Ámame maldito CEO
Capítulo 305

Capítulo 305: 

Cuando Sean despertó, Merybeth estaba entre sus brazos.

Ella era reconfortante.

Sean se levantó y observó la hora.

Era tarde, debía ir a trabajar.

Merybeth abrió los ojos y notó su ausencia.

“¿Trabajarás?”

“Sí, tengo asuntos pendientes”.

Merybeth se levantó y lo alcanzó en la ducha.

Más tarde bajaron y desayunaron solos.

“¿Segura que te quedarás?”, exclamó Sean, inquieto.

“No estaré sola, estaré con el servicio y Cyrus permanecerá aquí”.

“Bien”.

Sean besó su frente y salió de ahí.

Luego, cuando Sean llegó a la oficina, escuchó a Orson hablar.

Era tan feliz como nunca lo vio.

Jane y él vivirían juntos en su apartamento, estaba ilusionado.

Edward entró a la oficina.

Se veía preocupado.

“¿Qué pasa?”

“Sean, hay una mujer cómplice del doctor. Debo ir a Nueva York, es clave para encontrar a Mary BelI”.

“¡Iré contigo!” dijo Sean y salió con él tan rápido como pudo.

Merybeth estaba planeando los nuevos videos para su página, estaba emocionada de volver y de recibir comentarios positivos.

“Señora, la buscan”

Merybeth alzó la vista y sus ojos se cruzaron con los de esa mujer.

“Ah tú ¡Eres tú! ¿A qué has venido, mujer? Porque te advierto que no hago donaciones”, dijo burlona.

“He venido a aceptar tu trato”.

Merybeth abrió ojos enormes.

“¿Mi trato?”

“Seré tu criada”, dijo Arabella mordiendo cada palabra con rabia.

“Ah, ¿Sí? Bueno, si quieres puedes hacerlo, Señora Francis, ella es la nueva empleada, póngala en una habitación de servicio, tiene prohibido cocinar y limpiar las habitaciones, pero asígnele otros trabajos, que friegue pisos, limpie caballerizas y toda clase de trabajos duros, sus manos deben curtirse de trabajo honrado”; dijo con una mofa en el rostro Arabella la miró con odio y siguió a la mujer.

Sean y Edward manejaron hasta Nueva York.

Edward recibió una llamada.

Era Lynda.

“La mujer que buscas, la cómplice de Tom TarrelI escapará en el aeropuerto, ve por ella, va en el vuelo novecientos dos a Whitehorse”.

“Muy bien hecho, Lynda, gracias”.

Edward colgó la llamada y le explicó a Sean.

ÉI le miró con astucia.

“Esa mujer no escapará”, sentenció.

Sean llamó a la policía para que los ayudaría a detener a Clarisse.

Cuando llegaron al aeropuerto, Clarisse estaba a punto de abordar.

Casi entraba al avión, pero Edward gritó su nombre.

La mujer se giró a mirarlo con mucho temor.

Ella luchó por entrar al avión, pero todo fue en vano, la policía hizo su aparición.

“¿De qué se me acusa?”, exclamó angustiada.

“¡Es cómplice de secuestro junto al señor Thomas!”

La mujer abrió ojos tan grandes y asustados.

“¡Jamás lo hice!”

“¿Niega que usted manipuló con sus terapias hipnóticas a pacientes sanos para enviarlos al psiquiátrico de Park King?”

La mujer hundió la mirada, temblaba.

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