Ámame maldito CEO
Capítulo 307

Capítulo 307: 

Sophie caminó rápido.

Cuando miró atrás vio a Joe entrando en las caballerizas, fue a su habitación, luego tuvo una gran idea.

Salió y tocó la puerta de Merybeth.

Ella abrió, cuando la miró le hizo un gesto de fastidio.

“¿Qué quieres? ¿Viniste a seducir a mi marido?”

“No, querida, vengo a hablarte de Joe”.

“¿Qué?”

“Está muy triste, lo vi en la caballeriza, tengo miedo por él, me pidió el divorcio, y dijo que estaba solo en el mundo, desde que te perdió a ti, no sé,lo vi mal, está en las caballerizas, ¿Quién sabe? Quizás se quite la vida”.

Merybeth abrió ojos enormes al escuchar semejante atrocidad, miró con rabia a Sophie.

Cuando ella se fue, Merybeth no pudo más con la angustia, y fue a ver a Joe.

Sophie que estaba haciendo guardia, esperando que su hermana lo hiciera, tomó su móvil y bajó sin ser vista, siguiéndola.

‘Tomaré buenas fotos, y te arruinaré tu felicidad con Sean, así como me arruinaste mi felicidad con Joe, Merybeth’, pensó.

Sophie estaba por ir a toda prisa, pero vio a Sean llegar, y caminar a la casa, ella regresó sus pasos, y lo alcanzó.

“Qué bueno que estás aquí, si quieres ver a tu amada esposa, ve a verla a las caballerizas, donde se encuentra a escondidas de ti y de mí, con Joe, parece que ese par sigue amándose en silencio, parece que ahora son amantes”.

“¡¿Qué dices, maldita mujer?!”, exclamó Sean tomando su brazo y poniéndolo rojo.

Sophie tuvo mucho miedo.

Sean la soltó, y caminó siguiendo el destino que ella le indicó, aunque su brazo dolía, Sophie aún pudo sonreír satisfecha de sembrar la discordia.

Merybeth entró a las caballerizas, observó a Joe, estaba ahí, sentado sobre la paja, se veía mal, se veía triste.

“Joe, ¿Estás bien?”

AIzó la vista en cuánto escuchó su voz, sus ojos estaban cristalinos, al borde del llanto.

“No lo estoy, esto.es como si fuera una pesadilla, Merybeth, nunca puedo despertar”.

“Te entiendo, cuesta creer que tu padre…”

“No solo por mi padre, por todo, desde hace unos meses mi vida fue una tragedia, y siento que hay una nube oscura en mi cabeza, nunca sale el sol”.

Merybeth sintió Iástima de sus palabras, quería ser indiferente, pero cuando veía a Joe, a veces solía ver al chico del pasado, el que alguna vez le dio muchas alegrías.

“Estarás bien, Joe, aunque es doloroso, las personas viven para morir, pero algo de ellas, siempre renace en nuestro corazón”.

Joe sonrió con debilidad.

“Aún no termino de leer el libro que me regalaste el año pasado, en mi cumpleaños, no he podido avanzar hacia el final”.

“¿Los soñadores?”

ÉI asintió.

“No logró pasar del capítulo de los prófugos y un sueño roto, no logro avanzar de la parte sobre el amanecer, ¿Qué hay detrás del amanecer? Es como si me preguntará que hay después de la muerte. A veces, tengo miedo, y me siento muy solo, a veces quiero que todo acabe rápido, siempre pienso en ese momento, ¿Qué se sentirá? ¿Qué es lo último que atraviesa tu mente cuando dejas el mundo?”

“¡Joel”, exclamó Merybeth con temor.

“No pienses en eso, por favor, tienes toda una vida por delante”

Ella se acercó y tomó su mano Joe la sujetó con fuerza.

Sus ojos estaban cubiertos de Iágrimas, la miró fijamente.

“Me reemplazaste, Merybeth, en unos meses me reemplazaste, como si fuera tan fácil, me olvidaste, y ahora estás con él, quisiera decirte que soy feliz por ti, quiero sentirlo, pero, me duele, ¡Me quema! Me olvidaste, dime, ¿De verdad lo amas?”

Merybeth bajó la mirada.

Sus ojos se desdibujaron, levantó la vista y le dolió tanto esa pregunta.

No era que dudara de su amor, pero le dolía saber que Joe era infeliz, que él lloraba por ella, como un día ella lloró por él.

“Amo a Sean, lo amo”.

“No me mientas”, dijo él, de pronto, y acunó su rostro, impidiéndole escapar.

“Tú me amabas a mí, ¡Son tres años, Merybeth! Es una vida, no puedes decírmelo, no puedes decir que lo amas, no cuando siento este amor que aún late en mí”.

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