ahí, excepto el jarrón hecho añicos en el suelo.

“Parece que no hay nadie”, dijo el hombre.

“¡Imposible! AIguien estuvo aquí, alguien nos escuchó”, dijo Regina sintiendo escalofríos por todo su cuerpo.

Estaba asustada.

“¿Crees que sea Sophie? Es la única que está en casa”.

Regina afiló la mirada hacia esa alcoba, luego negó.

“Lo lo creo, es estúpida, y, además, es floja, siempre duerme a esta hora, es como un oso, no la despertaría ni un terremoto” aseveró.

“¿Entonces?”

“Tal vez se cayó por una corriente de aire”, dijo al escuchar la terrible lluvia y viento que golpeaban ventanas y paredes.

Matthew asintió, estuvo conforme con esa versión.

“Volvamos a la cama”, dijo y así lo hicieron, seguros de que eran los vencedores, sin saber que tenían una enemiga al acecho.

Mientras tanto en otro lugar…

Joe tocó el rostro de Merybeth con dulzura, acariciándola y mirándola con ternura.

La amaba, con todas las fuerzas de su corazón.

Recordó el pasado, cuando recibió ese maldito diagnóstico que lo arruinó todo, fue antes de que ella viajara.

Entonces, él sintió un miedo terrible, pero no dijo nada.

Primero pensó que era algo falso, que podía ser un error, se aferró a la idea.

El la despidió en el aeropuerto, cuando ella viajó a Australia, llenándola de besos, deseándole lo mejor.

Apenas Merybeth se fue, comenzó un sinfín de estudios, pero fue inevitable descubrir que no había ningún error.

Su enfermedad estaba ahí.

Era Crónica, degenerativa, avanzada, y no había cura.

Solo esperar lo peor.

Pronto, en otro estudio descubrieron que sus genes provocaban que la enfermedad avanzara, Joe supo que todo estaba roto.

Pensó en Merybeth.

Solo ella vino a su mente.

Ella era su amor, quería protegerla.

Imaginó su vida, mil veces, tuvo dos realidades ante sus ojos.

Una realidad donde Merybeth estaba a su lado, donde enfrentaban la vida dura juntos, la veía sufrir por él, perdiendo sus mejores años, viendo como él se moría lentamente, volviéndose un discapacitado.

Siendo así… una carga pesada sobre su espalda.

Luego, vio otra realidad.

Esa era una donde la dejaba, ella sufría, lloraba, pero, jamás se enteraba de su enfermedad, ella lo odiaría por años, pero algún día, volvería a amar, tendría una bella familia, viajaría por el mundo como era su deseo.

Ella se divertiría al lado de un hombre sano que la amaría con locura, y tal vez, solo tal vez, algún día sabría de su muerte prematura, demasiado tarde para que le importara, preguntándose si eso fue lo que los alejó, al mismo tiempo, no importaría, porque su vida estaría hecha, y él sería un desconocido para ella.

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